Llevo ya unas semanas leyendo el interesantísimo libro El caliz y la espada de Riane Eisler. En él Riane describe la historia de la humanidad a través de nuevos descubrimientos y perspectivas. Usa la arqueología, los libros sagrados, la mitología, la historia… para desgranar nuestro pasado.
Una de sus conclusiones es que hace unos 4.500 años en Europa existió lo que ella llama una sociedad solidaria. Los yacimientos encontrados de esa época muestra una sociedad volcada en las artes y en el bien común. Una sociedad donde la tecnología tenía como finalidad la mejora de la calidad de vida de las personas. Una sociedad donde no existían murallas, ni armas y en vez de asentar los pueblos en colinas de difícil acceso lo hacían en valles fértiles y bellos. Una sociedad donde no hay representaciones de sus mandatarios, sino representaciones de la naturaleza y de la Diosa como dadora de toda vida.
En esta sociedad hombres y mujeres eran tratados como iguales. Quizás la mujer tenía un peso ligeramente superior por tan ligero que solo aparece reflejado en algún “extra” que incluía alguna tumba femenina. Las mujeres eran gobernantas, eran sacerdotisas, juezas y estaban incluidas en todas las esferas de la sociedad.
Todavía hoy en día tenemos representaciones que nos recuerdan a esta época. El símbolo de justicia lo representa una mujer. La sabiduría también es mujer. La serpiente, que era la representación por excelencia de la Diosa, sigue hoy representando la salud en las farmacias…
Estas sociedades solidarias fueron paulativamente destruidas por pueblos periféricos de europa que veneraban la espada en vez del cáliz. Pueblos que ya no inventaban para el bien común sino para la destrucción y la guerra. La adoración a la Diosa y a la vida se fue cambiando por la adoración a la destrucción y a la muerte.
La espada se fue imponiendo y el sistema patriarcal empezó a dominar el mundo. Un sistema en el que la mujer pasó a estar subordinada (ya que no contaba con la fuerza del hombre), menospreciada y usada más como un objeto que como un ser humano. La aniquilación de la civilización solidaria hizo que retrocediéramos enormemente.
Este cambio requirió que los antiguos mitos, historias y leyes fueran cambiando también para apoyar este nuevo poder. La Diosa desapareció y se cambió por un Dios supremo varón. Los mitos cambiaron para enseñar a la población las nuevas normas imperantes.
Un mito que cuenta Riane en su libro y que me hizo especial daño fue el de Atenea. Atenea es una diosa griega y Minerva (mi nombre) es su equivalente en romano. Dice el mito que un hombre había matado a su madre. El jurado griego estaba dividido entre absolverlo y condenarlo a partes iguales. Entonces aparece Atena y sentencia que ella salió de la cabeza de Zeus (Dios supremo) y que no tiene madre, por lo que no está demostrado el lazo sanguíneo de madre a hijo pero si de padre a hijo. Como no existe este lazo el hombre quedó absuelto de haber matado a su madre. De ahí en adelante la descendencia patrilineal sería la norma en vez de la matrilineal. Y yo deduzco que de ahí vienen temas como que el apellido del padre vaya antes que el de la madre. O, como aparece en la película de Sufragiastas, en la Inglaterra de 1920 los hijos fueran propiedad del padre y la madre no tuviera ningún derecho sobre ellos.
Es increíble la perversión a la que llega el sistema para negar algo tan obvio como que un hijo es de su madre…
Otra historia interesante es la de Adam y Eva. Según la autora esta historia demuestra el cambio del sistema solidario al dominante. A Eva le dice Dios que no coma la manzana. Eva, que es una mujer y por lo tanto tiene plena facultad para hacer lo que quiera (reminiscencia de la civilización solidaria) come la manzana porque no tiene que darle explicaciones a nadie. Entonces Dios, convertido ahora en el Dios amenazante y dominador de la civilización patriarcal, los castiga y culpa a Eva por los siglos de los siglos. Y Eva, o sea, todas las mujeres, llevamos esta culpa por los siglos de los siglos…
Esta culpa nos lleva a cosas como que a una mujer violada le pregunten qué llevaba puesto, que si iba con minifalda y sola por la noche su culpa es. NO del violador, no, es culpa de ella. Como también lo es si “seduce” a un marido. O si vive su sexualidad libre, porque entonces es una puta. O si se da un respiro y deja a los niños con el marido y se va con las amigas, porque es mala madre… y entonces la culpa nos acompaña en todo, allá donde vayamos… Ellos se lo han montado bien, son los que violan, los que dominan, los que maltratan pero somos nosotras las que nos sentimos culpables. Es realmente increíble como está montada esta cultura patriarcal…
Sin ir más lejos está el reciente caso de las dos chicas que mataron mientras hacían turismo en Ecuador. Algunas voces decían que la culpa era de ellas por viajar solas. Esta violencia por parte de los hombres y esta culpa por parte de las mujeres como veis viene de muy lejos, de una civilización de la espada impuesta desde hace miles de años.
Así es que hoy, Día Internacional de la Mujer, quiero animar a todas las mujeres a que nos quitemos la culpa de encima, a que miremos el mundo con nuevos ojos y nuevas posibilidades, porque fuimos grandes, bajo la igualdad creamos sociedades justas y prósperas. Y porque ya somos muy muy grandes. Somos heroínas. Y si este sistema todavía no lo ve, por toda la historia y represión que llevamos a nuestras espaldas, que por lo menos empecemos a verlo nosotras en nuestro interior. Tenemos que ser conscientes de lo grandes que somos. Esa fortaleza esta ya consiguiendo, cada vez más, que la balanza se incline hacia una sociedad más justa e igualitaria para todas y todos. La sociedad solidaria existió y puede volver a existir.