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Roma Calderón, nu-cabaretera y a mucha honra

Foto: @Paco Estevez

¿Por qué no nos permitimos vivir de forma apasionada?

Roma Calderón se define en su página web oficial como actriz, cantante, show woman y directora escénica. Pero ella lo que verdaderamente es, es una cabaretera que vive y trabaja en el siglo XXI. En la sociedad del riesgo. Un riesgo que asume en sus espectáculos y, ahora, organizando y produciendo el primer festival de nuevo cabaret, Nu-Ca Festival, en el Teatro Fernán Gómez, Centro Cultural de la Villa, en Madrid que durante el mes de mayo presentará espectáculos de artistas tan diversos e interesantes como la mexicana Astrid Hadad, De la Puríssima, La Shica y a ese agitador folclórico que es Rodrigo Cuevas entre otros. Festival que la propia Roma inaugura con su espectáculo Apasionata.

Antonio Hernández (AH) – ¿Por qué decide ser cabaretera, una profesión que no suena muy bien?

Roma Calderón (RC) – No, no suena muy bien porque hubo un momento en el que en esta España nuestra las cabareteras asumieron cuotas de libertad que no estaban bien vistas. Trasgredían o traspasaban unos límites por las que sufrieron un ostracismo que no se merecían. En realidad, lo que estaban haciendo era abrir cabezas, abrir mentes.

Yo no sé si yo llegué al cabaret o el cabaret llegó a mí. En realidad no sabía que hacía cabaret hasta que no pasé mucho tiempo haciéndolo. El cabaret es la expresión escénica que más tiene que ver con mi manera de ser por lo inquieta, curiosa y caleidoscópica que soy.

Nunca me he puesto barreras a nivel creativo de entrada. Luego las que he descubierto que no podía atravesar no las he atravesado. Me he permitido cantar, bailar, actuar, hacer música.

Lo bueno del cabaret es que puedes incluir todas las disciplinas que yo he ido experimentando y probando en mí como el tipo de profesional que soy.

Si hago teatro de texto, canto o coreografío para otra compañía lo disfruto muchísimo. Pero el cabaret tiene mucho más que ver con lo que soy en realidad.

AH – ¿El cabaret es para usted una necesidad?

RC – Sí. Es una manera de autoexploración y de conocimiento. De ponerme límites y de ver donde puedo llegar.

AH – ¿Y ha comprobado que puede llegar más allá de dónde pensaba?

RC – Esta pregunta es curiosa. Nunca me planteo si seré capaz de llegar. Simplemente lo hago. Siento la necesidad de hacerlo y me lanzo. Hay veces que me estrello y hay veces que triunfo.

AH – ¿Qué se aprende cuando uno se estrella y qué se aprende cuando uno triunfa?

RC – Creo que lo mismo. Autoconocimiento. Deberíamos aprender a disfrutar tanto de una cosa como de la otra. Cuando consigues cosas te premias y te sientes fenomenal. Cuando no las consigues te castigas, te sientes mal, te sientes pequeño. No es así. Lo que estás haciendo es conociéndote. Haciendo una criba que es muy saludable. Al final desarrollas una línea mucho más clara y mucho más recta, en donde eres capaz de brillar mejor, generar mejores proyectos, productos y regalos para el público. Al final se trata de crecer. De encontrar tu sitio.

AH- En esa búsqueda de su sitio surge Nu-Ca ¿por qué?

RC – En los 30 años de profesión que llevo he podido situarme en casi todas las facetas de un proyecto creativo. Desde la producción, a la dramaturgia pasando por la interpretación, etcétera. Al final, he descubierto que no soy la única creadora que trabaja en esta línea caleidoscópica y de búsqueda de nuevos lenguajes vinculados al cabaret que es una constante en mi vida. He hecho cosas muy diferentes pero el cabaret es algo que siempre se repite.

A lo largo de todos estos años, me he dado cuenta que mi forma de entender el cabaret es diferente al cabaret que veo y al que tengo acceso. Me permito ser diferente, estar en ese lateral de la carretera, donde me encuentro otros profesionales que también rompen las formas establecidas a las que nos tienen acostumbrados.

Entonces pensé, primero, qué bien que no estoy sola, me siento mucho mejor. Y después, esto tiene pinta de ser un movimiento artístico que todavía no está identificado. Es cabaret pero tiene diferencias con lo que se entiende por cabaret, como ocurre con el cabaret literario o el cabaret político, que sí que están definidos y tienen su propio sitio.

