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Las fieras a las jaulas

“Es inútil”, se dijeron, entre lágrimas de impotencia, “nunca debimos convencerle de que esas alas de plástico servían para volar. En su lugar, debimos comprarle aquel disfraz de domadora de leones”.

Si todos supiéramos leer en la bola de cristal.

Mientras sus alas la llevaban a disfrutar de las nubes, y volando construía sus sueños, las fieras humanas del circo de su barrio, se juntaban en manadas, hambrientos buscaban una presa y la atacaron cuando se posó un día en el suelo. Sus delicadas alas no le sirvieron para levantar de nuevo el vuelo.

Quizás el látigo hubiera ayudado a que fuera ella la que cerrara la función, después de devolver las fieras a sus jaulas.  

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