Llevamos ya cuarenta y cinco años juntos y nunca me ha fallado, siempre ha estado a mi lado, en los momentos fáciles y en los que han sido más complicados.
Superamos juntos la niñez, la adolescencia y mas tarde el embarazo con todos sus altibajos físicos y emocionales, la lactancia y las noches en vela. Y sé que aún nos esperan nuevos retos como la menopausia que estoy segura sabremos sobrellevar con optimismo.
Sí, con mucho optimismo durante estos años hemos cambiado de talla infinidad de veces, hemos probado mil y una dietas y pasado por gimnasios y piscinas, hemos intentado juntos casi todos los deportes, yogas y meditaciones, hemos corrido por las calles (sin motivo aparente) con amigas y en soledad acompañada de música.
Nos hemos puesto objetivos, algunos inalcanzables para finalmente rendirnos ante un helado o un trocito de chocolate, hemos retomado dietas los lunes, los primeros de mes, los primeros de año…
Hemos hecho borrón y cuenta nueva en multitud de ocasiones, nos hemos perdonado y hemos vuelto a comenzar como si no hubiese pasado nada.
Hemos tomado el sol en exceso, sudado en exceso y reído en exceso también, nos hemos cansado y hemos enfermado, a veces, como todo el mundo.
Pero tras estos cuarenta y cinco años vividos felizmente quiero reconciliarme con mi cuerpo, dejar de pedirle imposibles, moderar mis expectativas respecto a delgadez y juventud, y simplemente disfrutar del tiempo que nos queda por pasar juntos.
Voy a amar mucho mi cuerpo porque con él voy a compartir el resto de mi vida.