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El perdón como método de liberación

Prologo

Quiero empezar diciéndoles que este post tiene dos partes, un antes y un después, la primera cuando empecé a escribirlo en negación y dejarlo a medias, porque en ese momento mi voluntad, o más bien, mi torpeza voluntaria hacia el perdón; no tenían límites, la segunda cuando decidí retomarlo porque pude comprender luego de un repentino y extraño remezón de mis escrúpulos, en el que tengo la certeza; es obra divina, porque de forma responsable y voluntaria JAMÁS lo habría sentido, y aunque repetía constantemente que el perdón era algo personal, nunca me tome la molestia de ponerlo en práctica (sí, tengo conciencia, solo que no la uso para ningún tipo de arrepentimiento ni remordimientos como la mayoría de personas)

Agosto /2020

Venía con ganas de escribir acerca del perdón desde hace mucho rato, pero es un tema al que le tengo pereza debido a mi escasa voluntad para manifestarlo, conceptualmente el perdón es olvidar todas las faltas que algunas personas hayan cometido contra nosotros, sin guardarles rencor o castigarlas por el daño que hicieron, la mayoría perdona con facilidad porque su naturaleza es pasar por alto cada ofensa que les hacen, tal vez gozan de una conexión espiritual estruendosa, la mía por ejemplo se conecta con el Dios del antiguo testamento que cobraba a diestra y siniestra cualquier afrenta de los hombres, no tenía piedad y podría resultar algo malvado para algún mojigato o fanático religioso, por mi parte, dejo un pequeño espacio de mis emociones reservado a todo aquel, que de una u otra manera se atrevió a ofenderme, porque tengo claro que el momento de cobrar la deuda aunque pasen los años, siempre llega, no olvido nombres, tampoco rostros, mucho menos acciones en mi contra, siendo sincera en algunas ocasiones moví hilos para que unos cuantos me pagaran sus afrentas, después pase en frente de ellos regodeándome por mi triunfo,  sin embargo; soy fan de la justicia divina, pero también de la expresión: En esta vida todo se paga, la cual adapte a mis intenciones en: Lo que se hace en vida, en vida debe saldarse, aunque también quiero creer que todo aquel que se va sin pagar tiene una perpetuidad de sufrimiento asegurada, no obstante como a nadie le consta esa sentencia, yo si prefiero que sea en vida el castigo, mejor aún, tener la oportunidad de ver esa monumental caída, ya sé, esta forma de pensar no cae bien, en todo caso, nunca pierdo tiempo en hacer que las personas cambien su opinión sobre mí, tampoco es que vaya por la vida persiguiendo en carrera contra el tiempo, a quienes me han dañado para que sufran, ni tengo la palabra venganza en mis pensamientos, tampoco es algo que me quite el sueño o haga que pierda kilos, (no hallo nada aun, que me sirva para perder peso), pero si encuentro la oportunidad; la tomo. 

No vivo en función de los demás, pero muchas veces; enterarme que la vida le cobra a las personas el daño que me han hecho, me ha resultado satisfactorio, saber que alguien más, fue un medio para resarcir esa deuda es orgásmico, imagino un puñal del destino provocando una herida imposible de cerrar y causando el más profundo dolor, donde cada agravio cometido por esa persona y todo lo que ocasiono deba vivirlo en carne propia, si eso me hace un mal ser humano tengo claro el camino que me condena, de ser así, lo más seguro es que allá me encuentre a esos personajes y les puedo asegurar que una eternidad con una persona intensa como yo, cobrando ofensas y dando cantaleta será un verdadero castigo.  De mí no podrán esperar compasión, tampoco decirle a mi ofensor que lo perdono cuando ni siquiera es capaz de aceptar su culpa, mucho menos desearle lo mejor, quizás lo que puedo pedir por él es que ojalá no se reproduzca, o que no sea iluminado sino eliminado. Conozco muchas personas que han quedado de psiquiatra por la maldad de otros, por suerte hasta ese punto no llego, lo mío ha sido la irreverencia, la burla en cara de quienes me dañaron, una de esas anécdotas es la siguiente:

