No, querida, la vida no es una competición, aunque a veces tengas que competir hasta perder el resuello, ni una carrera de obstáculos: estás aquí y con eso ya salvaste el principal escollo.
Tampoco es un campo de minas, aunque en ocasiones algunas estallen haciendo trizas los sueños, o un lugar hostil donde se salva quien puede, aunque a veces no te salve ni Dios.
La vida no es ese valle de lágrimas que te dijeron tus dolientes mujeres ni está hecha a la medida de la mirada de los otros: solo la tuya puede dar la dimensión correcta a las cosas.
No te concibieron para complacer ni para ganarte el amor a toda costa, y menos a costa de ti misma, ni por ser más dócil te querrán más, y si ese es el precio, mejor que no te quieran.
No, querida, la vida no es nacer, crecer, reproducirte y morir como te contaron en clase de Naturales. La vida es lo que pasa mientras deseas que pase otra cosa, una aventura irrepetible o una carga insoportable; y no siempre dependen de ti las circunstancias que marcan la diferencia, pero sí está en tu mano aceptarlas o transformarlas.
La vida es lo inexplicable, el misterio, la evaluación continua; es sortear los miedos o, simplemente, convivir con ellos sin que te paralicen; agradecer siempre, incluso el dolor; asumir las pérdidas con la naturalidad que aceptas las ganancias. Comprender que Holmes tenía razón: «El universo no es hostil ni amigable, sencillamente, indiferente».
La vida es perseguir tus propias metas, las tuyas, no las que te dijeron tus padres, tus maestras, la sociedad…; disfrutar del presente porque más allá de este instante todo es incierto; ser realista sin renunciar a la idea de que todo lo que hoy es realidad algún día fue un sueño en la mente de un soñador; no ser esclava de tus expectativas, amar a los demás tanto como a ti misma, pero no más…
No, querida, la vida no es una carga sino un milagro para el que te dieron un abono con fecha de caducidad, así que disfruta del espectáculo mientras dure: nadie te asegura que vaya a haber otra función.
La vida es lo que media entre esa sonrisa infantil que exhibías en las fotos y la nostalgia de un tiempo que ha pasado demasiado deprisa.
No te engañes, querida, la vida es una puñetera mierda. Una maravillosa, mágica, inigualable, fantástica e irrepetible puñetera mierda. Gózala mientras puedas.