En una lejana aldea india de EUA, una anciana y sabia mujer de blancos cabellos recogidos en una larga trenza, contaba una bonita historia a todos los pequeños que la rodeaban junto al fuego de la hoguera.
Existió una vez, en una civilización lejana una mujer perdida, una mujer necesitada de reencontrarse, una mujer con muchas inquietudes que necesitaba encontrar un sentido a su vida. Decidió que había perdido demasiado tiempo y que le había llegado la hora de luchar por su ilusión y de cumplir sus sueños y no el de los demás como llevaba haciendo tantos años.
Una gran persona que se cruzó en su vida, le mostró el camino que debía seguir, y ella, sin dudarlo ni un momento, se lanzó a la aventura.
- Quién era esta persona que se cruzó en su camino?, preguntó una curiosa niña.
- Un ángel, nuestra protagonista siempre decía que a lo largo de su vida le iban apareciendo ángeles reencarnados en personas cuya función era guiarla cuando ella estaba perdida.
Empezó su aventura, y como todos cuando empezamos una nueva aventura, se sentía expectante, nerviosa, ilusionada y esperanzada.
Para llevar a cabo esta aventura, debía hacer un viaje en un lujoso tren y recorrer uno a uno todos sus vagones.
Sin pensarlo, se vistió sus mejores galas, cogió lo que creyó necesario y subió en el primer vagón.
Allí se dio cuenta de que el viaje era compartido, que lo hacía con más personas, pero desde el primer momento sintió que estaba acompañada en cuerpo y alma.
- Cómo puedes estar acompañada en cuerpo y alma, gran sabia? Cómo lo notas?
- Mira pequeña, Estás acompañada en cuerpo y alma cuando dos personas son capaces de fundirse en una misma, cuando dejas de pensar en ti como persona individual y piensas en el otro, y cuando la felicidad o los logros del otro te traspasan y te llenan como si fueran tuyos propios.
En este vagón había mucha ilusión, muchas ganas de viajar, muchas ganas de aprender, de experimentar… Fue un viaje intenso, un viaje transformador en el cual de la nada, surgieron cosas preciosas, surgió una maravillosa conexión entre las personas.
Ella se sentía feliz por lo que había encontrado, feliz por haber tomado la decisión de arriesgar, y muy, muy ilusionada de poder pasar al siguiente vagón e impaciente por ver lo que estaba aun por llegar.
Pasó al segundo vagón y allí se añadieron muchos más acompañantes, ella se sentía nerviosa, ya que quería la misma complicidad que había en el primer vagón y temía que todo este viaje cambiara. Pero no fue así, sino todo lo contrario, La magia del primer vagón nada tenía que envidiar con la que había en el segundo vagón.
Cómo esto era posible?, Ella no salía de su asombro, se sentía feliz, feliz de poder hacer lo que más le gustaba.
- Qué es lo que más le gustaba?- preguntó un travieso niño que jugaba con la arena.
- Ella era feliz compartiendo, era feliz acompañada, era feliz ayudando y colaborando, se trataba de una persona muy, muy generosa.
- Qué más había en este vagón?, preguntó una pequeña impaciente.
En este vagón, ella pudo poner nombre a su esencia en forma de valores, pudo alinearlos para encontrar un propósito a su vida.
Siempre había caminado por la vida sin haber pensado en ese propósito, sin un fin concreto y después de hacerlo, todo cobró sentido.
¿Sabéis lo que encontró también?, encontró la imagen de la persona que más la ama del mundo, de la persona que siempre está a su lado pase lo que pase y que la empodera para que sea mejor cada día. La persona que reúne todo lo que es importante para ella ( la sabiduría, la tranquilidad, la paz, el sosiego, la experiencia, la elegancia…) Esta es su capitana.
- Es como mi mamá!!! gritó saltando la más pequeña de las niñas
- Jajaja, más o menos, respondió la anciana. Con la diferencia de que está dentro de ella, en su mente y en su ser.
El segundo vagón, había sido maravilloso, lleno de fantasía y bienestar, y dejó a nuestra amiga eufórica con lo que había aprendido y con lo que había podido compartir con tanta gente nueva, diferente, especial, mágica.
