Pensar en por qué la raza humana es cruel desde siempre es un acto que muchos dirían que no lleva a nada y que no vale la pena perder el tiempo analizando cosas sin respuesta.
Podrán tener razón, pero muchos otros, y en éste grupo me incluyo, no es que pretendamos llegar a una razón puntual, pero sí hacemos una tarea retadora al revisarnos con cierta frecuencia, no para entender por qué somos así, sino para evidenciar el nivel de crueldad que tenemos y con qué personas y en qué situaciones se dispara ese chip.
Ser cruel es herir con las palabras, con el tono, con las miradas, con los gestos; es burlarse de otros, menospreciar por cualquier cosa a los demás.
Es no pensar cómo se puede estar sintiendo el otro cuando decimos algo que hiere, es creerse más que la contraparte y, más intrigante aún, es dar por hecho que sólo quien es cruel tiene la razón.
Según la Real Academia de la Lengua, ser cruel es ser una persona que se deleita en hacer sufrir al otro o que se complace en los padecimientos ajenos.
Con este significado, que ya de por sí es intimidante, muchos dirían que no son así, pero sí, sí lo son. Todos lo somos en mayor o menor medida porque la crueldad hace parte de la condición humana, es un mecanismo de defensa que brota en determinadas situaciones y como resultado de emociones humanas.
Por supuesto no podemos dejar de ser lo que somos, humanos, pero sí podemos en lo individual observarnos y medir las palabras; podemos pensar en lo que sale de nuestra boca, ya sean decisiones, opiniones, órdenes, preguntas etc..
“Mucho gusto, me llamo bacán, chévere, kind person, cool, brava persona, personne sympathique”
Porque también es parte de la condición humana ser amables, chéveres y compasivos. Es más, para serlo no hay que hacer ningún esfuerzo porque está en nuestra esencia, es el amor genuino; eso sí, hay que estar de buen genio para ser una personne sympathique como dicen los franceses o una brava persona como dicen los italianos.
Será entonces que pertenecemos a una raza que predominantemente es de mal genio?
Pues aunque parezca gracioso, debe ser. Es mi opinión, no veo alternativa.
Hay seres que nos generan intimidación, desagrado, imposición o humillación sólo porque la combinación de sus palabras con sus gestos y tono de voz busca imponer respeto, poder y autoridad.
No se dan cuenta de que generan un sentimiento incómodo que produce ganas de ser igual o peor para hacer sentir al otro lo mismo y esto se convierte en una espiral que no termina y peor aún , una espiral que ya es normal.
Cool sería que en esta nueva vida normal que vivimos gracias a la pandemia, porque nos guste o no es una nueva vida normal, la amabilidad, el buen genio y las ganas de ser bueno con el otro predominen en nuestra cabeza y en nuestro corazón antes de decir o hacer cualquier pequeña o grande crueldad.
