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¡Sonríe!

Una de las características más destacables del ser humano es su capacidad para comunicarse, para expresar cualquier cosa, desde un simple “tengo hambre” hasta un profundo sentimiento. Para un mismo mensaje utilizamos simultáneamente diferentes formas de comunicación; Nos expresamos de forma oral, gesticulamos con todo el cuerpo, incluso alteramos la respiración o el ritmo cardíaco. Gran parte de esos mecanismos no los controlamos de forma consciente, es más, incluso pasan desapercibidos a nuestra consciencia siendo el subconsciente el encargado de gestionarlos y traducirlos.

De todas las formas que tenemos de expresarnos hay una que destacaría por encima de otras muchas. Se trata de la sonrisa. Hay de muchos tipos; unas enseñan blancos y bien colocaditos dientes, a otras les falta alguna pieza, ya sea por exceso o por defecto de edad, unas son abiertas, de esas que casi no caben en la cara del propietario, otras son más tímidas, les cuesta más salir, otras son de medio lado, las hay que surgen por nervios, otras por felicidad, las hay pícaras y otras más inocentes pero cargadas de sentimientos…

Sean como sean, siempre irradian algo especial. Y precisamente, una de las cosas que me sorprende de las sonrisas es uno de sus efectos. Da igual cómo sea el físico de la persona portadora, puede ser un modelo espectacular, una persona con un físico más normal o un tipo descuidado y mal apañado. Todos, absolutamente todos, nos volvemos bonitos cuando regalamos una sincera sonrisa. Se contraen miles de músculos, se arrugan ojos, nariz, mejillas y hasta la frente, pero qué arrugas tan tiernas, qué brillo en los ojos…

Conseguir que el tipo más serio que pensabas haber conocido jamás, esboce una franca sonrisa y te la dedique, lograr que un niño, de esos que aún no tienen edad para necesitar quedar bien con nadie, te regale una y, además, acompañada de unas carcajadas, o está ésas que, sin darse cuenta se escapan; a una madre viendo jugar a su retoño, a un hombre enamorado observando medio a escondidas a su mujer haciendo cosas distraída, a esa mujer que sabe que está siendo observada por ese hombre enamorado…

Creo que es la expresión más bonita, más bien entendida, la que peor puede disfrazarse y, por lo tanto, la que vas a interpretar con total claridad. Es como una ventana abierta y algo indiscreta que solamente posee el ser humano y que, en cierta manera, nos hace únicos y bellos, tanto como especie, como de forma individual.

Espero y deseo que nada ni nadie nos robe nunca ese fantástico tesoro que es la sonrisa.

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