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Sofía

Creo que mi hija Carla apenas duerme, a veces la veo a lo largo de la noche encender continuamente la luz, enciende y apaga a los dos minutos, desde pequeña duerme con la puerta abierta yo creo que el miedo se le quedó dentro, nunca lo perderá. Al principio iba a su habitación pero su respuesta siempre era la misma, mamá vete a dormir que mañana madrugas, y se giraba en la cama dándome otra respuesta, la de mamá no quiero hablar contigo de nada. Por todo esto lloré mucho, me hubiese gustado haberlo hecho mejor pero no fui capaz, cuando las cartas vienen mal no hay mucho que hacer, pero me gustaría que fuera feliz y no lo es, creo que hasta los 9 años soñó con una vida maravillosa y descubrir la realidad la ha atormentado.

Hace unas semanas se despistó, si fue un despiste porque mide cada milímetro para saber si he estado viendo cosas suyas, si he controlado su ropa, sus bolsillos, su móvil o su ordenador, coloca un hilo en la puerta cuando se va para saber si he entrado, he cedido porque estoy cansada de discusiones diarias con alguien que nunca me escucha, nunca se pone en mi lugar y siempre cree que cada decisión va en su contra, es mi hija, la amo más que a nada en el mundo. Un domingo timbraron y sin contestar bajó corriendo, sin cerrar la puerta, solo un “ subo ahora” , entré en la habitación y moví el ratón del ordenador y vi lo que pude imaginar muchas veces, vi lo que no quería ver, una web sobre enfermedades mentales, síndrome de lima, trastorno de identidad disociativo, esquizofrenia…  salí corriendo de la habitación, me senté en el sofá, oí un primer portazo, la puerta de casa, el segundo la de su habitación.

Carla fue el sueño de una pareja, fue la luz de dos personas que no entendían la vida sin estar juntas, fue el motivo de nuestras vidas y el sueño de futuro, de crear magia para que ella fuera feliz, no necesitábamos nada solo estar los tres juntos, Carla, Mario y yo, la magia voló al abrirse una ventana y destrozó muchas vidas.

Eran tan iguales, no solo esos ojos verdes, era esa forma de mirar, de arquear una ceja cuando se asombraban de algo, de reírse sin medida. Carla en solo 9 años adoptó la actitud de su padre, era luz, era despertarse siempre feliz, era como él puro nervio, la vida se va, la vida pasa rápido, mamá te quedas atrás, mamá mira esto, mamá escucha, mamá corre….y yo los seguía a distancia sencillamente porque su amor era tan real que necesitaba verlo al margen de ellos.

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