Cada día alimentas tu nido.
Tocas las palmas y el consejo de los pájaros taconea en la ventana,
Bello, Bella, tórtolas, palomas, vencejos,
un protocolo de plumas por alegrías
pinta en el cielo elbano su lunar azul.
.
Conjugas a todas las criaturas
con el don de lenguas.
Gracias a la dulce costumbre de besar a los delfines
y lavar el pico naranja de los mirlos
—a ritmo de Fígaro—, hace años que sobrevives
al incendio, a las coplas de pie quebrado,
al escarnio de los que escriben
su pobre vida en recetas.
.
Naciste tan libre, tan fuerte y cubierta de sebo,
feliz en tu desnudez y la mía, mujer india en cuclillas
sobre un suelo de barro —recuerdo el espejo—,
sostenida por los brazos de un guerrero.
Y te pusiste a nadar unida al cordón, remos en alto.
.
Ni una lágrima, ni un chillido.
Solo un suspiro de paz y tus ojos abiertos,
boquita de barbo y proa erguida.
Y hoy nadie puede negar que esa lumbre natal
se refleja en tu risa.
Madonna abrazada a la gruta amatista, cestino del cinghiale,
hogar de tu gran amor —alma de trainera.
La Guardiola avanza por el borde de la espuma… Boga boga.
.
[Para mi hija María por su 38 cumpleaños
Isola d’Elba – 26/7/2021]
Teresa Iturriaga Osa