Nosotros no teníamos nuestro propio espacio ni un nombre específico donde se ponga en valor esas diferencias. Las aportaciones que hacemos como seres humanos tienen un valor porque te hacen crecer, sino siempre estaríamos en el mismo sitio.

Así que pensé que si no existía y yo lo veía, le iba a poner un nombre y le iba a dar un lugar. Así nace el Nu-Ca Festival. El hogar para este tipo de trabajos que son muy mestizos, muy gamberros y muy experimentales, que sin dejar de ser cabaret pues tienen todos sus códigos, no son exactamente lo que se piensa que es un cabaret.

No son la idea que ha dejado la película Cabaret ni el cabaret de entreguerras, ni el cuplé, que fue el cabaret español en su momento, ni la revista. Todos estos tiene su nombre, su nomenclatura específica que permite identificarlos.

Nosotros, como profesionales, no teníamos una denominación específica. No se nos podía colocar en ningún lado. Ahora ya sí.

AH – ¿Qué significa Nu-Ca?

RC – Me acordé que en los años 90 apareció el Nu jazz. Seguía siendo jazz pero se mezclaba, se teñía, con las nuevas músicas de aquella década. Un género que ya se ha reconocido.

Nosotros hacemos lo mismo. Somos cabaret de siempre pero usamos nuevas tecnologías, hablamos de nuevos géneros, trabajamos desde el no personaje. Es decir, nos teñimos y nos bañamos en el aquí y ahora. Con lo que sucede en el momento.

Hay una especie de decálogo de los elementos diferenciadores que tienen los espectáculos de nu-cabaret con respecto a los de cabaret al uso. En un espectáculo no tienen porque darse todos los puntos del decálogo para ser nu-cabaret pero todos tienen la valentía, el arrojo, la propuesta desde la libertad.

Como Astrid Hadad [que está programada en el festival] que lleva haciendo nu-cabaret desde los años 80 sin saberlo. Ella lleva su escenografía puesta en el cuerpo. Me parece un arrojo y muy experimental. Además coge el mundo y las canciones típicas mexicanas colocándolas en otro lugar. Puedes pensar que al final canta rancheras, pero su discurso es sobre el aquí y el ahora. Eso es nu-cabaret.

O La Shica, que solo tiene un espectáculo de nu-cabaret. Distinto de lo que hace en sus conciertos. Solo tiene uno y Nu-Ca Festival lo ha encontrado.

Como es un concepto nuevo y está habiendo confusiones sí me gustaría dejar claro que nu-cabaret es el género. Sin embargo el festival se llama Nu-Ca, que viene de nu-cabaret.

AH – Me gusta el nombre porque hace referencia a la nuca.

RC – En un principio no lo había pensado, pero me gusta el nombre también por eso. La nuca es una parte del cuerpo muy sensual, igual que es el cabaret. Es la parte de atrás, una entrada trasera, que me resulta muy interesante. Además, es un común denominador para todos. Todos tenemos una nuca. Y es una parte muy especial del cuerpo, tiene mucha sensibilidad, despierta pasiones.

AH – Aunque habla de que son artistas que están en el margen, de un género que se está construyendo, el festival se va a realizar en el teatro Fernán Gómez, eso es entrar por la puerta grande.

RC – La idea de hacer el festival se me ocurrió hace tres años durante el XIII Festival Internacional de Cabaret de México en el que me di cuenta que había varios profesionales haciendo nu-cabaret sin saberlo, y no solo en España. Desde entonces lo estoy trabajando y he llamado a muchas puertas.

Como es un festival que produzco yo, de iniciativa totalmente privada, quería que las compañías estuvieran protegidas. Muchas de las puertas a las que toqué no me ofrecían condiciones para protegerlas. Al final el Fernán Gómez me dijo que le gustaba mi proyecto y que me daban cobijo y me daban facilidades para hacerlo de la manera que quería hacerlo.

AH – ¿Qué significa que los artistas y las compañías están protegidas?

RC – Significa que el riesgo económico lo corro yo como promotora y no los artistas. La función real de un artista es la de brillar en el escenario. A mí, como artista, me gustaría trabajar en esas condiciones. Aunque son condiciones ideales que cada vez están más lejos de la realidad

Con todo lo fuertes que se nos ve, somos muy frágiles. Motivo por el que creo que debemos estar protegidos, que se nos debe proteger.

AH – ¿Cómo se protege Roma Calderón como artista?

RC – Me protejo con coherencia y fidelidad a mi misma. La mejor manera de defender un trabajo encima de un escenario, de enamorar con un proyecto, es siéndote fiel, coherente con mis pensamientos, mis principios, mi manera de trabajar. No mutar en alguien que no soy por intentar llegar a algún sitio.