Cuando cumplí 19 años, la mamá del novio que tenía en ese momento me adoraba, nuestras familias se consideraban amigas de toda la vida y por lo tanto las relaciones eran buenas, pasado un tiempo a la señora se le metió que yo era una mala influencia para su nene (sin tilde, como se pronuncia en la costa, aunque por lo general no necesita el apóstrofo) y pues bueno, a él no le importaba ni tampoco a mí y seguimos saliendo, ella hizo todo a su alcance para separarnos, al cabo de un tiempo me canse del odio sin sentido de esa señora y me aleje, no quería fracturar la antigua amistad entre las familias, eso sí, no me fui sin antes hablarle durito como es mi costumbre  y dejarle claro mi punto de vista, por más que mi papá insistió en que debía disculparme con ella, no lo hice, no estaba en mí excusarme cuando fui la ofendida con ataques irracionales, las cosas quedaron de esa manera, meses después la señora murió de causas naturales (no vayan a pensar que tuve algo que ver por venganza, tampoco es que sea así de mala) en mi tierra acostumbran, que antes de pasar a la funeraria, la familia y más allegados del fallecido se acercan hasta su domicilio para dar el pésame y ofrecerse a sacar el féretro en hombros, como son casas enormes con terrazas grandísimas caben cantidades de personas, tanto que pareciera que es ahí, donde se ofrece la misa por el difunto, e incluso las personas permanecen fuera de la casa para acompañar el féretro en su salida, el tema es que espere que mi familia se desplazara hasta allá y como ellos lo imaginaban, debido a las razones que antes les comento, yo no asistiría a dar el pésame, a la misa y menos al sepelio, así que no me invitaron,  la señorita que siempre ha sido maldadosa se vistió por completo de rojo, lo complemento en sus labios y uso unas gafas de sol para dramatizar el momento, me dirigí  hasta allá, cuando llegue me quite los anteojos y esboce mi mejor sonrisa, ya se imaginaran la cara de todos los presentes, el murmullo fue… Fulana: (como llamaré a la susodicha que falleció) se debe estar revolcando en su féretro, y sí, era eso lo que yo quería, lógicamente fue algo de instantes, no llegue para quedarme, me supo a gloria mi travesura y salde con ella todos sus insultos y maldad. (Vuelvo a recordarla hoy que decidí escribirlo, igual ella no solo murió físicamente ese día, también su recuerdo en mi corazón para siempre)

 

Octubre-Noviembre /2020

Siempre pensé que era una reacción lógica esperar que los demás pagaran por sus culpas y desear que el daño que causaran se les triplicara, pero la venganza por cuenta propia, o a fuerza por la mano del destino en la que siempre he confiado, es un veneno que se queda en el interior de cada persona, uno pequeño que no mata de inmediato, pero que se dosifica lentamente en nuestro sistema y se mantiene vivo por años, en especial cuando revivimos en el pensamiento la situación que nos afectó en determinado momento o siendo más extremista, marco nuestra vida; para otros el veneno se libera en dosis única y con efecto inmediato, uno que quizás tenga consecuencias nefastas producto de un estado de ira e intenso dolor, (una expresión o concepto perverso a mi parecer que usan o usaban algunos abogados para defender a un cliente que le propino 80 puñaladas a su ex pareja y con la cual pretenden atenuar la pena del acusado, a modo de ejemplo claro, ahora no es que vengan a caerme encima por mi comentario) ninguna de las dos situaciones resulta ideal, no te liberas del pecado cometido por esa causa, como tampoco del sentimiento malsano al que te aferras, quizás el concepto de justicia a mí parecer ha sido deformado y utilizado a conveniencia de quien pueda comprarla, aunque también pienso y confieso que la justicia debe llegar de una u otra manera, solo que en estos momentos un “no sé qué” se alteró dentro de mí, no soy de esas personas que cambian de opinión con facilidad, cuando creo en algo lo hago con todo mi ser y eso incluye sentimientos negativos, como es mi caso particular; con el tema del perdón, no sé si fue una epifanía, lo cierto es que estaba en plena facultad de mi seis sentidos (incluyo la intuición) cuando de repente y en el momento menos esperado (finalizando una reunión donde explicaba unos estados financieros) sentí la necesidad de eliminar la rabia y el rencor producto de todo aquello que por años guarde como resentimiento a cada ofensa en mi contra, explicarlo no es sencillo, solo llego de manera repentina, tal vez sea el resultado de pedirle a Dios que me concediera calma, considero que mi ansiedad por más que sea producida por medicamentos, muy en mi interior sentía que era producto de cada cosa que no solté o deje ir, personas a las que encadene a emociones inertes que esperaba despertar en algún momento para poder finiquitarlas, al final no engañaba a nadie más que a mí. 

