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La hora del tsunami

Tal día como hoy de hace tres años, escribía esto caundo aún faltaba para que amaneciese, en un momento de esos medio místicos:  

“Y mientras estoy desvelada porque Raquel ha comido demasiados polvorones que ahora le dan un poco la lata en la tripa…y el mayor aún no ha amanecido por casa…recapitulo este año,una recapitulación light de las que se hacen en Año Nuevo a estas horas. De esas en las que no te castigas con culpas que no te corresponden y son benévolas con una misma.
Pienso que quizás no lo hice todo lo bien que debiera,pero sí lo mejor que pude en esos momentos. O por lo menos es lo que me parece a estas horas.
Que todo depende del cristal con que se mire y de la lectura y posterior aprendizaje que le des.
Que si algo no sale como se espera y te causa desazón,es probable que la mejor solución sea no esperar que salga de ninguna manera concreta y así esa desazón desaparecerá.
Que la vida se encarga de poner a cada uno en el lugar que le corresponde,aunque tarde más de lo que esperabas.
Que si la vida te da limones ,lo que hay que hacer es limonada.
Y que la Paz interior es algo a lo que uno tiene derecho a sentir,y que solo te la pueden quitar si tú lo permites.
 
Y ya…que ya se sabe que estas horas son las filosóficas , en las que los enamorados desvelados escriben las cartas con el corazón inflamado ,o les cuentan a sus amigos sus sentimientos más ocultos ,que salen a la luz en ese momento mágico de exaltación de la amistad que tiene el amanecer cuando la mente está embotada por la noche de juerga…y que unas horas más tarde,cuando llega la natural resaca y la razón ocupa su sitio,se preguntan cómo pudieron dejarse llevar así…”
 
La culpa fué de los polvorones…

 

 

 

 

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