Busco dentro de mí. Hago una selección de lo mejor. Lo visto bonito. Lo hago interesante. Y entonces me siento con la fuerza para decir: “Mira que cosa tan bonita he generado para que la disfrutes.”

AH – ¿Qué es Apasionata con el que inaugura el Nu-Ca Festival?

RC – Apasionata cierra una trilogía. Hay una parte de mi investigación que tiene que ver con los espectáculos unipersonales, pero como a mí me gusta la miscelánea y, como soy más que inquieta, he desarrollado una línea de investigación de espectáculos musicales unipersonales con nuevas tecnologías y audiovisuales de tintes cabareteros.

Eso, ahora se digiere mucho mejor. En la actualidad el cabaret en España está comenzando una edad dorada, hay interés y se recibe muy bien.

El primer espectáculo de esta trilogía lo desarrollé en 1994. Era una obra con audiovisuales. Los programadores no lo entendían. Preguntaban si era un monólogo y yo les decía que no porque cantaba. Entonces, me decían que era un musical y preguntaban por el cuerpo de baile. Cuando les decía que no tenía cuerpo de baile que actuaba sola volvían al preguntarme si era un monólogo. Me costó mucho moverlo porque entrábamos en bucle.

En la trilogía hablo sobre las mujeres libres de dentro afuera. Las mujeres tenemos voz, pero bajita. La sociedad está muy masculinizada y por eso tenemos sociedades cojas. La sociedad tiene una pierna masculina y otra femenina. En el momento que solo desarrollamos una de las dos piernas nos pasa lo que a los tenistas que tienen un brazo más desarrollado que otro, están contrahechos. Esta sociedad está contrahecha porque hay una parte importante de la sociedad a la que no se le ha dado su lugar.

Esta trilogía le da su lugar a la feminidad, no a lo femenino. Porque en esta batalla por conseguir nuestro espacio hemos tenido que pasar por encima de nuestra feminidad para hacernos pasar por hombres. Para demostrar que podemos ser tan buenas como hombres.

Las mujeres podemos ser buenas y punto. No tenemos que mutar en algo que no somos. La curva, la fragilidad, la empatía son maravillosas. Aspectos más desarrollados en las mujeres que en los hombres porque históricamente son los lugares en los que se nos ha dejado pacer. Lo que no quita que en estos lugares puedan estar los hombres, pero en los que no se los ha dejado estar y no los han desarrollado. Es una lástima porque son aspectos muy bellos que te enriquecen a ti y a todos los que tienes a tu alrededor.

En esta trilogía quiero poner de manifiesto, mediante la música, el humor y todas las capas de lectura que pongo en los tres espectáculos, que las mujeres tenemos mucho que aportar, siempre y cuando nos lo permitan. En ellos se muestran tres mujeres que han decidido no callarse y regalar su experiencia por si sirve de ejemplo a los espectadores, para lo que ellos tengan que contar de su propia vivencia.

AH – Ha dicho “cuando nos lo permitan”, sin embargo, de esta entrevista se deduce que la que se ha dado el permiso de hacer lo que hace ha sido usted.

RC – Claro, yo me lo he permitido, efectivamente. Por eso hago los espectáculos que hago. No me pongo un “no” por delante. Luego me encuentro un montón de barreras, pero de entrada no pienso en: “no debería”, “no puedo”, “voy a molestar”. No, si tengo que hacerlo, lo hago.

Lo que luego me encuentro son las barreras de “no te programo”. O la de “eres una fresca”.

AH – Pero, eso es el cabaret ¿no?

RC – Sí eso es el cabaret. Ahora estoy viviendo las mieles de lo que he ido sembrando a lo largo de todos estos años. Los programadores ya conocen mi trayectoria, conocen mi trabajo. Aunque actúo en bragas, y actúo en bragas de verdad y no me duele decirlo, ya saben que no son espectáculos vacíos de contenido, que son de calidad, aún haciéndolo en bragas.

Además, son para un target muy amplio. No solo para la nocturnidad o la gente de vida alegre. He actuado ante mujeres que el Día de la Mujer han venido de los pueblos a ver mis espectáculos, y se lo han pasado en grande, como para gente muy jovencita que siente que alguien le da voz. Esa voz que están buscando y no saben donde encontrar. Ven a una tía que dice “No, nena ¿tú qué quieres? ¡Pídelo!”

