La soledad es un traje que se elige.
Me voy de viaje y en mi maleta solo cabe una cosa. Aunque pueda sonar a locura, tras muchos desafortunados intentos por compartir con otro una relación desde el respeto y la libertad, elegir estar sola es una de las cosas que más me está llenando a nivel humano en este instante.
La fe y la confianza forman parte de mí. No siempre he sido una mujer segura de mi misma ni con una alta autoestima, sin embrago he ido aprendiendo a verme como soy, con mis defectos y mis virtudes, a valorarme aunque nadie lo haga. Y soy feliz, inmensamente feliz, de haber escogido por voluntad propia seguir en esta soledad tan enriquecedora y creativa de la que disfruto.
Una, por inercia, no decide estar sola. Como a muchas, a mí me ha tocado una vez más. Sin, embargo esta vez no me he dedicado a llorar por las esquinas compadeciéndome, llenándome de rabia por no entender nada, esperando los porqués, una excusa, un lo siento, ni he acudido a ocupar el tiempo de mis amigas con mis llantos y una botella de vino. Esta vez decidí ser libre para poder escoger con sabiduría. Y escogí paradogicamente, la libertad de ser yo. Unicamente yo.
Soy feliz de estar donde estoy a pesar de todo lo vivido, lo bueno y lo malo, que como el yin y el yan se equilibran, en mi recién estrenada soledad y me permite crecer a lo alto y a lo ancho sin molestar a nadie y sin que nadie me moleste.
Hoy soy feliz porque sé que me queda un largo y maravilloso camino por delante; un camino que iré dibujando yo con mis propios colores y trazos; un camino por recorrer de mi propia mano, en el que tomar mis propias decisiones con coraje y valentía; uno lleno de vuelos mágicos donde mis alas me lleven todo lo lejos que yo me permita, sin tener que esperar a nadie, sin angustias porque yo no llego, sin miedos, sin trampas, sin sabotajes ni traiciones; un sendero lleno de mi misma, bordeado de las flores que me nacen a cada una de mis sonrisas sin que nadie las pise; un lugar hermoso a penas visitado y mucho menos comprendido que explorar me espera. Y en este apasionante viaje que emprendo mi soledad se convierte en el único traje que cabe en mi maleta y que junto con todo lo que soy llevaré cada mañana para salir a comerme el mundo.
(Olalla Carrillo)