Llegó al tercer vagón ansiosa por aprender más, por tener más herramientas para sus aprendizajes y feliz de reencontrarse con las personas que la acompañaban de nuevo.
El tercer vagón le mostró que todo, todo lo que quería sólo estaba en su mano, ella se dio cuenta de que todo era una elección, y no sólo eso, sino que todo podía cambiar desde el lugar desde donde lo miraba, y que sólo ella tenía la elección de elegir desde dónde mirar.
Algo tan sencillo la fascinó, no se creía que todo estuviera en su mano.
Desde ese momento, dejó de mirar y de buscar soluciones fuera y aprendió a buscarlas dentro de ella misma.
- Yo también puedo elegir?
- Todos tenemos la posibilidad de elegir, únicamente debemos mirar hacia nuestro interior, sentir y confiar.
En este vagón dejó atrás parte de su pasado, parte de lo que había sido hasta ahora, Dijo NO a todo lo que se desprendía y dijo SI a todo lo que quería ser y sentir.
Y llegó al siguiente vagón. Y como en toda aventura, no tiene que ser todo color de rosa y maravilloso.
Este vagón la condujo a sus malos recuerdos, este vagón le dio donde más le dolía e hizo que viviera tres días metida en su zona más oscura, más dolorosa, más triste.
Su aprendizaje fue que somos luces y sombras, y debemos saber estar en ambas, pero sobre todo, aceptarlas y convivir con ellas.
- A mi no me gustan mis sombras!!!! Exclamó una niña enfadada.
- No nos gustan, pero debemos entender y aceptar que forman parte de nosotros y que también define lo que somos, por lo que, por muy doloroso que sea, debemos tenerlas muy presentes para poder aprender de ellas.
Esto es lo que ella se llevaba de este oscuro vagón, que las sombras remueven, duelen, pero también transforman y con cada transformación hay crecimiento.
Y valoró mucho el llevarse como amigo de este vagón al SILENCIO, creo que la acompañó para siempre en su vida.
Pasó como mejor pudo el transcurso entre vagones y por fin llegó al último vagón de su aventura.
En este vagón todo era juego y diversión, todo era locura desenfrenada, sin límites y euforia. Sintiendo pura adrenalina hizo cosas que nunca había hecho ni se había creído capaz, y se sintió muy orgullosa por ello, sintió que no es tan malo ni tan incómodo salir del área de confort como lo imaginaba, incluso tiene su especial adrenalina.
Habló sin necesidad de utilizar la voz, únicamente con miradas o danzas.
Sintió la tremenda y potente conexión con las personas únicamente mediante la mirada y los movimientos. La maravilla de la conexión, de la generosidad, del compañerismo, de la esencia y de lo más primitivo de las personas, de la VERDAD.
También disfrutó descubriendo a parte de las personas que acompañan a su “capitana”, personas que encarnan y hacen que ella pueda utilizarlas allá donde desea, la sensual, la valiente, la positiva, la alocada…. Esto le daba más confianza, y la hacía sentir segura, siempre podría recurrir a ellas en caso de necesitarlas, y quería que todas ellas formaran parte de su día a día ya que las tenía bastante olvidadas.
- Si este era el último vagón aquí se acaba la historia? preguntó una pequeña con una bella muñeca en los brazos.
No! respondió la anciana. Ella, se tuvo que bajar del tren, ya que no le quedaban más vagones por explorar, pero le quedaba una larga y preciosa historia por escribir, por vivir, y la convicción de que, por fin, sabía lo que quería hacer en su vida.
Lo que se llevó de esta aventura, es un gran aprendizaje, pero sobre todo, emociones y sensaciones que ya forman parte de su historia para siempre, que siempre estarán dentro de ella y que sólo por ello, todo su viaje valió la pena.
Cosas que jamás pensó que podría sentir y experimentar como abrazos y besos desde el corazón, miradas que hablan, palabras que traspasan, bailes que unen, gestos que llenan, silencios llenos de discursos.
Ella decidió seguir luchando y nunca, nunca tiró la toalla hasta que pudo escribir el final que más anhelaba para su cuento:
…. Y ella fue feliz para siempre…..