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Mamá, ¿dónde está tu corazón?

Mamá, ¿dónde está tu corazón?

Recuerdo el instante en el que mi hijo de cinco años me preguntó con su dulce voz y su carita de curioso: mamá, ¿dónde está tu corazón? Cogí su mano y la llevé hasta mi pecho a la vez que puse la mía en el suyo para que ambos sintiéramos nuestros corazones latir al son de ese momento, que ya forma parte de las acciones inolvidables guardadas en mi memoria de madre.

Mi cielo

Me encanta dibujar muchos corazones para ti y están en tantas cosas que necesitaría más de una vida para colocarlos todos a tu lado, acompañándote en tu camino. Antes de conocerte puse todo mi corazón en los cuadros que pinté para que decoraran la pared de tu habitación. Cada pincelada estaba impregnada de un sueño. Pinté lo que sentía y lo que sentía eras TÚ, un poema sin palabras aún.

Allí estaba también mi corazón cuando, tras tu llegada, escribí:

Mis nueve lunas pasaron y con ellas fuiste creciendo dentro de mí.

Ahora te observo sin que exista el tiempo y puedo atesorar la ternura y la inocencia que hay en ti.

Tu mirada me hipnotiza, expresa todo sin palabras y capta sus propios detalles invisibles para los demás.

Tu olor es embriagador, natural, adictivo, inigualable, penetrante, puro y relajante. Ojalá pudiera guardarlo en un frasco de cristal y conservarlo para evocar tu calor.

Tu piel tersa, suave y delicada acaricia la mía. Es un tacto tierno y sedoso que reconforta las noches en vela, las inseguridades y el cansancio por el sueño atrasado.

Mi pequeño, eres un espectáculo para los sentidos.

Cada cuento y libro que te leo guarda una historia con corazón porque puedes aprender de ella sobre un gigante llamando mundo que descubrirás, por ti mismo y con ayuda, en cada uno de tus pasos. A veces encontrarás capítulos pintados con tus colores favoritos, que estarán llenos de fantasía, de juego, de imaginación, de ilusión y alegría, y otros esbozarán, en tonos grises, una realidad más oscura. Capítulos encuadernados en el gran libro de tu vida, pero es esencial que los vivencies todos para que puedas crecer y evolucionar con tus propios valores. No temas ser su protagonista para comprenderte con cariño y tomar decisiones, ya sean acertadas o fallidas. Aprenderás de ellas. En el colegio te enseñan lecciones y te hacen pruebas, pero en la vida primero son las pruebas, las lecciones vienen después.

Me nace del corazón darte mis besos como esos caramelos que tanto te gustan, y besar tus lágrimas cuando tropiezas y te haces daño o alguna herida . Puede que te encuentres piedras con las que caer, pero lo importante es que seas capaz de dejarlas a un lado del camino y levantarte. No las lleves en la mochila porque te pesarán demasiado. Mis abrazos, el refugio donde alojar tus miedos. Los acojo para que los ablandemos y moldeemos juntos como las plastilinas con las que juegas, dándoles tamaño y forma . Siempre abriré los brazos para ti, pero recuerda que afrontar los temores con un corazón de león será la mejor manera de aliviarlos o incluso hacerlos desaparecer. A mi corazón también le gustan tus besos. Se pone feliz cuando le sorprenden. Son sellos de amor que quedan grabados en mis mejillas. Coloreas mis días nublados con tus sonrisas y tus detalles como cuando me regalas una flor que encuentras en nuestros paseos, compartimos juegos con la pelota o me invitas a entrar en tu cabaña secreta construida con sillas y sábanas, un lugar donde tu imaginación se siente como en casa. 

Le fascina que hagas preguntas tan originales. Tener curiosidad por lo que te rodea es maravilloso. Recuerda conservarla como una llave mágica que te permitirá conocer  tu libro. Te doy todo mi corazón cuando te muestro valores que han de guiar tus pasos y definan quién serás. No encuentro mejor enseñanza que mi ejemplo, aun cuando también me equivoco, pero, finalmente, serás tú quien elija, con autonomía, las cosas más importantes para ti. Quiero que marques tus pasos, no los míos. Puedo caminar a tu lado pero no hacer tu camino. Algunos de esos valores son la familia, la amistad, la lealtad, la honestidad, la humildad, el coraje, el trabajo, la amabilidad, la igualdad, la empatía y el respeto. Sin duda, hay muchos más. A veces los visualizarás con intensidad, otras los olvidarás o los echarás de menos. No obstante, los rescatarás desde tu interior. Incluso chocarán con los valores de otras personas pero mantente fiel a los tuyos. Solo así conservarás tu esencia.

Mi corazón te arropa a la hora del sueño. Es el momento de estar tranquilo, de caricias que relajan.  El día puede estar acompañado de trastadas, prisas, enfados, llantos y risas. Aprender a gestionar tus emociones será fundamental para conocerlas y aceptarlas. Sé que paciencia aún no está en tu vocabulario pero aprenderás a utilizarla con el tiempo. Te enseñaré a parar, observar, pensar y actuar; cuatro acciones básicas en tu gran libro. Celebra y agradece por tu incesante corazón palpitando con los años haciéndose más fuerte cada vez.

 “Solo con el corazón se puede ver bien, lo esencial es invisible para los ojos”.

El Principito

Antoine de Saint-Exupery

 

 

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