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La idea sin cocinar

sombra womans soul

Lunes 26 de octubre del año 2015

Post parto.
Estoy post parto, encerrada, congelada, sintiendo otra vez que nada sale, que nada es bueno; pensando en la galería esa, en el amigo que triunfa, en la dealer de arte que no me quiere. Me persiguen como taladros, cuchillas, culpas, culpas de tener envidia, de querer ser querida, de querer que se desee mi trabajo, ese, ese trabajo que no hago, que no termino de terminar ni de desarrollar, porque es muy fácil ser artista de la nada, de nadie, de lo que nunca se hizo. La artista del vacío, de la idea sin terminar, sin cocinar, sin tener fondo. La idea mal ejecutada, sin técnica, la idea de la pared, la que se cuelga, la que no llega a ser más que un adorno, un adorno sucio, sin terminar, colgado con una puntilla. Una idea que no llegó a su fin, que no salió que no dio la vuelta y volvió. La idea que se quedó virgen en su casa en su torre esperando un príncipe azul, la idea tarada, la idea que se educó en la casa, que no tuvo compañeros, que no se raspó las rodillas. La idea boba, la idea naïve, la idea tierna, la idea que se tilda como femenina, porque lo femenino es débil, es doméstico, es blando. Entonces me persigue el género, me persigue la edad, la maternidad, me persigue el segundo hijo que aplazo porque tengo una idea de lo que quiero ser, de lo que quiero crear, esa idea que no sale. Mientras tanto procrastino, me cuelgo a la idea del otro, me uno al discurso de facebook, me ocupo con la cocina, con la secadora que encoge la ropa. Espero una inspiración divina, o un taller más grande porque el que tengo es muy pequeño y no me deja crear. Me hace falta una pared donde colgar esa obra que tengo que hacer, la que me inspiró la idea. Necesito una banca, un taburete más cómodo, una tinta más negra y menos azulada, una tela que no se encoja, un espacio para guardar todo después, porque sé que la idea se me caduca, virgen se marchita en el estudio y termina enrollada o colgada en el baño o detrás de la puerta. Esperando una visita que la admire, para poder comentar, no es nada, era sólo un ejercicio. No era una muy buena idea. Y quede siempre la sospecha si hay algo detrás si se está creando una obra maestra o simplemente uno se sienta a procrastinar con manualidades. Mientras llega el bus del colegio. Mientras se hace la hora del baño o el fin de semana cuando hay que salir a tomar un poco.

Entonces se abren dos caminos, claros, son sólo dos. En uno te levantas y empiezas a crear, empiezas a producir compulsivamente sin parar, crear y crear. En el segundo es atender a todos esos asuntos que no has atendido, cambiar el fondo de pensiones, colgar el secador de ropa, colgar las obras del otro artista en la sala. Hacer un par de diseños, actualizar tu web. Escribir algunos mails, hacer oficina, sentir que te moviste y que hiciste contactos. Hacer un mercadito y cocinar algo rico. Llamar al dentista para arreglarte la muela. E inventar una lista de cosas para hacer mañana hasta que te llame algún jefe para que hagas uno de esos trabajos que te hacen sentir que no eres artista, que eres una obrera elegante y que estas perdiendo el tiempo.

Así, así, así.

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