May Fernández es noticia por ser la promotora del festival Lírica al margen en el barrio de la Arganzuela de Madrid que acaba de terminar. Un pequeño festival que pretende ofrecer espectáculos de ópera, zarzuela y musicales a precios asequibles en los pequeños teatros off de dicho barrio. Una idea que le surgió en la Sala Mayko, la sala off que gestiona.
Antonio Hernández (AH) – ¿Cómo se presentaría a quien no la conoce?
May Fernández (MF) – Como una mujer del Renacimiento. Diría, “Hola, soy May Fernández. Soy fotógrafa, diseñadora gráfica, directora de una sala de teatro, productora teatral y representante de artistas. [y añade riendo], mujer, ama de casa, española, europea y terrícola.” [la risa y la sonrisa serán muy frecuentes durante toda la entrevista]
AH – ¿De dónde parte la idea del festival Lírica al margen que ya va por su tercera edición?
MF – Abrí la Sala Mayko hace seis años, en septiembre, y a mediados de ese mes vinieron a solicitar el espacio para dar clases de lírica. Las clases eran bimensuales y eso me permitió que conociese a muchos profesionales que acudían a formarse, por lo que me empezaron a invitar a sus recitales.
El primer día que fui a ver uno de esos recitales, me enamoré de la ópera. La ópera siempre me había atraído pero los precios del Teatro Real son prohibitivos y los abonos vuelan nada más salir. Así que, o tienes menos de treinta y cinco años [el Teatro Real ofrece descuentos de hasta el 90% a menores de 35 años el mismo día de la representación si quedan entradas] u olvídate.
Posteriormente fui a ver La muerte de Violeta. Se podría decir que era un espectáculo de lírica fusión, y pensé que se podría ver en mi sala y que tenía que haber más gente como yo. Personas que quieren ir a ver ópera pero que no se lo pueden permitir.
Así que pensé que podríamos traernos tanto a los profesionales como a sus posibles espectadores a nuestros espacios poniendo las entradas a precios asequibles. Precios de 10, 15 o 18 euros y permitirles vivir la experiencia.
Fue difícil porque había que coordinar muchas cosas y soy muy mala delegando. Hablé con las compañías y con las salas. A ambos les gustó mucho la idea. Así que organicé las agendas para que los músicos y cantantes conociesen los espacios en los que iban a trabajar.
Además, les pedí que le dieran una vuelta de tuerca a sus propuestas. No quería que hicieran espectáculos al uso. Es decir, un tenor y una soprano vestidos de gala, cantando y acompañados por un pianista. Quería que hicieran fusiones con jazz, rock o con clowns para que fuera mucho más apetecible para el público de los teatros del off. Incluso espectáculos para toda la familia.
Como no todo el mundo podía permitirse dar esa vuelta de tuerca, buscarse un escenógrafo o un dramaturgo para el espectáculo les busqué referentes para darles ideas de una puesta en escena llamativa que no costase mucho dinero. Por ejemplo, jugando con la iluminación.
Mi propuesta se basaba en la escena de la diva de la película El quinto elemento. Cuando vi esa escena pensé esto es el Festival lírica al margen. Intenté llevarme eso a las salas del distrito.
AH – ¿Costó mucho llevarse a los profesionales de la música a las salas off del distrito de la Arganzuela?
MF – No, no te creas. A la gente le suelen gustar mis ideas y tienden a seguirme. El problema fue cambiarles las dinámicas. Ellos están acostumbrados a estudiar en casa sus partituras, hacer unos cuantos ensayos con los músicos, otro el día de la representación, dar el concierto y se acabó.
Al actuar en el off, tenían que trabajar como las compañías del off. Eso significaba que tenían que hacer un dossier con las necesidades técnicas que debía tener la sala. Que debían prepara un cartel, que en muchos casos acabé haciendo yo asumiendo mi rol de diseñadora gráfica. Que tenían que ir a taquilla. Y, por último, que tenían que llamar a sus amigos para que vinieran a verlos.
