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Una vieja libreta

Necesitaba hablar, pero nadie se ofreció y yo tampoco lo pedí. Así que un día me compré una libreta. Fue un día normal. La gente iba y venía y pasaba delante de mi como si yo no existiera. La compré porque me gustó su color. Era de anillas y sus hojas blancas como el algodón. Fui corriendo para casa y la dejé encima de la mesa pequeña, en el centro del salón que estaba vacío. Cogí un boli negro y puse un cojín en el suelo, me senté encima de él con las piernas estiradas, apoyando mi espalda en el borde del sofá y mi perro apoyó su cabeza en mi pie. Abrí su primera hoja y escribí. ” A ti, que serás mi psicóloga”. Y una tras otra se fueron juntando las letras, formando palabras, escupidas desde lo más profundo de mi corazón para quedarse ahí. En el blanco algodón lo más negro de mí dibujaba garabatos. Y mi interior se llenaba de colores. Pasaban los días y el negro de las letras ya no era más que un gris, hasta que conseguí dejar atrás todo lo malo que había encerrado en mí, dejándolo ahí, en las hojas de aquella libreta. Acabé la libreta escribiendo en azul. Pero no compré otra. Pasé de las blancas hojas de papel a la blanca hoja de la pantalla de un ordenador. Haciendo de la rutina de después de cenar una forma de llorar sin lágrimas, de reír sin carcajadas, de explorar mi interior sin salir de él.  La soledad se convirtió en mi compañera y fui feliz. Lo fui porque aprendí a mirar hacia dentro de mí y crecí por dentro descubriendo muchas cosas que ni yo misma sabía que pensaba, escribiendo, abrí las puertas a todo aquello que no necesitaba y guardé en pequeños armarios todo aquello que me hacía ser mejor.

Tuve mucha suerte. Descubrí la mejor de las terapias y el hobby que más placer me da.

Aunque me encanta hacerlo, ya no escribo con la frecuencia con la que lo hacía, porque ya no siento que lo necesite. La necesidad dejó paso al placer y un día, no hace mucho, quemé la vieja libreta,  porque no queda ya nada negro en mi vida y tengo lo que más quiero a mi lado, mi marido y mi hija, ellos son mis nuevas páginas en blanco y juntos escribimos la vida con el mejor de los colores.

 

 

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