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Hoy ya es Mañana

¿Sabes esas veces que se te cuela una canción en la cabeza y te acompaña insistentemente?… apenas parece que la despistas, tuerce de nuevo la esquina y te sale al paso.

Estos días me ocurre lo mismo con una frase de esas que todos tenemos como comodín, frases talismán que pareciera que guardaran todos los  nortes perdidos, y conjurarlas sirviera para enderezar el rumbo.

Apenas cierro los ojos y puedo recordar a Escarlata O´hara pronunciando aquel “mañana será otro día” en Lo que el viento se llevó; es más, cierro los ojos y puedo, incluso, ser aquella Escarlata O´hara sintiendo que mañana será otro día

Sí, mañana será otro día es una de mis frases fetiche. Me recuerda que la ilusión depende de la capacidad de expectación, de la capacidad de sorprenderte. Y que cada día puedes amanecer de nuevo, reinventándote desde donde tú quieras.

Mañana será otro día. Mañana será otro día. Ruido blanco que se derrama por los resquicios de lo cotidiano; que, como un mantra involuntario, te colocas entre los dientes para abrirte paso en la oscuridad. Un mañanaseráotrodía puede ser rotundo, dubitativo, puede ser esperanzador o quizás la excusa para un letargo momentáneo. Un mañanaseráotrodía te para o te empuja, te sube o te retiene, pero siempre pone orden.

Yo tengo unos cuantos guardados en la manga. Junto a los ases que esperan su póker, un puñado de arena de varios desiertos, una foto en sepia y un caballo ganador.

Hay personas que creen que todo está escrito, que el destino las saca a bailar y se marca con ellas, porque así estaba anotado en su “carnet de baile”, un tango o un pasodoble, o una lenta de esas que acaban en besos y sabanas deshechas. Yo… lo reconozco, no soy muy “devota” del destino. Con el tiempo la fe se va descascarillando y eso de leer tu porvenir en las estrellas, entre la osa mayor y orión, te pilla a trasmano del día a día  y le corta el paso aquello del libre albedrío que nos enseñaban en los libros de filosofía.

Yo prefiero pensar que mi vida es un moleskine aún por escribir, uno de esos que tienen el canto dorado y unas tapas gruesas que parecieran antiguas. Prefiero estrenar ganas a ciegas cada día, caerme sin motivo y levantarme con razón. Prefiero la ruleta, el “todo al rojo”, la baraja sin marcar, …y echar a andar sin red, con el vértigo que da la posibilidad cierta de errar echándote su aliento en la nuca; porque yo no se si es más verdad ese lo que tenga que ser será, pero sé que no me convence el que todo pasa por alguna razón, porque me hace sentir una espectadora de mi propia vida.

El riesgo es quedarse en blanco, sin argumento ni argumentos, sin saber cómo sigue la letra, que te pille desprevenida el viento en contra y te gire las velas o se pare de golpe y te deje la barca varada. En esos momentos echas de menos el guión, que el apuntador te diga la frase siguiente, o esa seguridad en que, sea lo que sea lo que se está cociendo a tu alrededor, es exactamente lo que el destino te tiene reservado.

El riesgo es tener que buscar cada día las baldosas amarillas que te lleven a Oz, sin brújula, sin contramaestre, sin cuerdas que te sujeten a un compañero que ya hizo el camino y sobre cuyas huellas puedas poner tus pies para ir sobre seguro. Que cuando pierdes de vista el camino, no puedas sacar de la chistera un “no estaría para ti” o un “eso es una señal”.

Pero mi chistera también es mágica y guarda mañanasseránotrodía que te recuerdan que cada día sale el sol.

El de hoy se me enreda entre los dedos, me cosquillea en las palmas y me acaricia la nuca con su calor hasta colarse en mis oídos y susurrarme: “Acampa en tu vida y llénala de colores, tira los dados y tienta a la suerte y, a medio camino, déjate tentar por ella; cae en sus redes y lánzalas al mar confiando en pescar caracolas donde escuchar las olas esta noche. Mécete  en la tela de araña de los elefantes que contabas de chica, sueña que ríes, que cantas, que amas, que bailas descalza, …sueña que sueñas y, al despertar, salta de la cama, y sírvete una taza de vida, templada y sin azúcar”.

Porque así, sin más, mientras vas tomando sorbitos pequeños de vida, casi sin darte cuenta, las rendijas de la persiana ya filtran el nuevo amanecer.

Así, sin más, HOY YA ES MAÑANA.

Hoy ya es Mañana

 

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