AH – Con todo lo que les pedía ¿cómo consiguió que participaran?
MF – Creo que entendieron la idea. Claro que está muy bien cantar en el Teatro Real o en el Teatro de la Zarzuela, pero no les llaman todos los días. Vieron la oportunidad de que se les abriesen más espacios para cantar y, sobre todo, atraer nuevos públicos.
Pienso que el público del Real o de la Zarzuela no va a venir a la Sala Mayko. Al menos, no ahora, el objetivo es que vengan en el futuro. Lo importante es que las salas y el público del off tuviera acceso a la lírica. Así hemos conseguido que lo que programamos se llene de gente joven.
En mi rol de representante de Andrés Jiménez-Ramírez hemos preparado programas de conciertos de música del romanticismo y barroca para el ciclo de recitales de Candelight. Son conciertos a la luz de las velas que se llenan de gente joven. El 80% del público tiene entre 25 y 35 años.
AH- ¿Cree que ha encontrado un hueco que nadie estaba cubriendo?
MF – Ojalá. Ojalá. Son ideas de mostrador.
AH – ¿Que significa “ideas de mostrador”?
MF – Echo muchas horas en la Sala Mayko. Sentada. Esperando. Mientras se desarrollan las clases o los espectáculos. Apoyada en el mostrador de la sala. Es en ese tiempo cuando se me ocurren todas estas ideas.
AH – ¿Cómo llegó al teatro?
MF – Como fotógrafa estaba buscando un local para montar mi propio estudio de fotografía. Fue así como encontré la sala en la que está la Sala Mayko, que resultaba que era antes había sido un gabinete de teatro.
A esto se añadió el “efecto ya que”. Mi hija es la actriz Patricia Peñalver así que me dije “ya que estamos, le pongo también una sala de teatro a mi hija” donde ella pueda hacer sus producciones. Al proyecto también se incorporó mi hijo que es técnico audiovisual.
Por otro lado, cuando comencé a hacer fotografía de forma profesional me hice fotógrafa de actores. Ellos me dan lo que no me da nadie. Tiendo a pensar en ellos como si estuvieran en un nivel superior.
Imagínate que tienes un problema. Por ejemplo, la vecina de arriba que está arrastrando muebles todo el día, que quieres enamorar a alguien o cualquier otra cosa que te molesta o te preocupa. Normalmente para resolverla buscas referencias en películas o series que has visto. En lo qué hacen y cómo lo hacen los personajes que encarnan esos actores. Ellos son capaces de hacerlos tan reales que se convierten en tus recuerdos, en historias a las que recurres como ejemplos y usas en tu vida.
Por otro lado, cuando los tengo delante de la cámara tienen una expresividad que no te da ningún modelo. Un modelo puede ser muy guapo, pero no consigues con ellos lo que consigues con los actores moviendo una sola ceja. Tienen una impronta. Tienen algo.
AH – ¿A qué actores y actrices ha fotografiado?
MF – A bastantes, pero no a tantos como me gustaría. A Alberto Velasco, Eduardo Velasco, Lola Baldrich, Mabel Lozano, a muchos otros.
AH – ¿Los ha fotografiado para libros de artista?
MF – Casi siempre los he fotografiado para proyectos propios. La primera serie que hice se llamaba Chistera y acción. Era un proyecto en el que recreaba a todos aquellos personajes famosos a lo largo de la historia que habían llevado chistera.
En este proyecto recree de todo. Desde Marlene Dietrich a Tip y Coll, pasando por Harpo Marx, el Sombrerero Loco de Alicia en el país de las maravillas, el Tío Sam [encarnado por un actor negro, adelantándose al movimiento Black Lives Matter] En este proyecto participaron muchos estudiantes de interpretación.
Luego hice una exposición llamada Alter Ego. En esta sí que participaron más actores profesionales. Mis primeras exposiciones fueron en la sala Microteatro por dinero donde hice muchos contactos. Veían mi trabajo y me decían que cuando quisiese que contase con ellos, que estaban hartos de que les hicieran siempre las típicas fotografías.