No obstante; cuando admitimos la verdad en nuestro interior, se alcanza la calma, no digo que así sea en general, o que yo lo entendí y acepte de inmediato porque fue un largo proceso el que me llevo a este punto; sumado a la ola de cuestionamientos que llegaban a mí, en el lugar y momento menos apropiado para poder responderme y que en cuanto pude llegar a casa retome.

Pensamientos como… Dicen que debemos perdonar, porque no sabemos hasta cuándo estarán las personas en nuestra vida, haciendo referencia a que pueden morir en un santiamén y se quedaran los problemas sin resolver, me asaltaba la pregunta: ¿Y si soy quien falte; la que muera en cualquier momento? Me llevaré conmigo a la otra vida el rencor, los sentimientos negativos y todos mis juicios para saldar cuentas, pueda que yo no ponga en duda la existencia de una nueva forma de vida luego de morir a modo de creencia personal, pero en realidad ¿Será verdad que hay otras vidas después de la muerte? Llámense cielo o infierno, ¿Allí olvidaré todo? ¿Será que allá me encontraré con ellos y resolvemos el problema, como un cara a cara? En fin, me formulaba una pregunta tras otra, lo mío es cuestionar (me) pero  no había respuestas, eso me molestaba, hasta que hice un alto y pensé: si hay cargas que arrastran y no te permiten vivir, menos aún dejaran partir, el día que esté dispuesto mi final en la tierra, no quiero llevarme  nada de ninguna manera, ni para bien y mucho menos para mal, si hay otra vida esperando por mí, quiero empezarla sin cargas pasadas, luego de eso, comprendí que por culpa de mi inmenso orgullo no he dejado que algunos parientes que me ofendieron tiempo atrás descansen en la paz del todopoderoso, quizás por eso sueño con ellos de forma recurrente, tal vez, ese algo pendiente que no los deja avanzar hacia la otra vida sea decirles que ya no me deben nada.  Aunque partieron hace mucho tiempo puedo manifestar con toda convicción que no sentí culpa ni remordimiento por alejarme, de una u otra manera, estaba convencida que al no estar más en mi vida, pagaban las faltas que cometieron en mi contra cuando vivían. ¡Qué ridícula he sido! Ellos necesitan llegar libres a cualquiera que sea el lugar al que vayan, o morir es saldar todo lo que hicimos estando vivos, pueda que sea eso o no, lo cierto es que a título personal, no quiero dejar nada inconcluso con nadie, llámese familia, amigo o conocido porque aunque no tengo certeza a donde vaya después de la muerte física, quiero ser libre y dejar de la misma manera a todos aquellos que me causaron dolor, cuando digo “todos” lo hago sin excepciones, rendiré cuentas en mi nombre y cada uno lo tendrá que hacer de la misma manera, responderé solo por mí y mis acciones.

 “Somos el producto de creencias infundadas y no siempre para bien, cuando se trata de familia nos enseñaron a querer por obligación a esas personas con las que compartimos lazos de sangre, aunque sus acciones fueran reprochables y la mayoría de veces nos hicieran daño, el hermano que te trató como Caín lo hizo con Abel, el tío que te robó dinero, el padre o madre que abandonó, los sobrinos que se acuerdan de ti solo para pedirte favores e indiscutiblemente plata, hay infinidad de anécdotas dentro de cada núcleo familiar, el perdón para ellos y sus faltas debía saldarse porque familia es familia, te decían los abuelos de manera literal, por fortuna somos seres autónomos para decidir cuándo o no, es necesario hacerlo.”

