Qué caro sale mirar atrás y atreverse a enfrentar el pasado. Solo entonces volvemos certera la evidencia de que errar es algo que hacemos con frecuencia.
Cómo explicar a aquellos a los que juramos “nunca más” que la ofensa volvería a producirse. Palabras que se borran en el corazón de quién solo las pronuncia desde los labios. Cerrar las puertas no detiene la desesperación. Cuando la vida pende de un hilo fino y endeble, saltar al vacío puede volverse una opción.
Y sé repite la historia en un país y una década diferente mientras las miradas son siempre las mismas: ojos que miran el muro que frena la carrera, pasos que retumban tras los talones anunciando el odio, miedo que recorre las entrañas, apretado entre miles de otros olvidados.
Solo se cambia el blanco y negro por el color en la imagen pues la sangre siempre es roja fuera de la fotografía.
(Embajada en Saigon. Vietnamitas huyen tras el fin de la guerra. 1975)