En esta exposición les pedía que me dijeran qué personaje de su carrera les había gustado más hacer o cuál no habían hecho y les gustaría hacer. Luego buscábamos el vestuario, el maquillaje y todo lo necesario para caracterizarlos.
AH – ¿Se repetían mucho los personajes que elegían?
MF – Eligieron personajes muy sencillos. Por ejemplo, José Navar eligió Don Juan, porque es un galán. Darío Frías me pidió ser Herodes porque, según me dijo, lo que quería era ser un cabrón y mandar que les cortasen a todos la puta cabeza. Mabel Lozano me pidió ser un clown porque a ella le gusta hacer reír a la gente. Estaba encantada de la vida de poder disfrazarse de payasa, vino, aunque no la conocía de nada, tras contactarla por Facebook y proponerle el proyecto.
AH – ¿De dónde le viene el impulso para hacer las cosas?
MF – De las tripas. Se me ocurren ideas descabelladas, que cuento a la gente y, luego, la gente me sigue.
AH – ¿Por qué cree que la gente la sigue?
MF – No tengo ni idea. Una vez se me ocurrió una idea para una obra de teatro. Otra idea de mostrador que traté de llevar a cabo por mí misma. Comencé por tratar de transformar el argumento en un texto. Cuando vi que no podía, busqué en Facebook a alguien que pudiera ayudarme a escribirlo.
La experiencia no fue buena. Cuando ya tenía el reparto y todo lo demás hecho, esta persona registró la obra como suya. Aunque conseguí que le quitaran la autoría del argumento, ya no podía usar el trabajo hecho, ni siquiera partir del mismo argumento. Así que tuve que contratar a otro dramaturgo y hacer otra obra.
AH – ¿Cómo se llamaba la obra?
MF – Amor con Seltz
AH – Habitualmente los fotógrafos acaban en el cine ¿por qué usted ha acabado en el teatro?
MF – Me parece más real. Hay una frase que gusta mucho y que dice algo así como “La fama te la da el cine, pero el prestigio te lo da el teatro.” En el teatro no hay vuelta atrás. En el cine si una toma no sale bien puedes repetirla. En el teatro tienes que seguir adelante.
Hablando en términos fotográficos es como si te pasas de analógico a digital. En los primeros si te salía mal, te salía mal. En los segundos tiras y tiras fotos, como si no hubiera un mañana, hasta que sale lo que quieres. El teatro es un poco eso. Tiene ese encanto.
AH – ¿Cuál es su rol en la Sala Mayko?
MF – Hago de todo, menos actuar. Llevo la programación, la contabilidad, la organización de la agenda de la sala y de eventos y las redes sociales. Hago la limpieza y, si es necesario, pinto las paredes. Hago de todo.
AH – ¿Cómo se rentabiliza una sala tan pequeña?
MF – Porque es polivalente. No es una sala de teatro pura y dura. No se sobrevive solo del teatro. Tampoco del alquiler para eventos o del uso como estudio para la fotografía. Pero con las tres cosas juntas malvives. Y, por si todo lo anterior fuera poco, como ya te he dicho, me acabo de meter a representante de artistas.
AH – ¿Por qué se ha metido a representante?
MF – No fue idea mía. Fue idea de Andrés Jiménez-Ramírez, el barítono del que te he hablado antes. Él me había visto trabajar en la sala y me dijo que daría lo que fuera porque yo fuera su representante. Le gusta mi forma de trabajar. Soy cabezona hasta la muerte. Al final consiguió que le representase. Y no nos va mal, ya ha hecho dieciséis conciertos.
Tal vez lo hayamos conseguido por mi forma de ser en el trabajo. Soy muy cuadriculada con todo lo que tiene que ver con la preparación, con todo lo que hay por detrás. Sin embargo, luego, en el trato con la gente soy mucho más distendida. Más natural. Y creo que esa naturalidad les gusta a las personas con las que tengo que tratar.
