Si algo nos define desde el inicio es nuestro nombre. Quizás es una de las pocas cosas que indefectiblemente nos son exclusivas y nos acompañan durante todo el trayecto vital. A la pregunta ¿quién eres? , habitualmente las primeras palabras van acompañadas por nuestro nombre. También nuestra experiencia y los conocimientos vienen asociados a nuestra única y personal visión y juicio de los hechos vividos así que, consciente o inconscientemente, todo lo que expresamos y, los escritos que realizamos también, van ligados de una forma u otra a quienes somos.
Pablo Neruda es uno de los poetas que más claramente destacó esto a lo largo de toda su carrera. Su nombre como lo conocemos hoy en día, aparece tras una intensa búsqueda. Es la apropiación consciente y meditada de quién buscaba ser, de las ideas con las que se sentía identificado. Su poesía es también un reflejo suyo, por lo que más que definir su obra, es su obra quien siempre le definió a él.
Quiero que sepas una cosa.
Tú sabes cómo es esto:
si miro la luna de cristal, la rama roja
del lento otoño en mi ventana,
si toco junto al fuego la impalpable ceniza
o el arrugado cuerpo de la leña,
todo me lleva a ti, como si todo lo que existe,
aromas, luz, metales, fueran pequeños barcos que navegan
hacia las islas tuyas que me aguardan.
Ahora bien, si poco a poco dejas de quererme
dejaré de quererte poco a poco.
Si de pronto me olvidas no me busques,
que ya te habré olvidado.
Si consideras largo y loco
el viento de banderas que pasa por mi vida
y te decides a dejarme a la orilla
del corazón en que tengo raíces,
piensa que en ese día,
a esa hora levantaré los brazos
y saldrán mis raíces a buscar otra tierra.
Neruda fue un poeta muy prolífico, con una carrera dilatada por lo que, su forma de escribir,de sentir y mostrar fueron evolucionando a través de sus múltiples obras poéticas y ello nos permite descubrir muchas facetas de su persona. Es un regalo inmenso por parte del autor: hacernos participes de sus motivaciones, de sus cambios personales, de sus inquietudes y fluctuaciones.
La literatura, la escritura y la poesía dentro de ello, son un catalizador entre la realidad y el autor. Son una forma natural de filtrar y analizar, de llegar a ser consciente de como entendemos la realidad, de juzgar de forma pausada y, en muchos casos más compasiva que la opinión inmediata, la sociedad y lo que sucede en ella. Nos sucede a menudo: las experiencias en un primer momento no pueden golpear y hacernos sentir aturdidos. Racionalizarlo y explicarlo a través de la escritura nos ayuda a comprendernos.
Es la mañana llena de tempestad
en el corazón del verano.
Como pañuelos blancos de adiós viajan las nubes,
el viento las sacude con sus viajeras manos.
Innumerable corazón del viento
latiendo sobre nuestro silencio enamorado.
Zumbando entre los árboles, orquestal y divino,
como una lengua llena de guerras y de cantos.
Viento que lleva en rápido robo la hojarasca
y desvía las flechas latientes de los pájaros.
Viento que la derriba en ola sin espuma
y sustancia sin peso, y fuegos inclinados.
Se rompe y se sumerge su volumen de besos
combatido en la puerta del viento del verano.
Es una de las búsquedas más importantes para el poeta: saber encontrar la forma propia de expresarse, lograr transmitir tanto su punto de vista como su esencia en la realidad o la aproximación a esta que decide hacer. Cuando esta búsqueda a sido realizada con suficiente profundidad, los versos emanan la personalidad y la forma personal del autor y es fácil reconocerle a través de los poemas. No todos los poemas son para todos los autores. Es decir no todos los poetas pueden tratar todas las realidades o utilizar los mismos recursos.
En el proceso de creación hay muchos elementos que el autor no decide, que de forma innata surgen. Es la sensación que tienen los artistas de que sus obras tienen vida y poder de decisión fuera de ellos. No es exactamente así sino que es difícil traicionarse a uno mismo, y el conocimiento inconsciente a veces corrige las intenciones iniciales del poeta. Es posible fingir un sentimiento, “mentir” en una consideración, pero cuando se intenta fragmentar así y separar obra e identidad, a menudo algo “falla”, no queda creíble, se nota forzada la escritura con unos objetivos concretos.
Como Neruda, los poetas actuales seguimos rompiéndonos y recomponiéndonos continuamente con lo que nos sucede. La escritura es testigo de ello y nos ayuda a afrontar los procesos vitales por lo que, la obra contiene parte de nuestra esencia. A veces intentamos ir más allá, haciendo preguntas a nuestra poesía, para encontrar las repsuestas que nosotros mismos hemos dado. La poesía se transforma así en un medio de preguntarse y responderse a uno mismo, de identificarse y crear algo “ nuestro” y, al mismo tiempo, compartido con los demás.