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Señorita Silencio

Querida señorita silencio,

 

La mayor demostración de amor es aquella silenciosa. 

La de mirarte y sonreír sabiendo que estás más lejos que el espacio que nos separa. Saber reír y estar contento; hablar sin que me falte el aliento por la tristeza de estar perdiendo, día tras día, la única vida en la que nos hemos encontrado.

 

Entender que es tu elección. Elegir yo quedarme a ver como vives sin sentir lo que yo siento.

Silencios que quedan ocultos tras el velo de la piel, de las mentiras que salen fácilmente de mis labios que, sonrientes, parecen no ser míos.

 

Y cada noche, en silencio, dejar correr las lágrimas para llenarme de paz, paciencia y alegría que ofrecerte al siguiente día. Silencios llenos de tantas otras cosas. Silencios que vuelven a susurrar al corazón cuando no estás, cuando a solas siento el viento llamarme para dormir el sueño que no tengo.

 

Amor, silencio y vida que pasa como las aguas de un río que corren sin volver la mirada. Silencio que se queda en los pies desnudos.

 

Y en ese silencio una voz que me llama, la tuya. Tal vez solo una ilusión de la mente.

 

La vida es una sucesión de encuentros y despedidas, de momentos que parecen detenerse y otros que se escapan rápidos en el flujo que los separa de uno mismo. 

 

Mis ojos miran cada vez más ese horizonte donde el cielo parece estar justo sobre el suelo que, en ocasiones, me sirve de apoyo para vaciar la mente mientras miro como la tarde se convierte en noche y de nuevo, casi de forma imperceptible, en un nuevo albor. 

 

Silencio que me ha llenado de frío, que a creado escarcha y luego a encendido mi corazón de nuevo. Dicen que el silencio y la distancia alivian el alma, curan las heridas del corazón clavado por un objetivo imposible. Pero tu ausencia causa vértigo y, como un perro, vuelvo una y otra vez de nuevo a tu lado. Para sentir algo parecido a alegría, mientras roto permanezco por dentro.

 

Silencio que lleno de palabras, de versos que no llegarán a escuchar tus oídos, que no sabrán jamás tus ojos. 

 

Y así transcurre un día, el siguiente y aquellos que transforman el invierno en primavera. Caigo en la tristeza e inundan las lágrimas mis mejillas doloridas ya de recibirlas. Otras veces te abrazo y siento por un momento que vuelvo a nacer. Silencio breve en el que ambos tenemos distintos pensamientos pero compartimos un mismo espacio.

 

A veces deseo que el silencio sea también olvido, sea pasado lejano donde no estaba flechado y confundido. Otras esa visión me causa miedo. Y vuelvo al silencio que guardais verdades y mis mentiras, cuando ya no distingo unas de otras.

 

Y todo es silencio, silencio y más silencio.

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