La religión también habla del perdón, de nuevo entra el antiguo testamento a figurar, les recuerdo que esa época existía la ley del Talión, una ley que aplica a la persona que ha causado un daño, cuya pena consistía en sufrir el mismo mal que provoco.  A mí, me suena a poesía pura, pero en sociedades modernas, con justicias corruptas favoreciendo criminales y culpando inocentes de acuerdo a su sesgo ideológico no es lo ideal, por los menos la interpretación a conveniencia en nuestro país, sería descomunal, el tema es, que con la llegada de Jesús muchas cosas cambiaron, mejor dicho, se perfeccionaron cuando de justicia se hablaba, se debía incluir en ella la misericordia y por supuesto el amor, eso sí fue una verdadera revolución, obvio Jesús no era el guerrillero que quieren hacernos creer los mediocres criminales e izquierdistas que conocemos, cuando se atreven a ponerlo como ejemplo de lucha, su lenguaje era de amor y perdón, no el incendiario, ni el de odio de clases. 

Retomando, el perdón es un acto voluntario producto de una decisión personal nadie puede obligarnos a otorgarlo ni tampoco a exigirlo. Si hablamos de las historias que vivimos en Colombia, encontraremos casos tristes donde se nos pide como sociedad tragar sapos y perdonar criminales de lesa humanidad que no se arrepienten por ninguno de sus delitos, mientras tanto; sus víctimas siguen amenazadas, asesinadas, desplazadas y en la total desprotección, entendemos entonces como se ha desfigurado el concepto del perdón. 

Otros casos:

“El ladrón que roba por necesidad”, no lo juzguemos y mejor perdonémoslo dicen algunos, pero resulta que la supuesta necesidad los llevo también al asesinato cuando la persona a la que robaba se resistió, esto nos indigna y no  lo perdonamos porque atropella a la dignidad y moral humana, nos colocamos del lado de la víctima, en la cual nos vemos reflejados.  Ahora bien, ¿debemos otorgar pequeñas absoluciones? Como por ejemplo, perdonar al amigo que solo estuvo con nosotros en las buenas, ese que solo aparece cuando tienes dinero para invitarlo y darle regalos, esos amigos que te utilizan como psicólogo, guía espiritual pero te evitan cuando tú tienes problemas, en conclusión tenemos claro que esos no son amigos.  También está la pareja que no estuvo a tu lado cuando enfermaste, porque tuvo miedo y colapso, no pueden faltar en el panorama todos aquellos que nos traicionaron, robaron o estafaron en un negocio o de manera emocional, el asesino de tu ser querido, el responsable de un accidente, los que mintieron sobre nosotros y colocaron a otras personas en nuestra contra, los que creyeron las mentiras y no tuvieron criterio para indagar si eran ciertas o no y aun así; se atreven a enlodar tu nombre, están los que se aprovechan de los demás generando lástima, fingiendo enfermedades y situaciones económicas vulnerables para recibir dinero que no piden directamente, pero que por solidaridad y empatía hacia el prójimo se les entregaba, hay innumerables casos que podría detallar sin embargo no terminaría de escribirlos sin atropellar la emociones de quienes me leen y aún no tienen la certeza de perdonar.

No somos de piedra, nos afecta, nos duele y nos da rabia todo el daño que nos hacen otras personas, sobre todo cuando nuestras acciones fueron de buena fe y corazón, perdonar es un acto de inteligencia, pero no significa olvidar, tampoco justificar las acciones dañinas de los demás, mucho menos abrazar a tu agresor porque pese a lo que otras personas digan, no me parece sano, considero que es un camino a la revictimización, tu intención para lograr tener tranquilidad puede ser buena, lo estás haciendo  por ti, pero en realidad, ¿El agresor piensa de la misma forma y tiene las mismas intenciones que tú? Vivirás con la duda, no lo sabrás con seguridad, él puede fingirlo y así recuperar su libertad, disminuir su pena, regodearse de ser una persona que admite culpas e incluso; lo hace para quedar bien delante de otros, el arrepentimiento quizás sea real, pero seguirás sin saberlo, así que; estimo que nadie debe a estar dispuesto a perdonar cuando no tiene la certeza que se pueda corregir el daño que le hicieron, pero como decisión personal también está la opción  de abrir el corazón y liberarse de cargas innecesarias, no por eso vamos a permitir que nos vuelvan a pisotear, si la venganza no hace la catarsis esperada, tampoco lo hará repartir indulgencias y así satisfacer a la familia o a la sociedad en general, perdonamos porque nos nace de forma consciente, lo hacemos para quitarle el poder que tiene sobre nosotros esa persona a la que le permitimos quebrarnos con sus acciones, absolvemos por nuestra salud mental, mejorar la autoestima que se vio afectada, perdonar es un acto de grandeza personal y moral, no para los demás, es por nosotros, incluso hacerlo puede mejorar el estado anímico, sanar la depresión, ansiedad y estrés, muchas veces la fuente de todas esas enfermedades está en lo que callamos, lo que guardamos en nuestro interior y empieza a consumirnos; (indaguen con su psicólogo o psiquiatra de confianza, es más, con su líder espiritual, no es un invento mío). 