AH – ¿No tenía suficiente con la gestión de la sala y el resto de las actividades que hace?
MF – Claro que lo tengo. Y, además, tengo una vida y un señor en casa. Pero lo cierto es que el proyecto me motiva, me motiva mucho.
Por ejemplo, en el festival de Lírica al margen, cuando veo a las compañías subidas al escenario, pienso que esas personas están ahí subidas porque las he subido yo. Eso me da una gran satisfacción. Es un regalito.
A veces gasto la broma de que me monté una sala de teatro para ir al teatro gratis. Esta broma también la uso al referirme a este festival. Voy diciendo que he montado este festival para ir a la ópera gratis [dice riendo, una risa franca que no ha perdido en toda lo que llevamos de entrevista]
Lo digo, aunque no es verdad. A mí lo que me gusta es hacer cosas para facilitarle el camino a la gente. Creo que en ese sentido soy buena productora. Me satisface resolver cosas a la gente. Esto se me da bien y me motiva.
AH – Durante la entrevista se ha mostrado muy optimista, pero ni la situación actual ni el mundo del teatro favorecen ese optimismo ¿de dónde saca la fuerza para continuar con esa alegría?
MF – También he tenido ratos que me he venido abajo, pero ratos, que no han llegado ni a momentos. Esos bajones me los descargo en Madrid Río. De la sala a mi casa voy andando por esta zona de Madrid. Cuando estoy muy mal hago ese trayecto llorando.
De esos ratos he tenido dos que han sido claves. El primero, cuando abrí la sala. Tenía un presupuesto para aguantar un año, aunque no entrase nadie. No sé en qué momento se me fue la pinza con la reforma que el primer mes ya no tenía dinero para pagar el alquiler.
El día de la inauguración se llenó de gente, pero al día siguiente, que comenzaba la programación, no vino nadie. Así estuvimos una semana. Recuerdo que me iba a casa llorando. A la semana siguiente entró la vecina de al lado que tenía casi 80 años, le vendí la primera entrada, hasta le hice una foto. Venía a todo, y a raíz de ahí empezó a venir la gente del barrio. Así conseguí el dinero suficiente para pagar el alquiler del mes.
Otro momento clave ha sido el confinamiento. Me he pasado todo el verano pensando si cerraba o no la sala y tiraba seis años de trabajo por la borda. Si continuaba única y exclusivamente por el lado de la representación de artistas que me está dando muchas satisfacciones.
Pero, por norma general, soy superoptimista.
AH – ¿Ha estudiado gestión cultural?
MF – He aprendido sobre la marcha. Soy resolutiva por naturaleza. He tenido muchos trabajos y he tenido que buscar opciones. Odio depender del trabajo de otros.
Imagínate que vendo tostas de gulas, no me gustaría depender del panadero, al que le puede pasar cualquier cosa y me quedo sin pan para las tostas. En esta situación yo aprendería a hacer pan. Así, si tengo el panadero, sigo con su pan, pero si me falla, me pongo a hacerlo. Llevo muy mal que me falle una pata de la mesa. Y delegar, lo llevo peor.
AH – ¿La experiencia le ha hecho cambiar o mejorar?
MF – Hubo un momento que me entró un ataque de ansiedad. Siempre quiero estar en todo al cien por cien y eso no se puede. No te digo más que tuve que contratar una coach. Fue ella la que me dijo que tenía que aprender a delegar.
AH – ¿Qué ha descubierto del mundo teatral?
MF – La calidad humana de las salas de teatro. Por ejemplo, las salas que pertenecemos a Artycular [Asociación de espacios de arte y cultura de Arganzuela] no somos competencia. Somos compañeros. Cada sala tiene un estilo muy diferente lo que le da muchas opciones a la gente del barrio en su propio barrio.
Es como cuando quieres comprarte unos zapatos, si solo tuvieras una zapatería y ninguno te gusta, te irías del barrio a la calle Preciados. Ahí hay tantas zapaterías que, seguro que encuentras lo que buscas, si no es en una será en otra, y todas se benefician.
