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El día de las Caballeras despechadas

Y llega el día. Me despierto temprano, antes incluso que el despertador. Anoche me dormí viendo una película en el ordenador. Escuchando cómo Cybele repasaba el texto y las coreografías en el pequeño comedor del piso alquilado en Madrid. Me despierto como en esos días que no sabes ni dónde estás de tan profundo dormir. Y lo recuerdo. Hoy es el día, como olvidarlo. En mi mesita varios números de la revista Godot, donde somos portada. Miro el móvil y una amiga me ha enviado una foto de El País, donde ha salido un artículo sobre “La teta lisa”. Salgo a comprar el periódico y veo carteles de nuestro espectáculo. Puedo llegar a pensar que todo esto le está pasando a otra persona. Que aquí en Lavapies no soy yo quien está viviendo esto. Pero luego, retrocediendo en el tiempo, veo que sí. Que he dejado muchas cosas atrás, que aposté por ello, que los astros se alinearon para que yo pudiera estar aquí, viviendo esto. Que tengo grandísimos amigos y familiares que han estado a mi lado desde el principio, y a mi pareja que me empujó para que pudiera cumplir mi sueño.

Y soy feliz por estar despierta, por estar viva y por ser realmente yo quien lo siente. Ese sentimiento que a veces se nos olvida porque nos arrastra la rutina. Y comprendo a todas esas mujeres con las que he compartido charlas e intimidades.

Por todas ellas hacemos esto, porque si conseguimos dar un mensaje de esperanza y abrir los ojos a más de uno con nuestro trabajo, nos sentiremos muy dichosas. Va a ser un mes de octubre especial y ojalá nos pudieseis acompañar.

Y con los ojos abiertos, la mirada alzada, el mentón arriba, el escudo cubriéndonos y la lanza dispuesta al ataque… allá vamos por las Caballeras Despechadas.

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