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¿Bailas?

¿Bailas?

Así empieza todo, así de sencillo, una pregunta que lleva a un baile que es un juego que es un lobo con la boca abierta para devorarte. El yin y el yan, el cielo y la tierra.

Existe una danza secreta, casi un misterio. Unas deciden contarlo y otras se lo guardan en la boca con sabor a tierra dulce para explotarlo las noches de luna llena.

El baile es de una pero ella piensa que es de dos. Empieza a un ritmo tan lento que a penas te das cuenta, luego va más rápido, luego lento otra vez…y así todo el tiempo. Un baile que tropieza y no avanza, un baile que se queda suspendido y girando sobre sí mismo.

Ella quiere que el la lleve pero él permance más inmovil que una piedra. Ella alarga sus brazos para agarrarle fuerte y que no se le escape. Podría elegir bailar sola, pero no lo hace, quiere que él la acompañe, así que insiste, lo hace con miel en los labios y hierro en el corazón.

Niña siente tu cuerpo de mujer, de niña, de madre y de abuela. Siente como baila al sol y bajo la lluvia sin esfuerzo. ¿Es que no lo ves?

No persigas a quién no quiere bailar contigo. Su movimiento es otro, circular y nuevo. El tuyo es distinto, el más antiguo de los tiempos lleno de azúcar y sangre.

Suéltalo para bailar sola, para encontrar tu baile, tus pasos y quédate ahí. Entonces, si alguien quiere bailar y conoce tu baile recíbele con los brazos abiertos y el corazón grande.

Dejaros llevar por el momento presente, allí donde todo es hueco, y ser uno en ese baile eterno porque solo así se baila, solo así el corazón vuela.

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