Bajé la mirada para no perderte
abrí mis manos, desanudé mi suerte,
cosí silencios a mi boca, uno a uno
apuntalados.
Sumé quizás a tus presencias,
llené de esperas mi pecho
resté porqués a las ausencias
y vacíe de ocasión cualquier
despecho.
Mudé la voz tras cada primavera
que anunciabas en otros nidos
Y extendí una y mil veces
la sábana blanca de mi lecho
donde jamás ninguna duda
amaneció contigo.
…
Bajé la mirada, abrí mis manos,
cosí mis labios inundados
y amarré latidos…
sí, lo sé
y hasta las rodillas habría doblado!
por saber que te quedabas y esperar
que regresara la mitad de ti que
se había ido.