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Ellos son nuestra historia

La historia de nuestras vidas es una larga novela llena de personajes. Personajes principales y personajes secundarios. Y en cada capítulo van variando; en unos aparecen casi exclusivamente los principales y en otros abundan los secundarios.

En los primeros pasajes (o sea, en la niñez) los personajes principales suelen ser los padres. Un pilar fundamental en nuestras vidas. En la adolescencia hay unos claros protagonistas, que son los amigos. Esos personajes, que pueden ser principales o secundarios, según el momento, pueden aparecer en un solo capítulo, en varios o hasta el fin de la novela. Aquí siempre puede haber infinitas variaciones. Unos son básicos en nuestra historia, otros son como una estrella fugaz. Pero todos aportan algo y dan su pincelada de color, con sus luces y sus sombras.

Pero hay unos personajes que siempre están ahí, de principio a fin, aunque no siempre físicamente. A veces, podrían parecer personajes secundarios pero en realidad son principales. Imprescindibles. El principio de la novela. Son los abuelos.

Si hay alguien que pueda hacer que la infancia de un niño sea feliz, sin duda, son los abuelos. Aunque no todos los niños tengan la suerte de disfrutarlos. Pero el que tiene un abuelo, tiene un tesoro. Ellos son nuestro origen. Los que nos muestran de dónde venimos. Ellos son casa. Nos ayudan a conocer nuestro pasado para entender nuestro presente. Son el amor infinito y la calma necesaria. Fuente sabia de ayuda en nuestra educación. Quizá ellos no puedan enseñar a sus nietos las leyes de la física, pero sí las leyes de la vida.

Los abuelos son una versión acomodada de los padres. Protegen, educan, dan amor, pero quizá sin la responsabilidad final de los padres. Y eso les hace más libres. Son la rosa sin espinas, la playa sin olas, el camino sin piedras, el invierno sin tormentas.

Un niño que ha disfrutado de sus abuelos será, seguramente, un adulto más implicado con el mundo que le rodea, más sensible, más juicioso

Los abuelos tienen el poder de ofrecernos unas enseñanzas que nadie más puede hacer. Son la voz de la experiencia y el nexo de unión entre nuestro pasado y nuestro futuro.

Ellos son nuestras raíces, esas que nunca se deben arrancar. Las que nos permiten crecer y florecer

Ellos son… simplemente, maravillosos.

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