Dicen que ser madre es la experiencia más maravillosa que una mujer pueda vivir.
Sí, es verdad. Por lo menos para mí lo es. A veces nos faltan palabras para describir lo que es ser madre, porque “si no lo has vivido, no puedes entenderlo”.
Pero, ¿qué pasa cuando no consigues realizar tu sueño de ser madre? ¿Cuando la naturaleza parece decirte que esta experiencia tan maravillosa no es para ti?
Para la mayoría de la gente, esta gran aventura empieza por un momento de amor e intimidad entre dos personas que se quieren. Pero para el 15% de nosotros, los principios son mucho menos románticos…
En vez de una velada tierna o apasionada, la cita es con un médico que no es ni tierno ni apasionado.
En vez de felicidad y euforia lo que se experimenta es estrés, miedo y decepción – o incluso celos, y culpabilidad por tener estos celos.
En vez de palabras inspiradoras como amor puro o regalo de la vida, hablamos de “infertilidad”, de “reproducción asistida”, de “inseminación” o de “fecundación in vitro”. Que bonitas palabras, ¿no?
Sí, es verdad. Tener un hijo es una de las cosas más bonitas que hay en esta vida, pero para algunos (cada vez más numerosos) no es para nada un camino de rosas. Por mi total sorpresa, fue mi caso.
Que yo recuerde, siempre he querido ser madre. Cuando los médicos nos dijeron que tendríamos que recurrir a la Fecundación in Vitro, mi universo se derrumbó.
El proceso fue largo y duro, marcado por fracasos, estrés, ansiedad… y mucha soledad.
Soledad porque no conocía a nadie en mi situación.
Soledad porque esta también es una de estas cosas que “si no lo has vivido, no puedes entenderlo” – sin embargo, los que lo viven lo hacen en el más absoluto silencio.
Soledad porque estas cosas simplemente no se comentan: por vergüenza, por miedo, por superstición… La infertilidad es un tabú del que la gente no quiere hablar.
Ahora soy la madre feliz de 2 niñas preciosas. Obviamente, las gracias las tengo que dar a los médicos de reproducción asistida quien – a pesar de lo fea que es la palabra – hacen un trabajo admirable y tienen mi eterna gratitud.
Pero también les debo las gracias a los terapeutas de medicinas naturales (osteopatía, sofrología, masajes, acupuntura) que me ayudaron a relajarme y a optimizar los tratamientos de fertilidad. Y les debo las gracias a estas personas: amigos, familia, compañeras, quien me forzaron a abrirme y me procuraron este apoyo emocional que tanto necesitaba.
Estos momentos ya están detrás de mí, pero acompañaron mis primeros pasos como madre y, de alguna forma, me hicieron crecer y darle otra perspectiva a la familia y a la vida.
Por esto hoy quiero hablar del proyecto She Oak, una asociación sin ánimo de lucro cuya misión es proporcionar a personas con problemas de fertilidad un apoyo físico, psicológico y emocional, que estén siguiendo o no tratamientos de fertilidad en clínicas de reproducción.
Un apoyo físico y psicológico a través de profesionales expertos en fertilidad: terapias naturales (acupuntura, osteopatía, etc.), ayuda a la relajación (ejercicios de relajación, masajes, yoga terapéutico), psicólogos y coachs.
Y un apoyo emocional basado en el poder del compartir y en el “juntos somos más fuertes”: She Oak pone en contactos a pacientes con la misma situación y/o tratamiento de fertilidad, para que puedan compartir sus experiencias y buscar un apoyo emocional directo y mutuo. Según las preferencias de cada uno, se puede hacer de manera individual (de uno a uno), o en grupo (a través de sesiones grupales online moderadas por un psicólogo).
La infertilidad afecta a 1 de cada 6 parejas: todos tenemos a alguien afectado dentro de nuestro entorno cercano.
Ayuda a que la “infertilidad” deje de ser una palabra fea y tabú, y que se pueda vivir el proceso con más serenidad y confianza.
¡A por más padres felices!