Así llegamos a “Apasionata”. El anterior espectáculo, “The lovers”, ha dado de comer a mucha gente. Muchas almas, muchas conciencias, muchos corazones rotos. Y me ha dado trabajo durante 4 años, y todavía sigo girándolo. Con todo eso me he permitido ir más lejos. “Apasionata” es un alegato a la pasión. Estoy poniendo encima de la mesa la pregunta “¿por qué no nos permitimos vivir de forma apasionada?” Sin miedos. Sin dudas. Sin flaquezas.

Toda la información y las herramientas que necesitamos nosotras, las tenemos nosotras. Cada vez que permitimos que por alguna grieta nos entren dudas, son como bocaditos que nos dan. Tu dices “¡Voy!” y por el camino te encuentras “Ya, pero y si…”, “No, es que en realidad…”, ahí has perdido fuerza.

No es cuestión de ir por la vida como un descerebrado. Es cuestión de permitirte ser todo tu potencial a la hora de mirar y disfrutar la vida. A la hora de compartirte con la gente.

Lo que hago en “Apasionata” es una verbena italiana con mucha música, números y coreografías disparatadas, porque soy una gamberra y una payasa integral. Al mismo tiempo lanzo preguntas al aire como: “¿Qué mata la pasión?”, “¿Qué pasaría si fuéramos un sí, adelante?”, “¿Deberíamos dosificarnos? ¿Deberíamos dosificar el amor?”, “¿Qué es vivir en pasión?”, “¿Estamos preparados para vivir apasionadamente?”

La conclusión final es sobre la circularidad de la vida. En la vida las situaciones se repiten, los que cambiamos somos nosotros. Es como si siempre tuviéramos una segunda oportunidad para mejorar el resultado, siempre te da la oportunidad de subirse a su tren, y vivir en pasión. Por eso he situado el espectáculo en una verbena donde la intensidad de la vivencia, se asemeja a la pasión, por vibrante y por finita.

En definitiva, no pasar por encima de la vida. Sino estrujar cada momento, cada segundo. Así, cuando estemos a punto de marcharnos al otro lado mirar para atrás y decir: “Por mí no ha sido. Lo que no ha sucedido no ha sido por mí, yo he hecho todo lo que he podido.”

AH – En el dossier de prensa de “Apasionata” se encuentra la pregunta ¿se puede vivir todo el día apasionadamente? ¿Usted qué cree?

RC – Generalmente cuando se piensa en la pasión se piensa en fuegos artificiales, energía disparada. Yo ya tengo una edad y sé que la pasión a los 20 no es la misma que a los 30, los 40, los 50… Cuando hablo de la pasión no hablo de tirarme de cabeza todo el tiempo. No estamos preparado para eso, ni creo que sea necesario.

Vivir en pasión es no pasar por la vida de puntillas. Es entrar sin llamar. La entrevista que estamos teniendo ahora podría ser más vacía, más vaga. Podríamos no mirarnos a los ojos. ¡Qué pena! Hay instantes que se está a cien y otros que se está a uno. Este uno también se disfruta. Se puede disfrutar mucho haciendo un huevo frito.

AH – ¿Hay que estar presente en lo que se hace?

RC – Es que sino ¿para qué estamos aquí? La vida es un regalo que nos pueden quitar en cualquier momento. Todo lo que no meriendes, no toques o no mires de la vida, te lo pierdes. Qué pena perderse toda esa riqueza que tienes a tu alrededor.

AH – ¿Qué le diría a toda esa gente que quiere disfrutar de la vida cómo usted plantea pero que piensa que la vida no le da las herramientas para hacerlo?

RC – Es verdad que no siempre se puede elegir. Hay realidades que son muy bestias, dolorosas y desagradables. Siempre puedes buscar una perspectiva diferente dentro de la realidad que estás viviendo.

De llevar una vida sencilla a llevar una vida anodina hay un salto. Creo que tenemos una responsabilidad, como actuantes de nuestra propia vida, como para hacer de esa vida algo que merezca la pena vivir. También tú decides hasta donde estás dispuesto a aceptar determinadas situaciones, o donde te posicionas tú. Si te enfadas o estas peleado continuamente con tu realidad, igual tienes que cambiar de realidad o por lo menos intentarlo.

Creo que hay un conformismo en general que se resume en frases cómo “Es que es lo que me ha tocado” ó “Es que no tengo la suerte de…”. Yo tampoco. En mi familia no hay nadie que me haya abierto puertas en la profesión. Mi familia viene del campo. De un pueblo chiquitito de Toledo, Villanueva de Alcardete. Lo que soy profesionalmente, lo soy por decisión propia, formación y muchas horas de trabajo. Por eso tienes que estar dispuesta, porque requiere entereza y mucha dedicación. Por eso digo que uno tiene la responsabilidad de activar su vida de alguna manera, aunque siempre hay limitaciones.

