Sobre el andén
Zinaida Lvóvskaya,
madre, amiga, maestra.
In memoriam
I
Oh, caminante,
detente y escucha.
El andén está lleno de pisadas de gigantes,
mezcla de sombras y hollín de lágrimas
vertidas en silencio.
Sueños pisoteados como cucarachas
negras que nunca llegarán a su destino.
Mil esperanzas derretidas
sobre un asfalto que lo engulle todo
con su gran boca gris.
II
Señora,
no pretenda que sus planes de ahorro lleguen a la estación.
En este tren se abolieron las clases de seguridad.
De veras. Ninguna.
La vida cómoda pasa factura
si alguien se decide a entrar en el sótano de esta ciudad
sitiada por su bajo tren de vida.
Aquí no hay distinción entre los seres,
amarillos, rojos, blancos,
verdinegros…
Aquí verá a la prostituta y al cojo sonreír,
cómplices de todas las miradas
en pirueta,
y a usted la buscarán
como un punto fijo
para no precipitarse fuera
del vagón.
III
Diminutas como las pecas
de un rostro joven
son las luces de los trenes
en la lejanía.
No, no me pidas que renuncie a ser Matilde
mientras sufro
este brutal traqueteo
-versos aderezados
con paisaje de olivos.
IV
– Dime, niña… ¿cuándo viajaste en tren por última vez?
Te convendría hacerlo.
Es el mejor masaje linfático.
El bono incluye roce vital con el sudor humano,
da la medida exacta del físico
propio y ajeno,
del músculo atrofiado al tirar de la maleta.
Todo eso podría liberarte de la realidad virtual
en la que estás metida
hasta las cejas.
– ¿Desde cuándo?
– Desde que el mercader veneciano te vendió
su ordenador usado.
V
La extensión de la vía me habla
de la capacidad
de los sueños,
de los infinitos errantes
que nos esperan
si sabemos
añorarlos, cocinarlos y rezarlos…
como un arroz con leche
en su punto.
VI
Si buscas un pretexto para viajar en tren
hasta el más allá del que ya no volverás,
no cuentes conmigo.
Vete si quieres.
Pero piensa antes
en todos los huérfanos que dejarás tras de ti,
y a los que podrías haber amado tanto
como las olas
que acarician tus orillas.
No concibo una vida sin mariposas en la frente
y allí donde tú vas, querida amiga,
de tu tren de larga distancia,
nadie ha vuelto para decirme si las ha visto
revolotear por los jazmines.
Vete tú,
vete si tanto lo deseas,
yo me quedaré aquí
esperando al tren de cercanías.
***
I Premio III Certamen Internacional de Poesía “El verso digital”