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Eres dueño de tu propio destino y tienes el poder para cambiar cualquier situación.”

 Eres dueño de tu propio destino y tienes el poder para cambiar cualquier situación.

─  Las personas creen que creen en ellas mismas, hasta que un día se demuestra lo contrario.

─  Nos enseñan a no creer en nosotros. Puesto que, para creer en  nosotros, ya están los otros –esta es la creencia que se nos suele inculcar ─.

─  Pocas personas han tenido la fortuna de nacer en una familia donde les enseñan a creer en ellos mismos, a valorar su singularidad y a apreciar su talento u originalidad personal.

─  Ser único es algo que tenemos todos.

─  Nadie, por nacimiento, es menos que nadie. Si andando la vida, tu estatus socio-económico, raza, edad, condición social (parado, mediopensionista, trabajador en búsqueda de su éxito…), profesión, nº de DNI, barrio donde habita tu cuerpo físico, o tu coche, tu moto o tu bicicleta te avergüenzan o tiran de ti hacia abajo, será asunto tuyo, o sea, que quedará bajo tu responsabilidad exclusivamente.

─ Sentirse  inferior  es una opción que cada uno de nosotros puede optar entre escoger para sí o rechazarla. Nadie nos inferioriza (hace sentir inferiores), excepto nosotros mismos. He conocido a personas muy valiosas que decidieron sentirse ‘menos’ y todo porque carecían de un título universitario ─cuando, en verdad, de inteligencia y sabiduría andaban bien servidos─. O bien, porque su cuenta en el banco no estaba llena de ceros a la derecha de un dígito sabroso y rumboso. O porque sus padres no llevaban apellidos ilustres… Sentirse inferior, superior, desigual o igual, es una elección personal. Todo lo externo (titulación académica, dinero, rango social, cargos, etc…) va y viene por la vida. Todo se queda aquí cuando morimos, sólo el alma es eterna. Al dejar la vida humana, nos llevaremos lo que amamos, lo que aprendimos y lo que disfrutamos, el resto se quedará aquí perdiendo su sentido al desaparecer nosotros.

─  Si decides sentirte inferior (hacerte inferior a ti mismo) en presencia o ausencia de un semejante, recuerda que es una opción susceptible de ser RECHAZADA. No tienes por qué adoptarla. La razón de que, creer en ti, no alcance el 100% (nivel óptimo), la tiene tanto el que optes por sentirte inferior cada día al despertar, como el que durante toda la jornada encuentres ‘motivos’ para ello. Si, por las noches al irte a dormir, despides el día con una buena infusión de menosprecio a ti mismo y a la Vida, al día siguiente amanecerás deprimido y hundido en tu propia creación de vivencia miserable. Por consiguiente, si te amas, no te inferiorices. Puesto que nadie puede hacerte sentir inferior sino es con tu consentimiento. Ergo, no te lo consientas ni a ti.

─  Compararte con los demás, con lo que tienen o son o han logrado, solo te envenena el alma, y eso se nota. ¿Cómo? Cuando alguien te critica, te echa una bronca en público, o te humilla… tú, en lugar de responderle, hacerle un corte de mangas, mandarle a la porra, o… todo eso junto, te callas, agachas la cabeza y resuelves la afrenta como mejor se te ocurre: ya sea llorando, recriminándote el no ser mejor o rebajándote con insultos a ti mismo. ¡STOP! En vez de eso, debes INDIGNARTE, y aprender a poner los límites para que, cuando se vuelva a dar una situación similar, puedas plantar cara y manejar la situación de forma asertiva.

─  Somos diferentes, pero las diferencias no nos hacen inferiores ni superiores. Con dignidad se puede ir a cualquier sitio.

 

(c) YA NO TENGO EL ALMA EN PENA

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