Tú eres la calma
eres la quietud aparente
bajo la piel de tus párpados de mariposa,
que se mecen con un aleteo apenas perceptible,
cuando te finges dormida,
y con las sombras que dibujan tu cuerpo,
haces que mi corazón quede detenido, retenido
a treinta centímetros de ti,
para una eternidad que
provoca celos al tiempo.
El rotar de tus caderas
y, la dulce línea que dibuja tus pechos mientras te deslizas sobre mí,
origina una inversión en el desplazamiento eterno.
Haces que mi mundo gire
en la dirección que marcas con tu cuerpo,
a la velocidad de tus besos sobre mis labios,
electrizando meridianos y paralelos
y, llevándome a un mundo paralelo.
Un entorno en el que, el tiempo,
el espacio y las distancias quedan
a tu elección en los límites de nuestra cama.
Sin miedo, sin duda,
me dejo llevar a la deriva
por ti mi sirena,
en las olas de placer que me provocas,
dejándome guiar
hacia casa puerto desconocido de tu cuerpo.
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Tú eres la calma
eres la quietud aparente
bajo la piel de tus párpados de mariposa,
que se mecen con un aleteo apenas perceptible,
cuando te finges dormida,
y con las sombras que dibujan tu cuerpo,
haces que mi corazón quede detenido, retenido
a treinta centímetros de ti,
para una eternidad que
provoca celos al tiempo.
El rotar de tus caderas
y, la dulce línea que dibuja tus pechos mientras te deslizas sobre mí,
origina una inversión en el desplazamiento eterno.
Haces que mi mundo gire
en la dirección que marcas con tu cuerpo,
a la velocidad de tus besos sobre mis labios,
electrizando meridianos y paralelos
y, llevándome a un mundo paralelo.
Un entorno en el que, el tiempo,
el espacio y las distancias quedan
a tu elección en los límites de nuestra cama.
Sin miedo, sin duda,
me dejo llevar a la deriva
por ti mi sirena,
en las olas de placer que me provocas,
dejándome guiar
hacia casa puerto desconocido de tu cuerpo.