Es realmente tímido, callado y ensimismado. La vida ha hecho que tenga vergüenza a ser juzgado, razón por la cual ha preferido mantenerse relegado y un ego sobrevalorado prefiere seguir mostrando.
Muchas veces observa y contempla a los demás, y en sus deseos de aceptación y aprobación, pierde su verdadero Yo.
No hay lógica ni razón que le permita entender que no es afuera donde debe ver, sino que hay un trabajo de introspección por hacer.
Sin embargo, un día se cansa y se da cuenta que no hay expectativas que cumplir deba, y que mientras encuentre la congruencia con su propia esencia, una vida plena y feliz es lo que le espera.
Las máscaras se quita y la vulnerabilidad muestra, sintiendo sólo alivio y ligereza.
Aún el “No” aceptar le cuesta, pero cada vez es menos el malestar que le genera. Ahora sólo acepta lo que le sucede, a pesar de la desazón y el sin sabor que todavía siente.