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‘Cuarentinas’… ¿quizá?

Otro año más… Y en esta ocasión, cumplir años se me ha antojado diferente a los demás. ¿Por qué? No lo sé.

La vida nos ha acostumbrado a desear cumplir años cuando somos niños (siempre quieres hacerte mayor) y a no querer cumplirlos a medida que alcanzamos cierta edad.

Creo que he llegado a un punto de inflexión; justo el ecuador de mi vida, como si hubiese vivido la mitad de ella y me faltase la otra mitad para que sea plena. Absurdo, lo sé, porque nadie sabe cuánto tiempo va a estar en este lugar de paso terrenal. Pero, si realmente estoy en la cima de la montaña y ahora se trata de ir cuesta abajo, quiero hacer la bajada lentamente, disfrutando del paisaje y del viaje.

He llegado a esa edad que muchas mujeres jóvenes temen. Pasando de los 40, pero viendo los 50 como algo aún lejano… “Cuarentañeras” nos llaman ahora, en vez de “cuarentonas”, como antiguamente. Ninguna de las dos acepciones me entusiasma; me parecen extremistas. Creo que habría que buscar un nuevo vocablo para definir a las mujeres en esa franja de edad, que no se sienten como si tuviesen 20 años, pero tampoco se sienten mayores… ¿”Cuarentinas” quizá?

Del inexorable paso del tiempo no se libra nadie. Y aunque digan eso de “la edad se lleva por dentro y puedes sentirte joven aunque no lo seas”, la verdad es que nuestro envoltorio se va arrugando y perdiendo lustre. Es inevitable.

A medida que voy cumpliendo años, van apareciendo esos signos de ¿deterioro?: canas, arrugas, pérdida de elasticidad en la piel… Incluso he aumentado de peso (algo a lo que no estoy acostumbrada) y no consigo volver a mi “yo” de siempre. He descubierto (con cierto estupor, si soy sincera) que tengo en el armario un montón de ropa que ya no me sirve. Imposible enfundarme en mis vaqueros favoritos (esos que aún el año pasado me ponía sin problemas)… El cuerpo cambia con la edad – me dice alguien. Y voy a tener que darle la razón. Pero, habrá que mirarlo por el lado positivo: voy a renovar mi vestuario y comprarme unos fantásticos vaqueros que le sirvan a mi nuevo cuerpo de “cuarentina”.

Y ha sido cumplir años y pensar: “ahora o nunca”. Y me he rapado la cabeza. Así, radical. Al uno; dejando asomar el color oscuro de mi pelo, entremezclado con esos brillos plateados que ofrecen mis nuevas canas. Quizá, si tuviese 18 años, no llamaría demasiado la atención… son cosas de la juventud… Pero a estas edades la gente lo ve más como una locura. Yo lo veo, simplemente, como una liberación.

Ya no ofrezco sonrisas fingidas ni palabras dulces a quien no las merece. No voy a donde no quiero ir, ni me quedo donde no quiero estar. Y si hace 20 años me importaba un bledo el qué dirán, ahora me importa dos…

Y a medida que mi piel se arruga,  mi mente comienza a expandirse… Y tengo ganas de aprender, de hacer cosas nuevas, de vivir lejos de prejuicios y convencionalismos.

Y quiero que cada arruga cuente una historia…

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