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Instrucciones para escribir una carta de amor

1. Es difícil escribir una buena carta de amor en España y te le diré por qué.
Los países soleados son países alegres y dicharacheros, donde la gente tiende a ser poco
nostálgica. La nostalgia la trae la lluvia, un paisaje nublado y gris, bucólico. Una noche
fría y silenciosa donde se oye zumbar el aire por estrechas y empedradas calles. Todos
estos hipotéticos panoramas son típicos de zonas del norte, por lo que mi primera
instrucción es “irse a vivir al norte”. Allí te llenarás de inspiración, tu alma será guiada
hacia las notas amorosas con tan solo respirar el aire fresco y probablemente
humedecido. Así y bajo una manta estarás predispuesto para escribir tus primeras
palabras.
2. “Calentar un vaso de buen café”. Si ya estás instalado en tierras árticas, tomar algo
caliente reconfortará tu ser y probablemente templará tus manos y dedos dispuestos a
escribir. Tomar un pequeño buche de café, cerrar los ojos y dejarse llevar. Lo de que el
café sea bueno es importante, porque imagínate donde te llevará un sorbo de café
insípido, agrio o demasiado torrefactado. No queremos eso. Queremos que ese sorbo
te lleve a recuerdos amaderados, robustos y frescos. Que al cerrar los ojos el paladar te
lleve a un beso equilibrado entre el dulzor y la ligera acidez que hace al gusto salivar.
Con esa imagen en la mente, escribe. Deja que los dedos hagan trazos apasionados en
el papel, recorran la hoja en blanco una y otra vez.
3. Si el café no ha funcionado, no eres un entusiasta del mismo o simplemente te pasaste
con la cantidad y tu mente no pudo dejar de divagar al mismo tiempo que tus manos de
temblar… probablemente tengas que pasar a la siguiente instrucción: “escuchar
canciones y melodías”. Tampoco aquí valdría cualquier canción. Tendrías que
seleccionar ese tipo de canciones que dejan tu boca almibarada, cuya untuosidad sella
y pega tus labios. Al no poder hablar, quizás puedas escribir. Toma frases prestadas de
esas canciones, el inglés puede ayudar. Si lo entiendes, puede apoyarte a que todo
suene mejor, y si lo ignoras será como escuchar una canción sin letra con la oportunidad
de ponérsela tú.
4. Si después de todo esto, no has podido escribir ni una sola palabra, mi última instrucción
es que vuelvas a España o regreses al sur, salgas a la luz del sol, te deleites del folclore,
la alegría, el gentío, una buena copa de vino que sepa a cerezas, higos, frutos del bosque
y un toque de cacao. También cabría una caña fresca con sus dos dedos de espuma
acompañada de un buen plato de jamón. Ese tierno majar que hace que tu lengua salive
de gusto nada más pedírselo al camarero a voz en grito. Y quizás en ese grito, alguien a
tu lado mire, interesado por ese gustoso jamón. Y quizás también ese alguien se acerque
a ti, te roce y clave su mirada en tu plata de jamón. Tal vez puedas ofrecerle un trozo, y
otro más, y un trago, y una charla. Y surja una complicidad y borboteen unas risas. Acaso
unas horas, posiblemente una noche y el robo concedido de un nombre y un número de
teléfono anotado en un rasgado papel.
En los pasos de vuelta a casa, livianos y sin prisas, puede que sientas una leve y superflua
flotabilidad y en ese mismo instante puede que sientas unas enormes ganas de escribir esa
carta de amor. Desde un día acalorado, sin café y sin canción, pero con una tremenda pasión.
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