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Superwoman

Anoche volviste a visitarme. Querías, como siempre, sermonearme e intentar adoctrinarme. Quieres que sea como tú y ya te he dicho infinidad de veces que no puedo. Ni quiero.

Tú, la superwoman. La que todo abarca y todo lo hace bien. La mejor madre, amante, compañera, mujer trabajadora. Organizada y meticulosa, que cuida de todos sin dejarse nada en el camino. Que no deja ni el más mínimo detalle al azar. 

La mujer que llega a todo sin morir en el intento. Que se cuida sin descuidar ninguna de las otras facetas. Y siempre con su mejor sonrisa.

Y vuelves a decirme que yo tengo que hacerlo. Y a veces lo intento. Pero, te lo repito: no puedo. Siempre me queda una pata coja de la mesa, que calzo con un trozo de papel doblado; o un descosido que intento coser de un modo tosco.

Quizá mis brazos sean demasiado cortos, que no pueden abarcar tanto. Y me quedo con los puñados que caben en mis manos.

No insistas. Yo no quiero ser una superwoman

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