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Conchita Piña, una editora y agente teatral haciendo hueco a la dramaturgia contemporánea

El principio de la editorial fue un arrebato de juventud

Aprovecho el Día del Libro para quedar con Conchita Piña, cofundadora de Ediciones Antígona, una de las editoriales responsable de que las dramaturgias contemporáneas también se lean en España. Alrededor de la cual ha ido creando un proyecto cultural que se ha concretado en una agencia de teatro que dedicada a la difusión de textos dramáticos y en unInstituto de Estudios del Mundo Antiguo(IEMA).

Antonio Hernández (AH) Usted es licenciada en filosofía ¿por qué se metió en un proyecto editorial de textos teatrales?

Conchita Piña (CP)– Me metí invitada. La editorial la cree junto a otros dos socios,Isaac Juncose Ignacio Pajón. Lo hicimos mientras estábamos en tercero de carrera partiendo de la editorial que tenía Isaac. Él nos invitó a formar parte del proyecto y dijimos que sí. Estudiando filosofía no se puede tener miedo a nada.

Al principio fue una editorial generalista. No sabíamos muy bien qué queríamos contar con nuestra editorial. Sin embargo, poco a poco nuestras necesidades e inquietudes, la filosofía y el teatro, se fueron plasmando en cómo se desarrollaba el proyecto.

Como personas que estábamos vinculados al teatro, pues habíamos hecho teatro o investigando sobre el mismo, nos dimos cuenta de lo difícil que resultaba acercarse a las nuevas dramaturgias. Partimos de algo que nos interesaba a nosotros para crear un proyecto que también tenía interés general.

Así que el principio fue un arrebato de juventud.

AH– ¿Con qué autores o autoras comenzasteis?

CP– Hubo dos autores prestigiosos que decidieron comenzar con nosotros: Juan Carlos Rubioy Nando López. Y después de 15 años siguen con nosotros.

AH – ¿Cuáles fueron las primeras obras que publicaron de estos autores?

CP – De Nando López Tour de forcey de Juan Carlos Rubio 100 metros cuadrados. Y luego hemos publicado la gran producción que tienen ambos. Entonces, todo era muy pequeño. Y seguimos siendo pequeños e independientes, aunque se nos está imponiendo ser grandes.

AH – ¿Qué significa que se os está imponiendo ser grandes?

CP – Significa que estamos excediendo los límites de la editorial para convertirnos en un proyecto cultural. Es decir, estamos creando otras empresas o líneas de negocio que nacen alrededor de la editorial.

Por un lado, está la agencia de teatro. Un proyecto totalmente mío, pero que surge del trabajo que realizo en esta empresa.

Y junto a Ignacio hemos creado un instituto para el estudio del mundo antiguo. Su objetivo es promover todo lo que tiene que ver con el mundo antiguo. Desde la papirología al estudio de la filosofía antigua.

AH¿Qué es una agencia de dramaturgos?

CP– Para mí es un acompañamiento a los autores en determinados momentos. Una manera de mover y dinamizar sus textos teatrales. En España es una experiencia muy pionera. En la actualidad solo somos cuatro agencias las que nos dedicamos a esto, curiosamente todas llevadas por mujeres.

Nuestro objetivo es dar a conocer los textos de distintos autores con la idea de que se traduzcan o de que se monten en escena. En concreto, en nuestra agencia nos hemos convertido en prescriptores de teatro a nivel nacional e internacional.

Es decir, nos hemos convertido en un centro de difusión de textos teatrales en la red que hemos sido capaces de desarrollar. En la que se incluyen tanto productoras nacionales como internacionales. También nos hemos convertido en prescriptores de textos, ya que muchas compañías y productores se acercan a nosotros para preguntarnos por textos para montar.

Así que, como agencia, damos a conocer, prescribimos y dinamizamos textos de una cantera de autores que incluye a Paloma Pedrero,Alfredo Sanzol,Miguel del Arco,Eva Hibernia,Irma Correa,Antonio Rojano,Carolina Román. Muchos. Un montón a los que se busca internacionalmente para traducir, publicar o producir.

AH- ¿Cómo se forma una cantera de autores?

CP– Para mí ha sido magia. Aunque surgió de manera natural. Al principio pensé en hacer una agencia literaria al uso. Sin embargo, Paloma Pedrero me animó a que volcará este impulso en hacer una agencia de dramaturgos.

Hasta hace bien poco esta figura no existía. Es cierto que la Sociedad General de Autores y Editores(SGAE) se encarga de los textos y de la gestión de sus derechos.Nos diferenciamos de la SGAE en que nosotros no nos dedicamos solo a la gestión de derechos. Como te he comentado antes, somos un proyecto cultural que nace desde la editorial.

