fbpx

Ser experta en ti misma

A veces nos empeñamos en querer conocer a fondo a nuestras parejas, a nuestras amigas, nos empeñamos en hacer las radiografías del alma de otras personas, y nos dejamos de conocer a nosotras mismas. Dejamos de conocer qué nos está pasando esos días en que las hormonas se nos revolucionan, por qué a ratos tenemos ganas de fumar o de mordernos las uñas, por qué hay días en que la euforia nos hace dar un pingo de la cama o por qué otros no tenemos ganas ni de asomar la nariz por fuera de las sábanas. Nos desconocemos hasta el punto de dejarnos influir por relaciones que a veces nos pasan factura, dejamos que un ambiente laboral cargado nos fastidie el día o la vida, que un espejo nos regale el reflejo de algo que no del todo nos gusta. Dejamos que un coche que transita por nuestro lado en un día lluvioso nos moje con el agua que levanta al pasar y lo que es peor, dejamos que eso nos enfade sin ni siquiera pensar en por qué nos estamos enfadando. Damos mucha importancia a cosas que no la tienen, desconocemos que el hecho de estar aquí y ahora vivas es más significativo que cualquier otro hecho. Que el día que estamos tristes estamos tristes por algo, que ese tirón en el cuello tiene que ver con alguna herida vieja que está dentro de nosotras, carcomiéndonos, que no hemos logrado sanar.

No nos miramos hacia dentro, seguimos mirando hacia afuera, buscando en los demás esos gestos y esa aprobación que nos merecemos de nosotras mismas. Nos negamos los placeres, nos azotamos con culpas, sin preguntarnos por qué. Nos preocupamos por arrugas, por esas velas de cumpleaños a las que a veces nos gustaría dar la vuelta, el numerito de la izquierda en la derecha y al revés, sin darnos real cuenta de que los años que soplamos nos nutren de experiencias, de maravillosos momentos vividos en los que crecimos y aprendimos, sin reparar en que la vida no es un instante congelado del pasado ni un sueño idealizado del futuro, sino todo un camino de instantes que se viven y se suceden ya.

Nos desconocemos y lo realmente peligroso de este hecho es que no nos podemos dar todas esas cosas que nos gustan. Sabemos qué postre le gusta a nuestro sobrino, qué regalo le haría ilusión a nuestra mejor amiga, qué posición le hace disfrutar más a él en la cama, pero en muchas ocasiones dejamos de sentirnos plenas porque nadie sabe qué postre nos hace feliz a nosotras, qué regalo nos haría especial ilusión o qué posición del kamasutra nos haría realmente aullar. Es posible que nadie lo sepa, ni nosotras mismas a veces. Porque no nos miramos hacia dentro, porque en vez de cerrar los ojos a ratos y respirar y observar esa pena que está incrustada en los hombros, esas lágrimas que los días de luna pugnan por salir, nos miramos a un espejo y nos criticamos, nos enfadamos con las manchas que salieron nuevas, con la carne que da forma a nuestras caderas y a nuestros vientres, con el pelo que se crespa cuando sopla la brisa porque está irremediablemente vivo. Miramos un reflejo y miramos a los demás. Y hasta nos gusta saber cómo nos ven las otras personas… ¡qué cosa tan absurda! si nos viésemos de verdad y nos reconociésemos tal cual somos nos importaría tan poco lo que pensasen de nosotras…  A veces nos escuchamos en un audio y nos criticamos la voz, nos miramos en un vídeo y no nos gustamos en movimiento, nos vemos en una foto y hay algo que nos cambiaríamos al instante, algo que con un poquito de brillo aquí, un poquito de photoshop allá se arregla y de momento al perfil de facebook o al de whatsapp.

Hazte experta en ti misma, tómate el tiempo que necesites para ti, para observar tu tristeza, busca a esa niña que aún está adentro tuyo llorando por atención, por un pastel que nunca le trajeron, por ese regalo que no le satisfizo, por ese amor que buscas en otros y nunca te alcanza a rozar verdaderamente el alma. Si eres experta en ti misma, los demás sabrán cómo llegar a ti, porque fácilmente sabrás quien puede y quién no puede accederte. Si te conviertes en experta en ti misma sabrás distinguir mejor las bondades y los deseos de las personas que quieres y cubrirlas sin faltarte a ti, sin darte de más o de menos, sin fallar en las expectativas. Solo basta mirar, observarse, escucharse. El cuerpo nos habla y el alma también, cierra los ojos, medita, respira, mírate hacia adentro, un día, otro día, mira cómo cambias, cómo creces, cómo maduras, cómo evolucionas. Abróchate el cinturón que vienen curvas… ¡Buen viaje interior!

BUSCAR