Hay que tener claro que el que mintió, lo seguirá haciendo, pueda que sea mitómano y no lo sepa, pero tarde o temprano queda descubierto cuando sus mentiras se caigan, el ladrón seguirá robando sin importar cuantas veces pase por la cárcel, el que fue infiel lo hará una y otra vez porque está en su naturaleza entregarse a la pasión desbordada sin tener en cuenta los sentimientos de su pareja, el que cree en las mentiras que otros le dicen y las difunde es y será siempre una persona sin carácter y criterio, que necesita mantenerse atado a alguien peor que él; para sentir que forma parte de algo, recuerden, tampoco hay ex asesinos, ex terroristas, ex violadores, ex abortistas y no se confundan; no estoy justificando las acciones de este tipo de personajes, solo pongo en contexto que no dejaran de ser quienes son por la bondad y misericordia ajena, el perdón no da impunidad, (no debería) el hambre no es de un solo día, las necesidades para quien no tiene nada, son constantes, el familiar que nos robó dinero créanme que no le va a durar por siempre, el que nunca ha tenido un peso y le llega mal habido, rápido se le va, el que no está enfermo en algún momento tendrá quebrantos de salud y luego nadie lo ayudara, porque la solidaridad cansa cuando se convierte en obligación y se han develado las manipulaciones, el terrorista contara con la suerte de morir a manos de alguien más, puede que muera de causas naturales, pero antes de eso sufrirá a cada instante, el asesino de tu ser querido que fue condenado por la justicia, como homicida quedara, si huyó, siempre será perseguido, si sale libre igual estará reseñado por la sociedad, la mancha en la conciencia, para quien ocasiona un accidente jamás se borra, más allá de todo eso, el que perdona queda tranquilo, se quitó ese sentimiento de vacío, rabia e inconformismo, recobra salud emocional, mental y espiritual, recupera la alegría y se quita la carga emotiva y dicen que hasta la física (les contaré si pierdo kilos después de perdonar y perdonarme) te absuelves a ti mismo por creer, confiar y permitirte haber sido una víctima, ahora bien, conozco casos de personas que han sentido empatía por su victimario, mujeres que han perdonado infidelidades que destruyeron sus hogares y aun así, recuperaron sus matrimonios, madres y padres perdonan al asesino de sus hijos,  no es de extrañar, hasta  el papa Juan Pablo II absolvió a quien le disparo y casi le quita la vida, aun cuando este no pidió ser perdonado, no comparto esta opción de perdón, pero no soy nadie para cuestionar una decisión que defiendo como íntima y personal, en especial cuando en casos trágicos te das cuenta que la víctima decide perdonar, es más, esta dice no tener ningún sentimiento negativo en contra del agresor, respetable, yo resolví hacerlo pensando en mí, reflexionando sobre el descanso eterno de quienes partieron y amarré a un sentimiento negativo.

