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Los psicópatas no existen

No me entienda mal, lo que sugiere el título de este breve artículo es que psicópata no es un término clínico sino literario, propio de la literatura de ficción, del cine o del lenguaje popular.

La palabra psicópata está formada por la sencilla unión de dos componentes, psique (mente) y pathos (sufrimiento, emoción, sentimiento), por lo tanto la psicopatía seria el sufrimiento de la psique, ergo no sería descabellado afirmar que todos somos psicópatas.

Como dicha palabra no define lo que queremos definir sino que confunde, en clínica usamos otro parámetro, el de Trastorno antisocial de personalidad.

Los antisociales son generalmente personas egocéntricas, impulsivas, frías emocionalmente, carentes de empatía, interpersonalmente explotadoras, con tendencia a cometer actos delictivos, transgredir las normas y aprovecharse de los demás. Además son capaces de admitir la culpa de una acción pero no sentir culpabilidad. Es decir, que se puede asumir haber sido causante de un daño pero no sentir ningún tipo de remordimiento o arrepentimiento al respecto. Esto es debido a la ausencia total de empatía con la víctima, a la que no se percibe como un verdadero ser humano, como un sujeto, sino como un objeto. Percibir a los demás como objetos, satélites que orbitan en torno a un YO y no como auténticas personas tiene mucha repercusión en cómo éstos sujetos se comportan en sus relaciones.

El egocéntrico puro tendrá un concepto del bien y del mal subjetivo, que tendrá que ver con la propia conveniencia y no con las normas objetivas que incluyen y afectan al grupo. Algo será bueno si a él le reporta algún beneficio y algo será malo si le reporta un perjuicio.

¿Pero todas las personas egocéntricas o que han cometido actos delictivos son antisociales? radicalmente no. Diagnosticar es una tarea muy complicada, que requiere de muchos conocimientos, mucha capacidad de observación e indagación y mucha prudencia. Generalmente cuando se comete un crimen que tiene repercusión mediática los periodistas suelen acudir a psicólogos pero especialmente a psiquiatras para demandarles su opinión profesional. Estos se ven presionados a emitir un diagnóstico rápido, alcachofa microfonera en boca, disponiendo de poco tiempo para razonarlo, lo cual no ayuda a aclarar conceptos.

Un trastorno de personalidad es un patrón de conducta estable en el tiempo que proviene de un déficit evolutivo en el desarrollo moral del individuo. El antisocial es uno de ellos pero también existen el narcisista, el límite, el histriónico, el paranoide y el esquizoide. Cualquiera de nosotros puede comportarse egoístamente en un determinado momento, transgredir una norma, tener un brote de ira inapropiado, exagerar emocionalmente, desconfiar o mostrar indiferencia sin necesidad de tener ningún trastorno de personalidad. Además, para complicar la cosa, los trastornos comparten rasgos entre sí, de manera que algunos síntomas se cruzan y en ocasiones es dificilísimo distinguirlos. Por ejemplo, el egocentrismo es propio de los 6 tipos pero mientras que el narcisista buscará que los demás le admiren, el antisocial buscará más bien un beneficio o la evitación de un perjuicio, el histriónico demandará atención para sentirse querido, el paranoide se aislará porque verá a los demás como una amenaza y el esquizoide lo hará por indiferencia.

Pero todavía se puede rizar más el rizo. ¿Una persona con un trastorno de personalidad es un enfermo? ¿es más propenso a cometer actos criminales? y en ese caso, ¿ la enfermedad le exime de responsabilidad?

Solo hay una condición psiquiátrica en la que es relativamente fácil exculpar a alguien de un delito, el brote psicótico. Una persona que padezca un trastorno delirante o alguna variante de esquizofrenia, en pleno estado disociativo, es decir, fuera de la realidad, bajo el influjo de una alucinación auditiva o visual o un delirio (de persecución, por ejemplo), incluso en un estado de amnesia o de pérdida del sentido del yo, realmente puede en ese momento no tener control sobre sus actos. Ahora bien, si la persona toma su medicación regularmente y se estabiliza, sus actos ya se podrán juzgar como los de cualquier otro individuo.

Al margen de estas circunstancias específicas, cualquier persona puede cometer un crimen porque el quitar la vida es un acto tan humano como el darla. Tenga la persona los rasgos de personalidad que tenga, el tema de la responsabilidad hay que mirárselo con lupa.

Entonces, qué nos pasa que somos tan dados a calificar de enfermos a todo aquel que comete un crímen (incluso a los que lo hacen de forma institucionalizada y organizada). Hipótesis: obtenemos un beneficio. Sí, nosotros, el público que observa. Mejor dicho dos.

  • Si el criminal es un enfermo mental entonces se trata de un individuo extraño, que no es normal, por lo tanto lo sucedido es algo excepcional, que no me puede pasar a mi puesto que ni yo ni nadie de mi entorno tiene un trastorno mental.
  • Ofrece una explicación más asimilable y es una forma de resolver la disonancia cognitiva. La disonancia cognitiva es el conflicto que genera el choque entre tesis (lo que pienso de algo) y antítesis (lo que es, el elemento de la realidad que contradice mi tesis). Pongamos un ejemplo: mi tesis es que una mujer jamás mataría a un niñ La antítesis es que una mujer ha matado a un niño. Entro en crisis, no me cuadra, desconcierto. Para resolver éste conflicto puedo tomar varias salidas. Una de ellas es calificarla de enferma, otra sería generar una nueva síntesis, aceptando que no toda acción tiene una explicación psiquiátrica, que sí es algo que puede suceder y de hecho sucede, que nadie es inmune y que hay que responsabilizarse y enfrentarse al tema.

¿Hay algo más perturbador que aceptar la posibilidad de que un asesino pueda ser un individuo normal?

Elia Quiñones

Psicóloga

Experta en T.D.M

www.eliaquiñones.com

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