De hecho, como somos una editorial venían a preguntarnos por textos teatrales. Nos tenían como prescriptores. La agencia lo que permite es que los autores no solo sepan que sus textos se distribuyen y se venden, sino que también se trabaja con ellos a nivel nacional e internacional.

AH – ¿Dinamizáis y promovéis más textos o más autores?

CP– Es más de textos, de contenidos. Sobre todo, a nivel internacional porque puede que sean menos conocidos. Por ejemplo, ahora en Grecia lo que se busca son comedias políticas y en Italia un teatro más crítico. Nosotros ofrecemos textos en esos países teniendo en cuenta las necesidades de esas regiones.

Nos hemos dado cuenta de que hay mucha demanda de dramaturgas. Quieren saber qué están haciendo las autoras teatrales y conocer obras escritas por mujeres. Hay que tener en cuenta que el teatro contemporáneo español fuera de España tiene mucho prestigio. Es muy reconocido.

Creo que esto se debe al trabajo que hemos hecho las editoriales de textos teatrales al reivindicar la autoría de los textos y ponerlos en circulación. Al hacer que estén disponibles para que los conozca un público experto y para que se puedan traducir.

AH – Parece que siempre le ha interesado el teatro ¿por qué decidió estudiar filosofía?

CP– Siempre he estudiado teatro. Desde muy pequeña. Pero es cierto que la carrera que quería estudiar era medicina. Tengo un familiar que es médico y que siempre ha sido un referente para mí. Sin embargo, siendo adolescente fui consciente del hecho de la muerte. En ese momento decidí que no quería dedicarme a algo tan trascendente.

Entonces me orienté hacia la literatura y al teatro. Y luego pasé a la filosofía. Realmente, cuando estudias filosofía te das cuenta de que no está muy alejada del teatro. Ambas disciplinas buscan lo mismo, tienen las mismas inquietudes, aunque usen herramientas y métodos diferentes.

Por eso, ediciones Antígona publica teatro, pero también filosofía. Dos géneros que son diferentes en la forma, aunque no en lo que investigan o en lo que quieren comunicar.

De hecho, me licencié en Filosofía y llegué a opositar para ser profesora de instituto. Hasta aprobé, pero lo dejé todo por dedicarme a la editorial.

AH – ¿Qué balance hace de la decisión de dejar un trabajo seguro por una empresa tan arriesgada como es una editorial y encima de teatro?

CP –El balance para mí es buenísimo. Siempre he pensado que si aprobé unas oposiciones, mal se me debería de dar para no aprobar otras. Sin embargo, la oportunidad de crear una editorial con veintitrés años no es una cosa que te suceda todos los días.

La verdad es que tuve un poco de crisis. La sensación de que estaba abandonando a una generación de alumnos. De que no estaba asumiendo la responsabilidad de cumplir con la sociedad. Una espinita que nos hemos quitado atendiendo a la promoción del teatro en el aula.

AH –¿Qué le movió a dar el paso a la agencia?

CP – La idea surgió como hace dos o tres años, pero se concretó hace un año. El caso es que antes venían a preguntarnos por textos que, tras tener la autorización de los autores, nosotros presentábamos. Es decir, lo hacíamos de manera informal y con la agencia esa labor se ha formalizado. Le hemos puesto nombre, le hemos buscado una identidad y una imagen que era necesaria para que nos identificaran como referencia de autores y textos.

La agencia también nos permite crear la idea de la existencia de dramaturgos. Al crear la agencia de dramaturgos y formalizarla, se le da entidad a la figura del escritor teatral. Es decir, que toda obra tiene una autoría y que ese texto y esa autoría tienen que ser respetados. Son escritores y sus obras tienen entidad literaria.

Este tipo de agencias existen en todo el mundo, pero no existían en España. Fueran son conscientes de que el libro teatral es un libro, que escribir teatro cuesta el mismo tiempo y esfuerzo que cualquier otra obra literaria. Nuestra editorial y la agencia compartimos esa idea. En ese sentido, creo que hemos contribuido a que se respete a los dramaturgos y a sus obras. A que no se usen sin siquiera pedirles permiso para representarlas o para traducirlas a que no perciban sus derechos de autor.

AH – A parte del esfuerzo que ha hecho ¿qué es lo que ha aportado a Conchita Piña a la editorial?

CP– Por mí misma, nada específico. Somos un equipo y lo que hemos hecho lo hemos conseguido juntos.

