Elena Mendoza es una compositora española que reside en Alemania. Aunque tiene una larga trayectoria musical que la está llevando por el sendero de la música escénica, es noticia porque acaba de estrenar la polémica ópera “La ciudad de las mentiras” en el Teatro Real y por haber recibido la Medalla de Andalucía 2017. Una vez acabada las representaciones y antes de coger un vuelo de vuelta a la ciudad en la que vive, tiene la amabilidad de buscar y conectarse a una Wifi en el aeropuerto y responder el cuestionario que la he hecho llegar.
Antonio Hernández Nieto (AH) ¿Qué supone estrenar en el Teatro Real?
Elena Mendoza (EM): Estrenar este tipo de teatro musical, en el que hay cantantes, pero también actores e instrumentistas sobre el escenario, supone una apertura de la institución hacia otras formas de contar historias con música distintas de la ópera tradicional.
Pienso que es éste un riesgo necesario para los templos operísticos, si no quieren convertirse en museos. Y es un riesgo que el Teatro Real ha afrontado con valentía y con el máximo interés, poniendo todos sus medios técnicos y humanos a disposición del proyecto. Para mí y para todo el equipo ha sido un gran privilegio trabajar en el Teatro Real.
AH: ¿Por qué ha compuesto “La ciudad de las mentiras“?
EM: La obra fue un encargo de Gerard Mortier. Matthias Rebstock, mi colaborador, y yo, escogimos cuatro relatos de Juan Carlos Onetti, cuyo tema central es la necesidad de usar la imaginación para afrontar la realidad, y los enlazamos usando como marco la ciudad imaginaria de Santa María, en la que transcurre la mayor parte de los cuentos y novelas del autor.
Nuestro gran interés es siempre explorar procedimientos narrativos que sólo sean posibles con los medios de la música, y en este caso nos movía la idea polifónica de contar cuatro historias enlazadas, como una fuga a cuatro voces.
AH: La ciudad de las mentiras es la historia de 4 mujeres ¿cree que como mujer está abocada a componer óperas sobre mujeres?
EM: No, en absoluto. Mi anterior obra, “Niebla”, también en colaboración con Matthias Rebstock, giraba en torno a la figura de Augusto Pérez, el protagonista de la novela homónima de Miguel de Unamuno.
AH: ¿Es el mundo de la composición musical un mundo masculino?
EM: Lo ha sido históricamente y sigue habiendo una gran carencia de role models para las compositoras que empiezan. No obstante, cada vez somos más las que nos dedicamos a esta disciplina artística. Estoy deseando que llegue un momento en el que ser mujer no sea noticia, y la atención se centre en las obras, y no en las personas que las hacen, sean hombres, mujeres, homosexuales, transexuales…
AH: A parte de la exitosa Saariaho ¿que otras compositoras de ópera merecían tener más visibilidad según su criterio?
EM: Según mi criterio debería haber más encargos de ópera a compositoras, entonces podríamos empezar a hablar de visibilidad.
AH: Por eso de que es española ¿alguna vez ha pensado en componer una zarzuela?
EM: No, porque la zarzuela es un género anclado en una época muy concreta, con la que yo personalmente no tengo nada que ver. Tampoco compongo ópera al uso.
AH: Es la segunda vez que trabaja con Restbock ¿es importante hacer equipo con un libretista y director de escena para componer óperas?
EM: Sí, para mí es fundamental, porque concebimos nuestro teatro musical como un espectáculo total, en el que las distintas disciplinas (texto literario, música, acción escénica, espacio, etc.) están interconectadas.
No sería posible el nivel de interacción que alcanzamos si siguiéramos el método tradicional de “adición” de las disciplinas: primero el libreto, luego la composición y finalmente la puesta en escena a cargo de un director escénico que a priori no tiene nada que ver con la obra. El trabajo en equipo desde el principio hasta el final nos parece fundamental.
AH: Después de Niebla y de La ciudad de las mentiras ¿le siguen quedando ganas de componer más óperas?
EM: ¡Sí! ¡Cada vez más! Para mí la búsqueda de la interacción entre las disciplinas y el trabajo en equipo son lo más importante de mi trabajo. Creo que es un campo en el que tengo mucho que decir.
AH: ¿Qué reacción esperaba del público? ¿Y coincide con la que el público asistente ha tenido?
Esperaba que aunque el público del Real tenga fama de conservador, hubiera un poco de todo, porque la citada anterior producción, “Niebla”, fue un éxito rotundo en los Teatros del Canal en 2009. Y, efectivamente, así ha sido, aunque me ha sorprendido el nivel de controversia del que puede ser capaz el público del Teatro Real. En el estreno hubo una auténtica batalla campal entre partidarios y detractores, ¡cómo con Stravinski hace cien años!
Sinceramente me parece muy bien que haya diversidad de opiniones y estoy muy orgullosa de poder dar lugar a una discusión estética. Lo que ya no me parece tan bien es el nivel de agresividad y de mala educación de algunos miembros del público, capaces de gritar comentarios ofensivos a los intérpretes durante la representación, o de pasarse la obra roncando y luego abuchear uno a uno a quien sale a saludar.
Esto ya no es un problema de discusión estética, sino de pura intolerancia. Da miedo pensar a lo que pueden conducir esas actitudes fuera de un teatro.
Fotografía de Javier del Real.