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Simiente

Me uno al color de tu sonrisa, a ese
cuando las luces se apagan y el cielo se ilumina.

Me uno a tu corazón, a ese callado en medio de la prisa. Y también a tus ojos cerrados y a tu melancolía.

Me uno al olor de tu cuerpo, a ese que asemeja la brisa del mar enardecido de furia y cicatrices.

Me uno a lo que fue tu nombre, a ese que un día de música estridente en la ciudad inerte, se desvaneció en el viento para siempre.

Y me uno a tu hoy, entre tintes y rosas que fulguran aromas desde secas pupilas.

Me uno al espacio, a ese que espera el volumen de tu ser ardiente, el de tu risa loca, al de tu amor valiente.

Me uno a tu mañana, a ese que no sabes si viene, si va o si te espera. A la cadena de luces en las calles, que dan venia a tu paso seguro y cauteloso.

Me uno a tu calmo sentir, a tus manos vacías, a tus brazos eternos que reciben caricias. A tu cálida boca y al esplendido velo que cae sobre la roca.

Me uno a tu mirada, a tu carácter fuerte, a tu anhelo escondido y a tu patria celeste. Me uno porque quiero, porque me alegra verte y más allá de la ley de una palabra, me uno a tu simiente.

Un texto de Sonia Rebellón

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