Ayer te busqué. No, perdón… te rebusqué. Porque no voy a buscar algo que hace tiempo está perdido y sé que no volverá a aparecer. Si embargo, rebuscar es fácil. Aunque sea abrir la caja de Pandora; o “la caja” simplemente. Ésa en la que caben un puñado de recuerdos desgastados con los años pero que todavía emanan el mismo olor que entonces al abrir la tapa de la caja.
Y rebusqué entre papeles, viejas cartas y antiguas fotografías. Buscando, quizá las mismas sensaciones. Y rebusqué hasta el fondo, pero ya sin ilusión. Sin pasión y sin ganas. Rebuscando también en los recuerdos de mi mente (esos son más complicados). Pero ya las sonrisas se habían perdido. Aquel olor ya no surtía el mismo efecto. Rebuscar ya no era encontrar tesoros. Ya se había perdido esa magia.
Y no sé si rebuscar es de cobardes o de valientes. Sólo sé que si buscas y no encuentras varias veces ¿para qué buscar más? Mejor vaciar la caja y dejar espacio para nuevas sensaciones y nuevos recuerdos