fbpx

Quitarse el disfraz en la casa de muñecas

Hacer por complacer, por hacer feliz a otros es un billete seguro hacia el infierno.

He estado a punto de sentirme tan atrapada como Nora en la casa de muñecas. Esto me ha pasado unas cuantas veces. Pero siempre me di cuenta a tiempo.

A tiempo es cuando sucede algo que te abre los ojos y ya no puedes volver atrás.

Algo puede ser una llamada a medianoche, un mensaje inesperado en tu cuenta de Instagram, un gesto de reproche, un tirón de pelo, una nausea, un retraso, un olor que te revuelve por dentro, un grito.

Un grito muy fuerte y ya no puedes seguir haciendo cosas por complacer, para gustar, para que te quieran, para hacerle feliz y creer que tu también lo eres porque él lo es.

Pero no lo es. Y eso es un pozo sin fondo, un agujero negro hacia el abismo. Hacer por complacer, por hacer feliz a otros es un billete seguro hacia el infierno. Porque dejar de ser tú tiene un precio caro.

Un precio caro a cambio de encajar.

Por eso, por encajar, hasta me he puesto un disfraz.

Me lo he ido poniendo sin darme cuenta, como Nora. Un día una falda más corta, otro unos zapatos más altos, al siguiente una blusa mas entallada, luego un corsé, mas adelante una peluca, y maquillaje, muchos kilos de maquillaje que te vas poniendo a capas y no te quitas nunca, y cuando te das cuenta esa imagen que te devuelve el espejo no corresponde a quien tu pensabas que eras.

He estado unas cuantas veces en el quicio de la puerta, como Nora, asiendo el pomo y, al igual que Nora, dije que no, y me quité el disfraz.

 -Te perdono, Nora- le dice Torvald al final de la obra de Ibsen.

Pero no, ya es demasiado tarde.

No hay perdón que valga porque te das cuenta de que no te quieres pasar la vida maquillada y encorsetada por una persona con la que no quieres pasar el resto de tu vida. Porque esa persona, como Torvald, habla y no dice nada y te parece un extraño y es tan extranjero en esa casa como tú misma cuando te miras al espejo y no te reconoces.

He estado a punto varias veces de arrepentirme pero nunca lo hice. Cogí la puerta y me fui porque hay que decir muchas veces que no para decirte sí a ti misma.

Mi triunfo es tomarme una copa de vino mirando por la ventana.

BUSCAR