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No coincidir…

Jeremías, estaba registrado en Happen y Tinder. Su perfil, no decía mucho de él, en comparación al resto. Otros usuarios, describían el tipo de relación que buscaba, si fuman, si tienen hijos, en que Universidad estudian o estudiaron, empresa en la que trabajan y algún mensaje o descripción.

El perfil de Jeremías indicaba su estatura y que el cardio es aceptable para él, también estaba enlazado a su cuenta de Spotify e Instagram. Sus fotos, indudablemente parecían de artista.

Mariana, solo usaba Happn. Antes, uso Tinder, sin embargo, su experiencia en esa app, no fue de lo mejor. En su tiempo de ocio, se recreaba deslizando la pantalla, hacia la izquierda, cuando no le gustaba el chico y a la derecha, si le parecía agradable. Entre corazones y equis, tenía unos 143 match.

Mariana y Jeremías, se cruzaron “virtualmente”, simplemente por que un día, ella caminaba a tres cuadras de la casa de él. El algoritmo de la aplicación hizo su trabajo y cada uno de ellos, deslizo a la derecha. Hicieron match.

Empezó el chat y las notificaciones iban y venían. El perfil de Mariana en Happn, tampoco decía mucho, de hecho, tenia menos información que el perfil de Jeremías.

Acordaron de verse el sábado de la misma semana en que habían iniciado el chat. Jeremías, envío su número de celular para pasar al siguiente nivel, WhatsApp. Se escribieron durante los días previos a su encuentro, para saludarse y acordar el punto de encuentro.

Mariana, estaba nerviosa, nunca había salido con ningún chico de esa aplicación en específico. Ese día arreglo todo para poder salir tranquila, dejo a su hijo con la abuela paterna. Sabia que estaba por menstruar, pero no contaba que ese mismo día, se iba a indisponer. Aun así, siguió con sus planes.

Llego 5 minutos antes, aprovecho ese tiempo, fue al baño para retoques de ultimo momento, cuando sale, allí estaba Jeremías. La saludo, con un abrazo y un beso en la mejilla.

Mariana, lo miraba, lo detallaba con dedicación, le gusto. Fueron a mirar la carta, para escoger que comer. Ella escogió una hamburguesa con cheddar y panceta y una cerveza. Él una hamburguesa vegetariana y una coca.

Se sentían cómodos, Mariana sonría de ver que la comida de su acompañante parecía un poco más sana. Disfrutaron la cena, conversaban. Jeremías, le conto que es músico y que tiene un emprendimiento gastronómico con un amigo. Mariana, hablo sobre su empleo, le conto que tiene un hijo y que uno de sus hobbies fallidos, era la escritura.

Terminaron la cena. Jeremías, propuso ir por una birra y seguir conversando. Mariana ya intuía por donde venia la intención, de igual manera, acepto, sabia hasta donde podía llegar. Seguía la conversación, las risas, anécdotas, ambos la pasaban bien. Al poco tiempo, ambos rozaban sus manos y en menos tiempo aún, Jeremías tomo el rostro de Mariana, muy sutilmente, se acerco y la beso.

Mariana, sentía que se derretía, que se volvían uno con ese beso. Hace mucho que no sentía algo así, se sentía como quinceañera. El entusiasmo, no tardo en aparecer. Para ella, su cita de esa noche había sido un éxito.

Jeremías, le pregunto si estaba para hacer algo más o ir a otro sitio. Mariana, quien tiene el sexto sentido bien desarrollado, entendió el tono de la pregunta y agradeciéndose estar indispuesta, le contesto que no, que se iba a pedir un Uber.

Haber dejado las cosas hasta ese punto, genero una tensión que ambos disfrutaban. Prolongaron el deseo una semana más.

Una invitación a escuchar música a la casa de Jeremías, duro hasta el desayuno del día siguiente. Ese fue el inicio, del frenesí de Mariana. Todo le gustaba, se sentía cómoda, tranquila y emocionada. De camino a su casa, sus pensamientos, le decían que, por fin, había conseguido alguien con quien sentirse a gusto.

Entre invitaciones que iban y venían, Mariana decidió por primera vez invitar a un chico a su casa y lo hizo por y para Jeremías.

Los encuentros, empezaron a distanciarse, los mensajes a dejar de llegar. Mariana, intuía todo, pero no decía nada. En mas de una ocasión ella elimino el contacto de Jeremías de su celular, para no tentarse a escribirle, y él arruinaba sus planes de alejarse, porque le escribía y ella respondía.

Una visita más y otra, cada encuentro para ella, la llenaba de la energía mágica que sentía. Nunca hablaban sobre la relación que estaban manejando hacia un par de meses. Ella tenia miedo de escuchar lo que su corazón sabia, que, él solo quería coger y nada más.

Mariana, volvió a hacer uso de la tecnología y converso por texto lo que no se atrevía a hablar en persona. Decidió expresarse y comunicar, lo que quería y lo que no, también le dijo que se sentía cómoda con él y que le gustaría poder conocerlo un poco. La respuesta que recibió, no la sorprendió y la necesitaba, quería continuar su vida, sin la impresión de que estaba insistiendo en una situación, en la que no era correspondida. Sin coincidir.

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