Como experiencia personal les diré que hace poco hubo en mi familia una situación compleja de salud, la única persona que me apoyo en esos momentos fue alguien que le he dado palo todo el tiempo, a quien quería odiar y olvidar con las fuerzas de mi ser, más que por sus errores, también por los que yo cometí, pero no podía; con humildad y sin orgullo dejo de lado nuestras diferencias y oro cada día por mí y los míos, estuvo pendiente aunque en mi casa no es santo de devoción, con esas acciones, reitere una vez más que Dios obra de formas misteriosas, esa persona no me hizo daño de un modo trágico ni mucho menos, tampoco se disculpó por sus acciones o más bien omisiones, pero estuvo conmigo cuando me encontraba sola. (Actualmente continuamos reparando nuestras diferencias y sé que tomara tiempo, pero hay voluntad)

No se equivoquen creyendo que perdonar es olvidar, ni reconciliarse con quien hizo daño, todos las situaciones y personas son diferentes, tampoco confundan la disculpa con el perdón, disculpamos a quienes nos ofenden sin intención, el perdón es un proceso personal que toma tiempo, traducido en años tal vez, eso depende de cada quien y nadie puede cohesionarnos para hacerlo, yo me he cuestionado varias veces porque soy de cierta manera, cuando decido que alguien salga de mi vida es como si no existiera, incluso muchos familiares han muerto esperando una palabra mía que nunca llego y nada en mi ser se estremeció, como les dije antes, fue indiferente para mí, al morir tenía la idea errónea que saldábamos cuentas,  pero no pensé que con ello estaría retardando su paso hacia otra vida (es mi creencia y no se la estoy vendiendo a nadie) y sí, con los vivos he venido borrando ese espacio en mi corazón y recuerdos porque no se lo merecen, no son dignos de ninguna emoción de mi parte, amargarse por otras personas toma tiempo y eso es lo que no tengo en medio de mis ocupaciones, a ellos aprendí a desearles sin rabia alguna; que se les multipliquen sus acciones buenas o malas, al final tendrán que responder por sus actos, en su paso por esta vida frente a la justicia divina o peor aún, ante la humana cuando se tropiecen con alguien que le guste cobrar ojo por ojo.  Ahora que tuve este despertar; siento que fue una resolución que sin darme cuenta estuve haciéndole al altísimo, pueda que mi sistema de creencias espirituales no sea perfecto, porque del cristianismo comparto algunas de sus variantes, aun así lo que considero importante es la fe, creo que nuestra alma es producto de la esencia divina y por amor y respeto a lo que soy no puedo ir por la vida destruyendo mi ser, tampoco a los demás por sus pecados, no digo que no me volverá a dar rabia ante las injusticias o que le sonreiré a quienes me han hecho daño porque dejaría de ser yo, lo que sí puedo hacer, es abandonarlos en las manos y voluntad de Dios, la cual no será instantánea como me gustaría, porque es en el momento que él decida actuar, no cuando yo quiera que suceda.

Con esto les dejo como relato mi experiencia personal, espero que muchos también puedan encontrar el perdón para sí mismos, porque en mi absoluto y total egoísmo, creo que lo  primero es encontrar nuestra sanación si queremos ofrecérsela a otros, nunca olviden que perdonar es un acto muy íntimo y de vital importancia para tener una vida llena de tranquilidad, recuerden también que es un proceso voluntario que llegara a su interior en el momento indicado y en el que usted acepta que está haciendo lo correcto, no es un abracadabra, un medicamento o un acto colectivo, es una decisión profunda e individual.

Para finalizar no es que pretenda hacer un enfoque de géneros al momento de vengarse, pero les dejaré un par de preguntas:

¿Quién tiene más sed de venganza, las mujeres o los hombres?

¿Quién es más letal a la hora de vengarse?

Mi humilde opinión es que tanto hombres como mujeres tienen sed de venganza cuando han sido destruidos u ofendidos, no necesariamente es generalizado, los hombres actúan de forma explosiva e inmediata, pero las mujeres somos peores a la hora de cobrar venganza, tomamos mucho tiempo para planear y ejecutar nuestra revancha, esperamos con mucha serenidad, algo como: Nos enroscamos cual  serpientes y tenemos mucha paciencia hasta que llega el momento de atacar a nuestra víctima de forma sigilosa; sin que este se lo espere, lo atrapamos y le provocamos un lento pero intenso dolor. Bueno, a las mujeres nos gusta deleitarnos con los postres y dicen que estos en su mayoría; son más deliciosos fríos.

*No me hagan explicarles el sarcasmo*

Ale Acosta

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