fbpx

Dejar de aplazar objetivos

La mejor manera de alcanzar nuestros propósitos es concentrarnos en una sola tarea, respetar nuestros límites y elegir lo esencial.

 

Suele ser un ritual proponernos objetivos al empezar el año… y no llevarlos a cabo. Ir al gimnasio, por ejemplo. Los gimnasios cobran cuotas a gente que casi no va, o solo va en primavera o verano, pensando, eso sí: “Tengo que ir al gimnasio. Este año voy a ir. Por fin”. Y luego los aparcamos. Para cuando tengamos más tiempo. Para cuando los hijos sean mayores, cuando nos jubilemos…

 

Eso no quiere decir que no hagamos cosas o que seamos unos vagos. Todo lo contrario. O no damos abasto, o confiamos en que ya llegará el día. Procrastinamos. Procrastinar es sinónimo de “aplazar”.

 

La receta para dejar de aplazar objetivos es milenaria, ya la contó el Tao Te Ching. Se trata de realizar “la gran tarea mediante una serie de actos pequeños”. Si queremos adelgazar diez kilos, un kilo al mes, quizá, sería una buena fórmula. Si queremos hacer un curso, podemos empezar por lo más sencillo. Así empezamos.

 

 

Podemos buscar, hoy mismo, la información necesaria para matricularnos. Empezar hoy, cuando sentimos la energía ilusionante de lo nuevo, es un buen método. No importa que el paso inicial sea pequeño. Lo importante es haberlo dado.

 

A partir de ahí, se trata de ser realistas con lo que nos proponemos y trazar un plan. Un plan en el que menos es más, según el escritor Leo Babauta, cuyo blog Zen habits tiene miles de seguidores en Estados Unidos. Según Babauta, se trata de identificar lo esencial en nuestra vida y eliminar el resto. No tratar de hacerlo todo.

 

En su libro El poder de lo simple (Booket), Babauta cuenta cómo en los últimos años ha conseguido llevar una dieta más saludable, volverse organizado y productivo, entrenarse y correr dos maratones, tener dos empleos y duplicar sus ingresos, adelgazar casi veinte kilos y librarse de todas sus deudas.

 

¿Cómo lo ha conseguido? Estableciendo límites. Eligiendo lo esencial. Simplificando. Y concentrándose en una sola tarea a la vez. Al empezar el año, Babauta se propone tres objetivos: no más. Divide cada objetivo en una submeta, algo que pueda cumplir en dos meses. Después, la submeta se convierte en una meta semanal y en una acción diaria: “Haz que sea la tarea más importante del día”, afirma. Por ejemplo, hacer deporte: “Llévalo a cabo antes de hacer cualquier cosa. Esto evitará que lo pospongas cuando surjan otras cosas más apremiantes”.

 

 

Quizá queremos hacer demasiadas cosas, y demasiado bien. Muchos objetivos no se logran por el miedo a empezar. En una época de dispersión y de grandes ambiciones, querer menos es hacer más.

 

Una herramienta “para conservar la calma, la productividad y la eficiencia”, dice Babauta, es centrarnos en el presente. Y la única forma de aprender a hacerlo es la práctica. Al principio puede ser difícil, porque la mente divaga, pero podemos practicarlo, por ejemplo, mientras comemos. Porque, aunque tengamos objetivos, lo importante es el presente. Como dijo el poeta y ensayista norteamericano Ralph Waldo Emerson: “Con el pasado no tengo ninguna relación, tampoco con el futuro. Vivo el ahora”.

BUSCAR