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¿Tú cuándo eres feliz?

Todos tenemos un albarán de momentos en la despensa de las pequeñas alegrías. ¿Cuáles son los tuyos? ¿Cuándo eres feliz?

Soy feliz cuando me busco, me observo y me encuentro… y me acepto. Cuando aprendo a disfrutar del “aquí y ahora”. Cuando me empeño en buscar la lectura positiva de las situaciones. Cuando lo consigo. Cuando lo consigues. Cuando eso se contagia sin darte cuenta.

Soy feliz cuando me cuido, me quiero y me respeto. Cuando bailo como si nadie me mirase. Cuando soy divertida y robo sonrisas sin proponérmelo. Cuando conduzco con la música alta para no escucharme cantar, y así creerme que lo hago bien. Cuando ando descalza y me riñes. Cuando escucho y me siento escuchada. Cuando él me dedica canciones que hablan de amor. Cuando ella me descubre la esencia de las pequeñas cosas. Cuando nos contamos nuestra vida con la excusa de tomar algo. Cuando compro zapatos y los tengo que estrenar urgentemente. Cuando mamá me da sus abrazos y termina todos sus mails con un te quiero”. Cuando abro mi bandeja de entrada y te leo. Cuando veo atardecercontigo. Cuando respiro en la playa. Y en el faro. Cuando alguien se acuerda de mi, y me lo hace saber. Cuando yo hago lo mismo. Cuando me descubro pensándote en lo cotidiano. Cuando mi rutina es veros sonreír. Cuando me paso las noches colgada al teléfono, aunque solo sea una excusa para colgarme de tu risa. Cuando me siento comprendida. Cuando hago fotografías y escribo. Cuando observo a las personas con curiosidad y sonrío. Cuando vamos al parque con una manta y una vela. Cuando soy un manojo de inquietudes y me pierdo entre libros. Cuando viajo. Cuando desordenamos y ordenamos juntas, y nos reímos de nuestras tonterías. Cuando mi ropa huele a ti. Cuando (os) comparto. Cuando me siento en nuestro banco. Cuando apoyo a reparar alas rotas mientras despeino emociones. Cuando retoco ilusiones poniéndolas en tierra firme. Cuando, otras veces, le suelto el pelo a mis sueños para que vuelen un ratito. Cuando, a todo, le pongo mi toque personal.

Soy feliz cuando me permito estar triste. Cuando entiendo que la vida no es de color de rosa. Cuando reacciono. Cuando me doy cuenta que, como mínimo, siempre hay dos maneras de interpretar y hacer las cosas. Cuando elijo y decido conscientemente. Cuando decido no cambiar. Cuando lo hago. Cuando cojo el toro por los cuernos. Cuando no me ando por las ramas o, por el contrario, me quedo un rato “en la parra”. Cuando priorizo mis necesidades a mis apetencias. Cuando lo hago a la inversa a pesar de saber que no es el orden correcto.

Soy feliz incluso cuando las cosas no van como espero. Porque ahí también está la clave. Porque las cosas no siempre son fáciles aunque sí se pueden hacer sencillas. Porque en esos momentos es cuando realmente aprendo. Porque hasta que no caigo, no sabía a cuánta altura estaba del suelo. Porque cuando estoy en el fondo, todo lo que queda es subir… Porque cuando miro hacia atrás, veo todo lo que he recorrido y valoro cuánto me costó subir. Y sonrío. Y me siento orgullosa. Y pa’lante… sin despeinarme.

Soy feliz… cuando quiero. Del verbo querer y con consentimiento informado a mí misma. Cuando decido serlo y no permito que pequeños contratiempos transitorios alteren mis botecitos de momentos agradables que guardo con tanto esmero en la despensa.

Soy feliz cuando (me/te/os) quiero.

… porque sé que si se quiere, se encuentra la manera.

… porque, al fin y al cabo, la actitud es lo que cuenta.

Porque la felicidad es un derecho universal.

Reparando alas rotas

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