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La táctica es la EMOCIÓN

La emocionalidad. Hablamos tantas veces de eso, sufrimos tantas veces de eso, nos envuelve tantas veces eso que no nos deja ni respirar.

 

A las mujeres más si cabe, aunque esta semana lo he experimentado con los hombres. Hombres que se han sentido vulnerables, que me han expresado cuál es su sentimiento, que han abierto una “caja” que no es habitual abrir, aún menos que te la enseñen y aún menos en el ámbito profesional.

 

Tampoco las mujeres la abrimos en ese ámbito. La dejamos enterrada bajo siete llaves, para que nada ni nadie llegue a ella. Porque nos define en ocasiones (si la abrimos) como locas o como brujas.

 

Cuando los hombres sacan su “caja de emocionalidad” y me la muestran, me encuentro con algo a lo que no estoy acostumbrada. Y me veo recapacitando, me veo buscando en mi caja para ver qué, de lo que guardo dentro, puede ayudarme a gestionar la suya.

 

Lo identifico como un tesoro de aprendizaje, eso puede conectarme con las personas, puede cambiar su percepción sobre mí, puede enriquecer las relaciones, puede ampliar la visión y puede hacernos crecer a todxs. Y mi pregunta es obvia, ¿Cuál es mi objetivo como líder en ese momento? ¿Ese aprendizaje me acerca a él? ¿Es algo que quiero trabajar? ¿Qué beneficio me aporta? ¿Qué coste tiene?

 

Trabajar la emocionalidad para guiar a un equipo es algo duro. Pone en jaque mis habilidades, mi energía, mi propia emocionalidad. Me hace preguntarme cuánto soy de sostenible. Me hace trabajar más en mi sombra, en aquello en lo que tengo que evolucionar.

 

Saber si ese trabajo emocional está orientado y alineado con mi estrategia, que es el camino del desarrollo de mi meta, es lo más difícil. Decidir si lo que quiero ganar compensa y balancea lo que puedo o debo perder.

 

La emocionalidad puede jugar a nuestro favor, puede ayudar a nuestra estrategia cuando trabajamos en equipo. También puede ser un freno si no sabemos cómo usarla, con dirección e intencionalidad.

 

Y es que, en cualquier estrategia para el desarrollo de un equipo, la emoción es la táctica, y hay que encontrarla y hacerla jugar para el cumplimiento del nuestro propósito.

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