En el distrito de Arganzuela hay más salas que en el barrio de Lavapiés. Hay mucha diversidad. Por ejemplo, Teatro Teseo se dedica más al teatro infantil. O Nave 73 al teatro más alternativo. Así que la gente del barrio tiene muchas opciones para encontrar lo que busca.
En mi sala no tenemos una línea clara de programación. Somos más abiertos, Aunque últimamente estoy más interesada en el teatro feminista.
AH – ¿Por qué?
MF – Porque creo que es muy necesario. Teatro hecho por mujeres, pero no necesariamente para mujeres. Hay mucho y quiero aportar mi granito de arena para darles más visibilidad.
AH – ¿La apertura de su sala tuvo el mismo impacto mediático que la apertura de los nuevos Cines Embajadores?
MF – No. Cuando me enteré de que iban a abrir les escribí dándoles la bienvenida y me invitaron a ver cómo iban las obras. Me dijeron que me esperaban para la apertura, pero todavía no he ido.
AH – Ha hablado de Candelight ¿qué es?
MF – Los conocí cuando estaba buscando canales de distribución para la venta de entradas de mi sala. He comenzado a trabajar con ellos desde que represento al barítono Andrés Jiménez-Ramírez. Son una empresa que organiza recitales a la luz de las velas en lugares singulares. Empezamos a hacerles propuestas de programas musicales y ya vamos por la cuarta.
AH – Parece que usted es muy emprendedora ¿Qué espera para el futuro?
MF – ¡Qué no tengamos que llevar mascarillas! Que haya más salud teatral y que la Sala Mayko tenga más renombre. Me está costando mucho traer gente a la sala a ver los espectáculos. Tal vez porque la mayoría de las salas pertenecen a compañías o a profesionales que llevan mucho tiempo en esto del teatro y tienen más contactos. Sin embargo, yo vengo de otro mundo.
AH – Viniendo de fuera de este mundo, ¿cómo ha sido aceptada?
MF – Creo que por el resto de las salas he sido bien aceptada. Y creo que porque aporto cosas y las comparto. Siempre me dicen que soy muy generosa, pero es que creo que compartir es bueno para todos.
AH – ¿Es usted muy diferente del resto de personas que se ha encontrado en las salas?
MF – De algunos sí. Algunos gestionan sus salas económicamente mejor que yo, pero este año voy a conseguir una subvención y las cosas van a cambiar.
AH – ¿Ha habido obras de teatro que pasaron por la Sala Mayko antes de ser programadas en salas más grandes y/o conocidas?
MF – Sí. En la sala se hacen muchas residencias artísticas. Por ejemplo, se hizo la residencia de El eremita que luego pasó a los Teatros Luchana. Y Lo veo por todas partes de Nerea Barrios, tras estar en mi sala hizo una larga temporada en el Teatro Lara.
AH – ¿Cómo llegaron a su sala?
MF – Porque vienen a otra cosa y ven que también programamos. O nos contactan por e-mail. Nos hacen la propuesta, si encaja la aceptamos. Luego son las propias compañías las que invitan a programadores y a otros profesionales para que los vean y den visibilidad.
Creo que ese debe ser el objetivo de la Sala Mayko. Ser el primer escalón para que las obras pasen luego a salas más grandes. Para ello es necesario que haya más gente que conozca la sala.
AH – ¿Qué va a hacer para que la conozca más gente?
MF – Invertir dinero. Durante la cuarentena he aprendido a hacer bien una memoria económica para solicitar una subvención y tener más opciones de que me la concedan. Hasta ahora no he conseguido ninguna y me lo he peleado sola.
AH – Al principio se ha presentado de una determinada manera ¿cómo cree que la van a ver tras esta entrevista?
MF – Como alguien cercano que si te puede ayudar te va a ayudar. Lo importante es crear y mi espacio está para que se use por las personas que crean.