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A propósito del Día de la Mujer…

Si la sociedad moderna insiste en establecer fechas puntuales de celebración como el Día de la Mujer o el Día de las Escritoras, la mujer corre el riesgo de reproducir simbólicamente el esquema de opresión patriarcal del que se siente víctima. Aceptar que en la actualidad existe un orden masculino y otro femenino es perpetuar la creencia de una superioridad o inferioridad que no comparto. Sucede, a veces, que el mundo femenino copia los mismos patrones de exclusión sin darse cuenta de que su respuesta alternativa es un producto de dominación. Por consiguiente, para escapar de ese círculo vicioso de clasificaciones del viejo orden (según edad, sexo, origen, raza, credo…), habría que empezar a liberarse de las estructuras de pensamiento dual y transitar por las vías de la complejidad, sin atender diferencias que agraven esa huella del pasado en las heridas. Hablo de un espacio de normalidad entre personas, la oportunidad de cambiar la repetición de la desigualdad entre géneros sin estigmas. La bondad y la maldad, el valor y la cobardía, es decir, las virtudes y los vicios humanos, no se ciñen a etiquetas. Hombres y mujeres, señoras y señores, los hay de todos los colores, lo demás es propaganda y desconocimiento del medio. Que nadie venga a confundirnos con palabras vacías. Pues como nos enseña el maestro Quevedo en “El mundo por de dentro”: “Hipocresía, calle que empieza con el mundo y se acabará con él; y no hay nadie casi que no tenga, si no una casa, un cuarto o un aposento en ella. Unos son vecinos y otros paseantes, que hay muchas diferencias de hipócritas, y todos cuantos ves por ahí lo son”. Buen día.

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