En la era digital ya no sabemos hacia dónde mirar…..la vista clavada en 5’5 pulgadas, ya sea para comprar una cafetera en Amazon, hacer de yogui con ayuda de YouTube, hacer el hate en redes sociales o intentar la complicada y arriesgada tarea de encontrar pareja o amistades en alguna app de citas.
Cuando pasamos a la fase de querer despegar la vista de un rectángulo y subir el cuello, por cierto es un buen ejercicio para verse a uno mismo, ya estamos en frente de algún desconocido haciendo muchas preguntas.
No hemos venido a juzgar ni a que te juzguen, deberíamos decírnoslo más a menudo.
El problema es que pretendemos conocer a los demás como si fuese aquello una entrevista de trabajo. “¿A qué te dedicas? ¿Qué has estudiado?” bien para conocer que hace una persona pero no nos dice nada sobre cómo es.
“¿Cómo fue tu última experiencia, muchas novias? ¿ Eres más de Netflix o de HBO, de Estrella Galicia o de Amstel?”
Cuéntame de ti…¿te gustan los niños?
Aquí ya el hombre o mujer está abriendo la app mytaxi…
Luego viene el calendario mental que nos hacemos intentando saber en qué hueco nos podrá meter entre el crosffit ,el running y las cervezas entre amigos.
Y quizá apuráis ese último trago a la pregunta de: ¿Cómo llevas los sábados? ¿Necesitas a alguien que te saque o te bastas tú solo?
Y los domingos….¿los pasas de resaca? Pero no hablo de esa resaca etílica de los 20, sino de la resaca de haber probado algo y ya no tenerlo. ¿Lo echas de menos?
La batería de preguntas es variada pero antes de todo esto, debemos pensar que estamos dispuestos a compartir y conocernos a nosotros mismos.
Pero ven, ven…conozcámonos y cuéntamelo entre dos copas de vino.