Tal vez, esa actitud tiene que ver con la educación judeocristiana de que el poder lo tiene un ser superior y nosotros somos simples mortales. Hablo en “Apasionata” de que somos diosas y dioses en potencia, créetelo. Aunque primero, debes aceptarlo, que no es fácil aceptar que se es una deidad.

AH – ¿Qué cree que hace que la pasión sea diferente dependiendo de la edad?

RC – La madurez básicamente. El aprendizaje. Cuando eres más joven necesitas aprender muchas cosas y vas a ello sin pararte a pensar. Vas acumulando información y haciendo criba. A medida que creces, cada vez tienes más poder de decisión porque te conoces mejor. Con lo que hay cosas que ya sabes que no te apasionan, porque ya las has testado, y no te interesan nada.

De tal manera que cada vez seleccionas mejor y usas mejor tu energía. Cuando eras más joven, que tienes sobrante de energía, vas con todo. Aunque, creo que la energía no desaparece con la edad, sino que aprendes a utilizarla, en vez de que ella te utilice a ti. Tú llevas las riendas, con lo que las cosas que te apasionan van cambiando en función de lo que conoces de ti, lo que sabes que te va entusiasmar y vas a disfrutar. Y si te lo permites, serán las cosas que se vayan instalando en tu vida en realidad.

AH – ¿Qué le recomendaría a alguien que quisiera dedicarse al cabaret?

RC – Que estudie. Que estudie todo. De vez en cuando hago master class, sobre todo cuando voy a festivales, y lo que le digo a todo el mundo es que no se escondan. Parto de que el ser humano es un regalo. Somos millones de universos que nos empeñamos en escondernos para protegernos. Lo bueno de los artistas es que podemos sublimar todo eso que somos y ofrecerlo como un regalo.

Lo primero de lo que hablo a los asistentes a las master classes es de coherencia y de sinceridad. Les digo que no se engañen porque el público lo nota y no sirve para crecer. Engañarse es una pérdida de tiempo.

Luego les digo que tienen que tener un apetito voraz. Tienen que aprender de todo. Hay que buscar, buscar y buscar. Lo que no te siente bien no lo hagas, si una comida no te sienta bien no la vuelves a comer. Si no te sienta bien cantar, no cantes. Si te sienta bien hacer malabares, hazte malabarista, pero el mejor del mundo, y mételo en un cabaret.

Coherencia y conciencia. Cuando te subas a un escenario eres el cocinero que está preparando un platillo especial para alimentar el alma, el espíritu, del público. Ten muy presente de lo que vas a hablar, cómo lo vas a contar y transmitir y cómo se lo van a comer.

AH – ¿Cómo de importante es el público en los espectáculos de Roma Calderón?

RC – Fundamental. Intento que el público entre en mi universo, que formen parte de él. De tal manera que cuando termino el espectáculo y me bajo es como si fueran de la familia. De hecho, tengo muchos amigos que se han convertido en amigos después de venir a ver mi show. Porque me conocen, muestro lo que soy. En realidad, es un alter ego, no soy yo yendo a comprar el pan, que es algo poco interesante. Pero soy yo.

Eso es un regalo. El ser humano se protege. Cuando el ser humano se muestra de otra manera, ves que el público se relaja. Al final el público me permite entrar en ellos. No se sienten agredidos porque la primera que se pone en evidencia soy yo que soy igual que el resto de los mortales. Tengo miedo, tengo risas, amores, historias, lo mismo.

Lo que sucede es que el público, que entra diciendo “a mi no me saquen al escenario”, al final me pide salir a escena. De alguna manera se convierte en parte activa y actuante del acto mágico que sucede en el teatro.

AH – ¿Qué no le han preguntado nunca y le gustaría que le preguntaran?

RC – Hoy precisamente estaba hablando con mi distribuidora, Teresa Velázquez, una maravillosa compañera de viaje y, además, muy buena profesional, de lo difícil que lo tenemos cierto tipo de mujeres en esta profesión.

Si eres mujer, no eres una jovencita, no haces televisión y, por tanto, no tienes una visibilidad brutal, te autogestionas, es decir, que no tienes una productora potente que apueste por ti sino que eres tú la que apuesta por ti, y, además, tus espectáculos no son tragedias griegas, ni shakespeares, ni chejovs sino que te metes en lo experimental cabaratero, es como rizar el rizo 24 veces. Me falta sentir respeto. [algo que dice con firmeza pero sin perder la sonrisa que ha mantenido durante toda la entrevista y sosteniendo firmemente la mirada]

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