Como editorial hemos generado una expectativa sobre los textos teatrales y hemos creado nuevos lectores. Hemos contribuido a la bibliodiversidad haciendo ver a instituciones del libro, distribuidores y libreros que el sector del libro teatral está en crecimiento. Lo mismo que está pasando con el teatro representado.

A la vez, estamos proporcionando nuevos textos para las escuelas. No me refiero solo para las escuelas de arte dramático, sino para los centros educativos. Hay muchos profesores que se están involucrando en llevar a los institutos las nuevas dramaturgias.

Esto último es algo que no hubiéramos podido hacer sin otros agentes. Como por ejemplo, La Joveny sus proyectos teatrales para adolescentes, de la que editamos sus textos. O como el material para el aula desarrollado por laAsociación de Autores y Autoras de Teatroque han escrito los libros de teatro breve para el aula.

AH – Cuando comenzaron ¿pensaban en editar lo que no encontraban en el mercado y les hubiera gustado encontrar?

CP– Al principio, sí. Nos preguntábamos cuál era el motivo para que no pudiéramos leer o acercarnos a textos de teatro contemporáneos. Uno no puede enamorarse de algo de lo que no está ya enamorado.

Publicábamos aquello que nos interesaba o que no estaba publicado y queríamos tener acceso a ello. Fue una sorpresa que también hubiera más gente interesada en lo mismo.

AH – ¿Tienen en el catálogo autores extranjeros?

CP– No tenemos muchos, pero algunos tenemos. Por ejemplo, Marina Carr, una autora irlandesa contemporánea, de la que vamos publicando sus obras.

Además, tenemos la intención de sacar volúmenes de teatro por países. De hecho, vamos a publicar un volumen que recogerá las obras contemporáneas de teatro italiano que van a ser leídas en el Centro Dramático Nacional(CDN). Y estamos preparando un volumen de teatro japonés.

AH – ¿Qué ha sido lo más difícil?

CP– Hacerse hueco en el mercado. Poner los libros de teatro en las estanterías de las librerías. Todos los que nos dedicamos a la edición de obras teatrales te diremos lo mismo. Y sigue siéndolo.

AH – Habiendo un boom teatral en la cartelera ¿por qué cree que los libreros no acaban de reflejarlo en sus estanterías?

CP– Porque creo que, en general, no son lectores de teatro. Se publican muchísimos libros al año y las librerías tienen que dar cabida a lo que más se vende.

De todas formas, la paradoja es que uno hace hueco en el mercado haciendo hueco. La piedra de toque es hacerles entender que cuanto más hueco tengan para el libro teatral, más libros de teatro van a vender.

Muchos libreros están descubriendo la venta de libros de teatro porque se prescriben en las aulas y gracias al material pedagógico que las acompaña. Y también porque el público de teatro que sabe que está publicada la obra que ha visto y les ha gustado va a comprarla y acaba convirtiéndose en un lector habitual de teatro.

Aunque nosotros publicamos libros, se sigue pensando que somos más una obra de teatro que un libro. El género al que nos dedicamos pesa más que el hecho de que seamos editores de libro.

AH – ¿Es difícil competir con los clásicos como Lope,Shakespeare,Valle-Inclán,Lorca?

CP– Hay que hacerse amigo de ellos. Hay que traerlos a tu terreno. Al que más le cuesta dejarlos para hacer hueco al teatro contemporáneo es al librero. Pero nosotros los tenemos en nuestra barca y remamos con ellos. Por ejemplo, acabamos de publicar Inventando a Lopede Nando López.

AH – ¿Dónde se ve en el futuro?

CP– Me veo aquí y creciendo. Nos quedan muchas cosas por hacer y proyectos que desarrollar. Ojalá que tengamos más oficinas , aunque como estamos ahora también estamos bien.

AH – ¿Diría que si un autor no está en Ediciones Antígona no está donde tiene que estar?

CP– Ya estará [responde riendo y siguiendo la broma] Lo cierto es que queremos acoger a tantos autores que no tenemos ni capacidad física ni tiempo para poder publicarlos.

Para nosotros, que amamos el teatro y creemos en el texto teatral como herramienta literaria, creemos que lo más importante es que los textos se publiquen. Nos da igual que no sea en nuestra editorial. Será en otra editorial que también lo acogerá bien.

De hecho, creo que, si escribes teatro, más importante que la editorial que te publique, es ser publicado. Las compañías, los productores, los teatros y las instituciones dan mucha importancia a que el autor o la autora estén publicados. La edición del libro les da valor, suma puntos a la hora de ser producido, estrenado o que le den un premio.

AH – ¿Hacía dónde se dirige el texto teatral?

