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MATSUO BASHŌ Y EL MINDFULNESS

El principal objetivo del hombre es quizás no perderse en sí mismo mientras intenta encontrar las respuestas a las preguntas que le plantea la vida. Así mismo la vida suele ser un continuo de incertidumbres que habitualmente no acabamos de resolver hasta que reflexionamos una vez pasadas cuando ya solo podemos utilizar los conocimientos adquiridos para las dudas aún futuras. Aprender que la máxima aspiración es estar buscando algo aún desconocido e intentar aprender de ello, en las circunstancias en las que se dé nos aporta sabiduría y una sensación de ignorancia. Oku no Hosomichi o traducido al español Senda hacia tierras hondas trata sobre la vida, un largo camino aún por recorrer.

Bashō (Ueno, 1644- Osaka, 1694) intenta plasmar en esta obra un viaje poético hacia el interior, la búsqueda espiritual de uno mismo a través de la poesía y, la poesía como testigo del viaje. El viaje real existió, fue uno de los viajes que llevó a cabo por las sendas de Oku hacia el monte Yudono, un lugar con cierto misterio y secretismo pues estaba prohibido hablar sobre lo ocurrido o visto allí.

La obra va transcurriendo como el hilo de la vida: alternando momentos intensos y de calma, fragmentos de gran emoción con otros de contención y equilibrio. Aunque la obra original no tiene secciones en las traducciones se han ido añadiendo, quizás para mayor claridad, nombrándolos con los topónimos donde se realizaron los diferentes poemas.

Y es que, en realidad, Bashō escribió Oku no hosomichi más como viaje para sí mismo que para un lector externo. Así, la obra tiene la misma estructura caótica e imprevisible de la mente, sin interrupciones, leyes o reglas que busquen una organización.

Mezclan sus haikus la reflexión, la alegría, la melancolía…describen momentos de contemplación y atención plena. El discurrir de la vida hacia un destino que se proyecta en un monte como alegoría a la muerte.

El resultado del viaje hacia tierras ignotas es el aprendizaje sobre uno mismo, el autoconocimiento. Corrigió y pulió durante 4 años los poemas de esta pequeña obra. Resultan así, aprendizajes condensados sobre el vivir, sobre el estar presente y en contacto con lo que sucede, sin pretender explicar o racionalizar ni siquiera contener el momento, solo dejarse ir, ser.

Bashō fue a veces poco comprendido por sus haikus. La mayoría de su obra fue, en ocasiones considerada menor, destacando excelencia solo una pequeña parte y, sin embargo, es considerado uno de los grandes haikidistas de la historia. En muchas ocasiones, la grandeza está en uno mismo y no en la consideración ajena.

Bashō pseudónimo literario de Matsuo Kinkasu, siempre vivió para él, para su propia satisfacción personal, trasladando su interés por la filosofía zen y los cuatro principios budistas a su poesía:

  • Todo el universo es impermanente. Está en continuo cambio, en continua evolución.

  • Todo el universo está interrelacionado. Nada escapa de los efectos de cada suceso, de la respuesta con la que actuamos ante cada hecho.

  • La salvación y la iluminación para llegar al nirvana, no es el saber, es el simple estar presente.

  • Todo maestro no otorga la verdad, orienta y guía para que uno mismo la encuentre.

Cada poema es una meditación, un momento de atención plena y exclusiva al mundo y a sus elementos, es un viaje en la vida y con la vida. Sin buscar darle un significado, sin pretender encorsetarla en unas normas, solo dejando ser.

Su obra, escrita en el siglo XVII sigue actual y necesaria hoy en día, época en la que Occidente está acogiendo la sabiduría y el entender oriental sobre la meditación y el Midfulness para aprender a vivir en comunión y con la mente abierta, conscientes de aquello importante: aprovechar cada momento, ser y disfrutar el presente.

Sus breves introducciones de cada momento, su descripción parcial (esencia del haiku) hace que el lector cree una imagen y la complete con su sentir profundo. Fomenta el entrar en un mismo y sacar un poco de uno mismo al mundo también. Aporta paz y nos hace caminar por senderos imaginarios, por un camino personal, hacia un objetivo propio.

De esta manera, su lectura debe ser reflexionada y completada con la experiencia, con el sentir propio, tratando de recrear las imágenes, los paisajes, los elementos que él mismo debió experimentar mientras recorría el territorio dejándose empapar por la naturaleza.

En nuestro camino personal, con los eventos que se nos van sucediendo, también nosotros deberíamos tratar de prestar una atención plena a todo lo que nos rodea, aceptando y encontrando el aprendizaje. Al abordar a poetas actuales deberíamos tratar de encontrar en su poesía también algo de nosotros.

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