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Elena Rey; poesía de cuerdas

” (..) al final lo material no importa, aprendes a desprenderte de todo, solo necesito llevar mi violín… y soy feliz”.
 
Ella es una de esas personas que ha dedicado su vida con las mismas dosis de pasión que disciplina a lo que más le gusta. Por eso, ‘solo’ por eso, merece toda mi admiración. Más cuando esa entrega absoluta se inicia desde la primera infancia.

Me abre la puerta y me recibe con una sonrisa de par en par. En pocos minutos descubro que forma parte de ella. Me sorprende su melena y el timbre de su voz. Pero sobre todo la energía que desde el primer instante se le adivina y te regala generosa.

Le pido por favor que toque. Lo que quiera… ‘yo solo voy a disparar mientras te escucho‘.

Y empieza a tocar.

Entonces el dónde deja de importar. Me siento privilegiada de asistir a ese pequeño concierto improvisado solo para mi. Y disimulo mi emoción agazapada tras el visor. El violín siempre me pareció un instrumento especial. Poético, más si cabe que ningún otro. Durante la sesión tuve impulsos de dejar la cámara y simplemente sentarme a escuchar. A dejarme deleitar … y sentir. Pero al tiempo sentía el reto de tratar, una vez más, de captar toda esa sensibilidad y emoción en imágenes. Y no podía ni quería renunciar a la suerte de esa oportunidad. Intentar atrapar la sutil expresión con la que su rostro se entornaba en una sinuosa coreografía con su propia música. Un diálogo fascinante e inenarrable.

Elena Rey es una mujer joven, pero una violinista grande. Sólida y curtida. Dulce y sensible a la vez. Una mujer joven que viaja por todo el mundo “con lo puesto, llevo una vida nómada y lo disfruto (..) al final lo material no importa, aprendes a desprenderte de todo, solo necesito llevar mi violín… y soy feliz”.  Se reconoce afortunada, sin embargo detrás de esa suerte, hay mucho trabajo y sacrificio. Pero ahora brilla un enorme talento.

Es mujer. Toca. Crea.

#mujeresquecrean 

Twitter:@GrelaBravo

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