MARIONETAS DE OCASIÓN
Al llegar estas fechas tan señaladas, la saturación de la muchedumbre en las calles como una diligente amalgama dentro de una grandiosa ratonera, perturba el continuo parpadeo errante de los astros, la plenitud del horizonte en calma y los recuerdos prendidos en el aire…
Recuerdos de cenas familiares alrededor de una alargada mesa repleta de suculentas viandas, mazapanes, turrones, polvorones y tantas otras delicias…
Como deliciosos fueron tus besos robados a escondidas, apenas unos niños, apenas el mundo se movía bajo nuestros zapatos, al mismo tiempo que la infancia se nos esfumó como el humo de un cigarrillo…
Una espesa humareda sin rostro que encoge los músculos de los abrazos, convirtiéndolos en pesadillas, en aquella Nochebuena donde los ojos de los puentes llevaban cadáveres huecos de felicidad, risas histéricas anudando las ramas desnudas de los árboles y cláxones barítonos ofreciendo sus encantos a precio de saldo…
Un precio para cada ocasión, para cada espectáculo, para cada bufón y entre medias los brindis con uvas a ritmo de campanada, con mensajes de WhatsApp de fondo, sin olvidar los matasuegras chillando por las calles…
Chillidos de indigentes condenados al desprecio o las burlas, condenados a una silenciosa cadena perpetua que no mancille las buenas apariencias, ni la “virtuosa” reputación…
Porque empachados de fiesta o enardecidos por ese estúpido carrusel de las vanidades, al apagarse las luces sentiremos el espantoso vértigo de nuestra hipocresía e infelicidad. ¡Con lo fácil que es dejar de ser marionetas de ocasión!
Estrella Amaranto