CP– En la actualidad, hay un interés muy grande por revisitar a los clásicos. También por hablar de cuestiones que antes no se hablaba. Cuestiones de género que tienen que ver con la identidad. Y en escribir para jóvenes lectores, para adolescentes.

Además, está volviendo el teatro crítico con la realidad, con lo que está sucediendo. En el tiempo que lleva funcionando la editorial, hemos comprobado que cuando la situación está bien se escribe mucha comedia y cuando hay crisis se apuesta mucho por el teatro social y político.

Por otro lado, se están creando muchas nuevas herramientas dramatúrgicas y para la puesta en escena. Nuevos lenguajes dramáticos porque existe una necesidad de contar de otra manera.

Al mismo tiempo, el interés por el teatro escrito por mujeres está creciendo mucho. Más que un auge de escritoras es un auge por conocer el teatro que ellas escriben. Un interés que nunca antes había recibido y que sitúa sus textos en el lugar que le corresponde.

Por último, hay que señalar que, si miras la cartelera, en este momento se observa que se están adaptando muchas novelas al teatro. En mi opinión esta va a ser una moda pasajera.

AH – Publican autores contemporáneos de autores vivos ¿No se han planteado autores clásicos?

CP– Los clásicos siempre han tenido hueco en el mercado. Cuando hablo de clásicos me refiero a autores que llegan hasta Buero Vallejo. Por eso nosotros nos decidimos por publicar autores contemporáneos y vivos que también merecen tener su hueco. De los que queríamos leer sus obras.

AH – ¿Qué influencia ha podido tener Ediciones Antígona en lo qué se escribe y en cómo se escribe?

CP– No se si somos tan “influencers”, aunque tenemos Instagram[bromea] Lo que hemos conseguido es dar visibilidad a los autores contemporáneos editando y publicando sus textos. No hemos sido el único actor, pero hemos contribuido a hacerlo posible, y eso es un orgullo para cualquier editorial.

AH – ¿Cuál es vuestro “best-seller”?

CP– Tenemos muchos. No podría decirte uno. Sobre todo, el teatro escrito para adolescentes. Estos libros se venden mucho porque los dramaturgos actuales los escriben pensando en ellos. Eso les gusta. A lo que hay que añadir que los chavales jóvenes se reconocen en lo que se cuenta en esas obras y cómo se cuenta.

Pero tenemos muchos autores “best-seller”. Se venden mucho los libros de Ron Lalá, de Miguel del Arco, de Alfredo Sanzol, de Paloma Pedrero o Julieta Soria.

A veces lo que ocurre es que cuando se publica un libro que no se vende es porque no ha llegado su momento. Hemos tenido libros que han tenido relevancia dos o tres años después de publicarlos.

AH – ¿Cómo influye en la venta el que se esté representando la obra?

CP– Influye mucho, aunque ahora no tanto porque ya nos tienen identificada como una editorial de fondo. Es cierto que hemos vendido muchos libros en los teatros, en la mesa de “merchandasing” que se ponía a la puerta del teatro al final de la función.

También hay muchos lectores que tiempo después de ver la obra en el escenario acuden a una librería a buscar el texto. Una obra puesta en escena es una carta de presentación maravillosa para un texto teatral.

AH – Ediciones Antígona también publica los textos españoles de autores contemporáneos que se representan en el Cervantes Theatrede Londres.

CP– Sí, colaboramos con ellos desde que arrancaron. De hecho, estaba viviendo allí cuando abrieron y me acerqué a ver a Jorge de Juan[fundador de dicho teatro] para hablar con él.

AH – Se encargan de traducir al inglés los textos que se representan allí.

CP– No. Ellos tienen sus propios traductores y tienen un punto de venta de los textos en el teatro. Nosotros nos encargamos de la edición y de la distribución nacional e internacional de los libros.

En mi opinión están haciendo una labor que no se aprecia todavía lo suficiente, pero que con el tiempo se verá la dimensión que tiene. Es un regalo tener en el centro de Londres un local de exhibición de teatro español contemporáneo.

Además, hemos organizado con ellos el Premio Ana Carode teatro, en honor a la dramaturga y poetisa del Siglo de Oro Ana Caro de Mallén. Un premio que está dotado con mil quinientos euros e incluye la publicación de la obra por nuestra editorial y su representación en Londres en Cervantes Theatre.

AH – ¿Cómo fue trabajar desde Londres para la editorial?

CP– Pues como aquí, echándole muchas horas. Aunque es cierto que me puse al día con muchos libros y autores que tenía pendientes. El alejarme me permitió rencontrarme con el proyecto. A veces hay que poner distancia.

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