fbpx

Decrepitud

Me he visto un pelo en el ascensor, negro de punta en la barbilla.
A ver si me acuerdo de quitarlo o de no mirarme.
Decrepitud, me he dicho.
Uso mucho esa palabra últimamente y no es lo que quiero.
El camarero de viveros me escribe para saber si me acuerdo de él.
Va a ser que no y ¡Joder! no quiero olvidarme de esos días que ardía al pedir una coca cola y daba mi tlf en servilletas (supongo) porque ahora le cambio el filtro a la jarra esa de filtrar el agua cada 30 días –rigurosamente– en lugar de ir a tomar algo a viveros.
Me he dejado la luz de la terraza encendida toda la noche, que sé que tengo terraza por eso, no sé qué ha pasado con mi tiempo que ya no lo gasto ni en terrazas mías.
Me han pedido un tablero de madera contraplacada o contrachapada conglomerada o algo así, para las clases del mayor y digo “algo así” porque el profesor lo pide en valenciano  y he tenido que irme al traductor.
Estudié la carrera en valenciano y no me sirve ni para entender los deberes de mi hijo que ahora me piden el expediente académico en otra provincia y he de pagar para que me lo traduzca y compulse un notario, ¡Un notario!
No comments.
“¿Puedo dormir contigo?”, me dice con su voz grave de casidoce años, la misma que hace dos ratos me dijo “necesito tiempo sin verte”
Le digo al oído; te quiero.
En la radio dicen, que la inestabilidad política en el Reino Unido deja un par de dimisiones y me sale eso de “serán flojeras…”
Yo he pensado de todo menos en dimitir.
Se me hizo tarde para tomarme el diazepam y me he pasado la noche dibujando en su nuca lunas con mi alma.
No sé qué día es.
Quiero un sofá verde.
BUSCAR